Aurora Gómez Campos

Aurora Gómez Campos


Dejando en paz a los difuntos

27/04/2023

Con un entierro propio de Felipe el Hermoso, fue paseado José Antonio Primo de Rivera desde Alicante a El Escorial, provincia por provincia, por un cortejo de falangistas que enarbolaba un fervor recién estrenado. Solo se trata de una simple resta: si el difunto fundó la Falange en 1933 y fue fusilado en 1936, apenas tenía en su haber tres años de bagaje político. El resto, su presencia, su ausencia y sus discursos fueron adornos. Apenas unos juegos florales de los que tanto gustaban en la época, organizados por el general para apoderarse de la útil herencia de Primo de Rivera, es decir, de su partido político.
«No tienes bastante con quitarme mi trono y mis joyas, sino que también quieres llevarte a mi Catalina» dijo Juana I de Castilla (alias, la loca) a su hijo Carlos V. Eso mismo hizo el general con la Falange -criatura política de un incómodo José Antonio- patrimonializar su fusilamiento apropiándose del único partido político que preconizaba el totalitarismo.
Así, con todo el ardor guerrero que fueron capaces de escenificar, comenzó a amasarse el mito de una persona por quien hace apenas unos días cantaban himnos en el Valle de Cuelgamuros. Resulta hasta enternecedor observar la nostalgia de esos hombres por algo que nunca existió. Así de perversa es la manipulación política. No hubo tal héroe; no hubo pensador ni líder estrechamente unido al general. Sí existió un general que debía postergar el final de su guerra unos cuarenta años más y que para ello necesitaba un líder que le acercara a los trabajadores. Y allí estaba convenientemente el fantasma de Primo de Rivera. 
En cuestiones totalitaristas las matemáticas no fallan: solo puede haber uno, por lo que alguien estaba sobrando, pues no podía haber tanto carisma en un solo balcón alfombrado. Un nuevo y conveniente traslado insufló gloria a España y a los pobres españoles, cuando volvieron a airearse los restos desde Alicante hasta el Escorial, adquiriendo este enterramiento la categoría de regio. Y, para seguir dejando en paz a los difuntos y no airear el pasado, se volvió una tercera vez a sacudir el polvo de la Historia del mito de José Antonio Primo de Rivera esta vez a su lugar definitivo bajo una losa de 3.500 kilos.
Solo a base de engordar adecuadamente la idea de una persona se puede entender la trascendencia de frases como "España es una unidad de destino en lo universal", grandilocuencia tan vacía de contenido como una frase de Leire Pajín. Sí, aquella ministra que aconsejó que estuviéramos atentos al acontecimiento histórico planetario a ambos lados del Atlántico. Y es que hay que tener cuidado cuando algún líder comienza a hablar del universo, del destino, del planeta, de la historia. Algo se va de las manos.