El 'zahorí' del Alto Guadiana

M.Lillo
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El hidrogeólogo Francisco Turrión defiende que los acuíferos de esta zona de la provincia no están sobreexplotados y señala que se han excluido de la planificación más de 700 hectómetros cúbicos de recurso

El ‘zahorí’ del Alto Guadiana

Como un zahorí que hace aflorar las recónditas y misteriosas fuentes donde mana el agua, Francisco Turrión, hidrogeólogo, se ofrece como el gran conocedor de las entrañas que conforman los acuíferos de la provincia y se quiere revelar como el 'descubridor' de estos recursos subterráneos con una tesis que choca frontalmente con el discurso científico de la planificación de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y del Instituto Geológico y Minero de España (Igme).  

Y es que, según sus estudios, los acuíferos del Alto Guadiana «no están sobreexplotados» ni han sufrido grandes variaciones en los últimos 50 años, por lo «no puede ser serio poner en riesgo la agricultura de todo el Alto Guadiana por 40 centímetro de descenso, tendremos que buscar soluciones porque el acuífero como se ve, está en buen estado», dijo en referencia a la evolución que arrojan algunos de los niveles piezométricos y que reflejan que «el nivel del agua está estable en 40 años en el acuífero debajo de Las Tablas de Daimiel».

Antes de desgranar las piedras angulares de su discurso, hay que detallar que Francisco Turrión es el profesional que ha realizado una parte del estudio que Cooperativas Agroalimentarias encargó a la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en relación al estado de los acuíferos y que esta institución derivó el análisis a su vez a Turrión, hidrogeólogo de la Confederación Hidrográfica del Segura, y que nada a contracorriente con sus planteamientos. Son de hecho las bases del recurso que Cooperativas Agroalimentarias y Asaja Castilla-La Mancha han presentado a l Tribunal Supremo contra los planes hidrológicos de las cuencas y, en concreto, contra la del Guadiana, para la que reclaman un estudio pormenorizado de las reservas que hay en los acuíferos.

Según Turrión, de la planificación hidrológica actual «han desaparecido» las aguas subterráneas que no son fluviales, las que «siguiendo un curso profundo debajo de la tierra, se transmite entre cuencas hidrográficas y al final llega al mar». Los cálculos con los que trabaja es que esos recursos suponen 2.000 hectómetros cuadrados en España, que en el caso del Guadiana se concretarían entre 100 y 200 hectómetros cúbicos.

Otro aspecto que cuestiona este hidrogeólogo es que en el ciclo de planificación hidrológica anterior y en el aprobado en la actualidad, hasta el horizonte 2027, «quien decide los recursos disponibles en cada cuenca no es la ministra Teresa Ribera (de Transición Ecológica), sino el Centro de Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), que depende del Ministerio de Transportes y que hace estudios para cada cuenca».

De este modo, considera que debería ser la Aemet, «por ley», la que determinase el porcentaje de agua evapotranspirada en relación con las precipitaciones, es decir, el agua de lluvia que llega a los ríos, ya que aquí ve «cierta incoherencia de los valores». Explica que ese porcentaje en la cuenca del Guadiana es del 86%, mientras que en el caso de la subzona del Alto Guadiana es del 94%, de manera que en este último caso sólo de cada cien gotas que caen en el Alto Guadiana, sólo seis (el 6%), llegan a los ríos, dijo de forma gráfica.

Esto supone a su juicio que en lugar de contabilizarse 1.105 hectómetros cúbicos al año en el Alto Guadiana, se han contabilizado 485, es decir, que faltan 620 hectómetros cúbicos más al año, dijo insistiendo en que «en vez de ser el CEDEX el que estime las variables atmosféricas del ciclo hidrológico con los datos de la Aemet, y que sea ésta la que haga dichos cálculos con su propia información».

«Otra cosa fundamental -prosigue- son los acuíferos superiores e inferiores. En la cuenca del Duero se definen, pero aquí no, aunque  allí se dan prescripciones técnicas distintas si se quiere hacer un pozo en uno u en otro», explicó Turrión a La Tribuna.

En este sentido, recuerda que el propio Igme en estudios de los años 70 y 80 definió masas superiores e inferiores en la subzona del Alto Guadiana, lo que «no se ha trasladado a la planificación hidrológica actual». «Han hecho una simplificación y han considerado que en todo el Alto Guadiana sólo hay un acuífero y que todo el acuífero se drena en Las Tablas, es una simplificación que es muy grotesca, infantil, que no se ajusta a los estudios del Igme y se aparta de la metodología del Ministerio en otras cuencas», aseveró tras indicar también que en la planificación actual «confían el estado cuantitativo de todas las masas de la zona a un único piezómetro, ubicado cerca de los Ojos del Guadiana», lo que considera que «choca frontalmente» con lo establecido en la Ley de Aguas y el Reglamento de Planificación Hidrológica, «pues los piezómetros deber ser exclusivos de cada masa y ubicarse homogéneamente repartidos por toda ella».

De hecho, según este hidrogeólogo no deben hacerse mediciones en pozos de bombeo porque se produce lo que llama conos de depresión que, a su juicio, no reflejan el resultado real de las reservas de los acuíferos, por lo que asegura que «los pozos de bombeo no muestran la piezometría de referencia».  

Del mismo modo, se refirió a mediciones de las reservas en algunos puntos y detalló que «desde el año 74 hasta la actualidad. La cota topográfica estaba a 608 metros del nivel del mar y ahora a 606; en otro punto -prosiguió- ha habido un ligero descenso, ha habido fluctuaciones, pero mínimo. En 50 años, el descenso del nivel en ese entorno es de entre 1 y 2 metros, pero si analizamos solo los últimos 40, el descenso es prácticamente cero, el nivel del agua está estable en 40 años en el acuífero debajo de Las Tablas de Daimiel», sentenció. 

La solución a Las Tablas de Daimiel, como en Doñana

El hidrogeólogo Francisco Turrión se pronuncia también sobre la situación que vive el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel y aporta una solución para la recuperación de este humedal. Defiende que debajo de Las Tablas de Daimiel hay un acuífero que tilda como de conglomerados, «que a través probablemente de fallas, ya que estamos en la zona de Campo de Calatrava, con mucho vulcanismo, sea la que alimenta también a Las Tablas, es decir, que parte de ese agua del humedal no sólo le llega del Cigüela, sino que hay un flujo ascendente también que alimenta Las Tablas desde el acuífero y si metemos muchos pozos ahí bombeando todos a la vez, lógicamente, ese punto lo deprimimos y hacemos que el agua de surgencia, la salida del agua a Las Tablas, sea menor».

Ello deriva, argumenta Turrión, en un problema medioambiental que es «puntual, y no en el resto de la llanura del Alto Guadiana», de manera que considera que «con quitar esos pozos de ahí y llevarlos más lejos, como está haciendo el Ministerio en Doñana, podremos subir dos palmos la surgencia de agua y encharcar Las Tablas con el propio flujo subterráneo del acuífero inferior». Además, indica que a los agricultores de esos pozos que se las clausuran se les podría dar agua de otros más lejanos al núcleo del humedal.