«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso»

Diego Farto
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La Hermandad del Silencio celebra su 80 aniversario y lo hace con distintos actos, pero también con una reafirmación de sus señas de identidad, que explica el hermano mayor, Ángel Ruiz Moyano de la Torre.

«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso» - Foto: Rueda Villaverde

La Hermandad del Silencio celebra su 80 aniversario, ¿qué significa para ustedes?

Significa renovar el compromiso de nuestros fundadores. Cuando aquel grupo de jóvenes del año 42 empezó a pensar en constituir una hermandad, que definitivamente se hizo el 7 de marzo de 1943, lo que querían era prepararse espiritualmente para celebrar el triduo Pascual. Entendieron que había que tener un momento de oración, de interioridad, por eso significa volver a ese punto de partida. No es que lo hayamos perdido, sino no perder de vista la intención de los fundadores en aquel 1943.

Algo que llama la atención es el cuidado que ponen a los pequeños detalles, la puntualidad, la presencia de la Hermandad en la calle, ¿por qué?

«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso»«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso» - Foto: Rueda VillaverdePrimero porque entendemos que los fundadores pensaban que había que hacerlo así. El primer año salieron a las 5.00 horas y se recogieron ya de día. Por eso, al año siguiente la salida fue a las 3.00 horas. La idea es salir a la calle de noche y volver al alba, por ello hay que ser exquisitos en el cumplimiento de los horarios. Somos mucha gente en el templo, entonces hay que marcar bien el ritmo. La gente está convocada a la 1.00 horas, organizamos los tramos. A las 2.00 horas paramos los preparativos y rezamos el rosario, unos 20 minutos. Nos sirve también para ir calentando el espíritu, el alma, ir entrando en el silencio y la interioridad. Hay también un momento de motivación, unas palabras del hermano mayor, con todos en silencio. Ese es el clima que hay dentro de la parroquia de San Pedro.

¿Se nota la efeméride en el ambiente de la hermandad?

El año pasado la gente decía: «¿Y qué tenemos que hacer?». De esas conversaciones surgieron iniciativas de todo tipo, desde celebrar la Eucaristía el 7 de marzo, que lo hacemos todos los años, pero ha sido especial. Hemos llevado la imagen de la Virgen del Mayor Dolor a los pies del Cristo de la Buena Muerte en la iglesia de San Pedro, lo que es novedoso también, porque normalmente la Virgen está en la Casa de Hermandad y solo va al templo el Lunes Santo. La presentación que hicimos del cuadro conmemorativo también fue un acto muy entrañable en el salón del Antiguo Casino. Nos quedan algunas cosas. Acabamos de hacer una conferencia (el viernes) y la próxima será el día 28, luego tendremos la presentación de un libro; queremos volver a salir a la calle con lo que hemos llamado una meditación extraordinaria, en torno al día de la Exaltación de la Cruz, en septiembre. Sí hay ambiente.

«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso»«Los 80 años del Silencio sirven para renovar el compromiso» - Foto: Fotos Rueda VillaverdeAhora están en medio de ese ciclo de conferencias, ¿qué pretenden mostrar con él?

Fundamentalmente dos cosas: las imágenes en la transmisión de la fe, explicar qué queremos transmitir las hermandades cuando ponemos las imágenes en la calle. Nosotros hacemos manifestación pública de fe. Vamos a ver qué sentido tiene, creemos que no es solo una expresión cultural, sino que son hermanos que salen a rezar porque se sienten creyentes e hijos de la Iglesia; y la segunda, la iconografía de la Hermandad del Silencio. La primera conferencia es a cargo del consiliario de la Asociación de Cofradías, Rafael Melgar, y la segunda de Mónica Felipe, que es licenciada en Historia y hermana del Silencio, con lo cual conoce muy bien las dos imágenes, será una disertación técnica, pero también desde el amor y la devoción a las imágenes. 

El Silencio tiene muy presentes a los hermanos fallecidos ¿cómo lo plasman?

A los pies del Cristo hay una arqueta, hay un pequeño cofre de madera y dentro hay una cajita con las fichas de los hermanos que van falleciendo. Cuando fallece un hermano, su ficha se coloca junto al resto de hermanos fallecidos en la arqueta que va a los pies del Cristo. El hermano mayor custodia la cajita hasta la salida de la procesión y se la entrega al capataz del Cristo y él la coloca en el arca. Esos gestos traen al recuerdo a todos los hermanos fallecidos.