José Manuel Patón

LA PLUMA CONTRA LA ESPADA

José Manuel Patón


¡Tiremos el agua estúpidamente!

17/05/2023

Nunca, en 5.000 años de civilización, desde que los egipcios la empezaron con los atisbos de escritura y desde el paso de la edad de la edad del bronce a la edad del hierro, pasando por los griegos, donde incluyo a Arquímedes, y por el Imperio Romano con sus acueductos, y la España del Al-Ándalus musulmán, se había cometido una estupidez tan gorda como destruir los pantanos. La cosa es tan grave que yo, después de pertenecer más de 25 años cotizando, -no de boquilla-, a Greenpeace me ha impulsado a darme de baja por alinearse políticamente con un partido político y hacer publicidad de destruir lo bien hecho: los pantanos. 
Zapatero se creyó que los pantanos había que destruirlos porque muchos los había construido Franco, ignorando que muchos se construyeron antes de Franco, otros durante el franquismo y otros ya en la democracia. 150 existían en la República, Franco construyó 615 y los demás hasta 1.200  se han construido en la democracia, esperando su regulación por trasvase, que además impedirían los desastres de las crecidas. Pero además canceló el mejor proyecto hidráulico español, -que por cierto lo pagaba Europa-, como fue el trasvase del Ebro. Según sus acólitos, el agua hay que tirarla al mar.
Esa es la estúpida versión del ecologismo político. En varias comunidades autónomas ya se han derribado varios pantanos y presas, y en plena sequía nos estamos quedando sin agua. ¿Pero somos tontos o qué? Además para dejar que el agua siga su curso no hace falta destruir una presa, simplemente hubiera bastado con abrir las compuertas. Así conservaríamos las presas que tanto esfuerzo nos costaron, y podríamos cerrarlas cuando nos viniera bien. Las presas y sus embalses tienen una función primordial para paliar los efectos del cambio climático. Mientras que el Ebro tira el agua al mar y en Galicia no para de llover, el resto de España con la "pertinaz sequía" está sufriendo las consecuencias de la falta de lluvia y no va a poder regar las tierras más fértiles del sur y el levante porque Zapatero, para que los catalanes le votasen, renunció a un plan hidrológico nacional que incluía el trasvase del Ebro. Nunca se ha visto algo tan absurdo. Ya no habrá más trasvases. Las desaladoras, que prometió Zapatero y la Narbona como solución, han demostrado que no son la solución y que era simple propaganda política; no funcionan, y las que funcionan lo hacen a base de un consumo de energía eléctrica contrario a los más elementales principios del ecologismo. Esto es un desastre nacional. El agua ha tomado forma de navajazo entre regiones. Los castellano manchegos se enfrentan con los murcianos porque se niegan a trasvasar agua que seca los acuíferos de Ciudad Real y Albacete, cuando el trasvase debería producirse de donde sobra, el norte, a donde falta, el levante. No desde donde falta a donde también falta. Es así de simple. Una verdad de Perogrullo.
Cuando, comprobando que necesitamos grandes trasvases y pantanos de regulación para regar donde no llega el agua del cielo, lo que se está haciendo es destruirlos. Pero ¿Quién habrá tenido esa estúpida idea?