Mientras sus alumnos de la Universidad Complutense de Madrid recibían al profesor y ahora eurodiputado Pablo Iglesias con aplausos, la clase política dirigía ayer sus dardos contra la formación que dirige el madrileño, Podemos. Desde «frikis» hasta «extrema izquierda» pasando por comparaciones con las propuestas de Syriza, Le Pen e, incluso, Jesús Gil, la cuarta fuerza política en las pasadas elecciones europeas recibió numerosas críticas, y algún que otro apoyo, de los dirigentes de los partidos tradicionales.
Uno de los más duros con el nuevo bloque político, que ya ha anunciado que celebrará después del verano una asamblea a nivel estatal para definir su estructura, fue el sociólogo y asesor del PP, Pedro Arriola, que dudó del futuro político del partido de Iglesias, al que se refirió como una formación «friki». «Los ciudadanos se han permitido el lujo de apoyar a un grupo joven y moderno como Podemos porque daba igual», aseguró el marido de la popular Celia Villalobos, restando importancia al resultado cosechado por el nuevo partido, pese a los cinco escaños que consiguió.
No tardó mucho en responder al sociólogo el líder de la formación, Pablo Iglesias, que tiró de ironía para contestar, afirmando que «es un hombre capaz de hacer algo mejor». «Si ése es el nivel intelectual de los ideólogos del PP, les va a ir mal», recalcó.
En la línea dura de las críticas se situó también la líder de UPyD, Rosa Díez, que enmarcó a Podemos en el populismo y subrayó que las propuestas del partido que encabeza Pablo Iglesias se parecen a las de los griegos de Syriza, el movimiento que lideró en Italia el cómico Beppe Grillo e, incluso, a las del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen.
Una comparación que también utilizó el presidente de Extremadura, José Antonio Monago: «Aquí se asusta todo el mundo con el avance de la extrema derecha en Francia, y no lo hace con el avance de la extrema izquierda en España».
Las semejanzas fueron utilizadas, asimismo, por el líder popular en Andalucía, Juanma Moreno, al poner como ejemplo el caso de Marbella (Málaga), donde «cuando los partidos tradicionales no fuimos capaces de ofrecer nada ilusionante, llegó un fenómeno populista como el señor Jesús Gil de consecuencias irreparables para el futuro de la localidad».
Otro dardo, y también sin nombrar directamente al partido, llegó desde el País Vasco, donde el líder de los socialistas de la región, Patxi López, afirmó que no cree «en las democracias de televisión».
Desde el Grupo Popular en el Congreso se quiso lanzar un aviso al partido del profesor de cara a lo que tendrá que afrontar a partir de las elecciones. Así, Alfonso Alonso, advirtió a Podemos de que ahora, tras lograr cinco europarlamentarios, tienen ante sí el «reto» de «pasar de la tele al escaño» y les recodó que en ese terreno «no funciona la demagogia».
Los únicos piropos hacia la cuarta fuerza de la cita electoral del pasado domingo llegaron desde Izquierda Unida, un bloque con el que el grupo de Iglesias podría formar coalición en Europa, según algunos rumores que no llegaron a confirmarse. Así, el portavoz parlamentario de la Izquierda Plural, José Luis Centella, se mostró convencido de la posibilidad de un nuevo frente progresista.