Casting Lear es una reflexión sobre varios aspectos diferentes del mundo del teatro y una obra que hace explícito, lo que normalmente trata de ocultarse en un montaje. Un texto que no solo aborda por qué los clásicos son universales, sino que lo pone en palabras sobre el escenario, que plantea todos aquellos elementos que hay en la parte de atrás de un escenario y lo hace abriendo una mirilla, y permitiendo al espectador que vea durante hora y media todo lo que no se debería ver encima de un escenario: un apuntador en escena, las pautas de la directora, diálogos sobre qué tal está quedando la obra. Un texto original, que bebe del Rey Lear de Shakespeare y que al terminar deja la sensación de haber asistido a un espectáculo de magia más que a uno de teatro.
Lo primero de esta obra que llega a Almagro tras conseguir dos MAX, como mejor adaptación o versión de obra teatral, para Andrea Jiménez y Juan Mayorga, y mejor espectáculo de teatro, para Jiménez, es que cada noche se hace un casting a un posible Rey Lear. Esto hace casi imposible que una representación y otra sean similares. A Almagro llegaron las número 86 y 87, y en La Tribuna, asistimos a la segunda donde Lear fue representado por Juan Meseguer, junto a él se suben la propia Jiménez y Pablo Gallego, que hace de apuntador en la obra.
De este modo, al inicio, como en todo buen truco de magia, se le pregunta a Meseguer las consignas de la obra: si no ha visto el espectáculo antes, si no ha leído el texto y si conoce de qué va Rey Lear. Con dos 'noes previos' y un resumen de lo tercero arranca la función. Meseguer recibe un pinganillo y, a partir de ahí, se convierte en Lear, interpretando las palabras que le va dictando el apuntador y haciendo los gestos que le pide Jiménez. Mientras, esta pasa de Cordelia, la hija de Lear a la que repudia por no mostrarle amor, a ser ella misma y explicar cómo se sintió cuando su padre le repudió por querer dedicarse al teatro.
Casting Lear: número 87 - Foto: © Pablo LorenteA partir de aquí, todo queda a razón del espectador. Como un truco de magia. Hay quien dice que es imposible que Meseguer actúe de esa manera sin haber ensayado antes, que sus ojos se llenen de lágrimas en los momentos claves de la obra; o, incluso, que recite a esa velocidad solo con las indicaciones del pinganillo. También que la historia de Jiménez sea tal y como la cuenta, haciendo un juego para pensar si no está ante una obra como la de Los Figurantes de Sinisterra y si desde el inicio lo que ve en el escenario es todo ficción, desde el mismo momento en que Jiménez pone un pie en él. Hay puntos claves de este truco, como que el apuntador también actúe, que Jiménez explique aspectos íntimos; pero lanzándolos al aire o que se emplee el truco de Tarantino y el maletín de Pulp Fiction, para que el espectador salga con la duda de qué fue aquello que ha hecho que la función exista.
Casting Lear: número 87 - Foto: © Pablo LorenteDe ahí que tras el espectáculo, que engancha durante sus 90 minutos mostrando todo lo que no se puede mostrar en el teatro, quede la misma sensación que deja un espectáculo de magia, y más de uno se plantee en casa: ¡Cómo lo hizo!.