Ahora que llegan las Navidades es el mejor momento para ir al cine... o a la pequeña pantalla, ya que se acaba de estrenar en Netflix el telefilme Mowgli: Relatos del Libro de la selva, una producción que Warner ha preferido que no pase por las salas. Tras una gestación accidentada, contó inicialmente con el oscarizador realizador mexicano Alejandro González Iñarritu y ha sufrido un retraso de más de dos años, y luego la dirección la tomó Andy Serkis, director y actor de Baloo al mismo tiempo, ya que este camaleónico intérprete británico, que ha interpretado a Gollum, King Kong, el simio César y un largo etcétera de personajes creados por ordenador, puede con todo.
Estamos, eso sí, ante una interpretación del libro de Kipling con un tono más sombrío y reflexivo que la versión animada de Disney de 1967. Quien espere ver al gigantesco oso bailando y cantando se decepcionará. La película no está precisamente orientada al público infantil, ya que presenta algunas escenas muy violentas y unos diálogos más profundos.
Entre el elenco de actores que participa en este filme sobresale la presencia de Rohan Chand, Mowgli, que, lógicamente, lleva todo el peso de la historia, y eso que tan solo tiene 14 años. Su interpretación es la piedra angular de todo el largometraje.
El protagonista es un adolescente que está madurando y que, al mismo tiempo que ha de definir su identidad, debe luchar por su espacio en un grupo en el que muchos lo rechazan por ser diferente.
Aunque hay momentos muy simpáticos en su relación con Baloo y la pantera Bagheera, el sufrimiento de Mowgli está siempre muy presente.
Los personajes animales cuentan con las voces y la mirada de conocidos actores (Cate Blanchett, Christian Bale...), pero esa mirada hace que por momentos resulten demasiado humanos, lo que les resta algo de fuerza.
En el aspecto visual, la película se limita a ser correcta, pero con los medios de Warner se esperaría un despliegue de efectos mucho más impresionante.
Resulta inevitable la comparación con la reciente cinta de Disney en imagen real, que recibió un Oscar en 2017 por sus efectos visuales. Y, en este sentido, la producción de Warner no sale bien parada.
A través de las vivencias de Mowgli, la película nos habla de las dificultades de adaptarse para quién está desplazado y lleva a la pantalla un mensaje de tolerancia hacia quien es distinto. Yes que uno ha de elegir su propio camino, que las opciones no son las que los demás nos dan, lobo o humano. A veces podemos decidir ser un poco de ambos.
También tiene esta película de Netflix un fondo ambientalista que se entrecruza con una reflexión contra el modo occidental de intervenir en las sociedades sin respetarlas. El marcado contraste que se hace entre la caza como ley de la Naturaleza y como diversión nos subraya ambas ideas al mismo tiempo.
El material tiene potencial para ser más profundo, tanto en la psicología de los personajes como en su desarrollo narrativo. Aunque no es perfecta en estos aspectos, es un trabajo visualmente agradable, la historia tiene continuidad, y cuenta con un final novedoso. Quién la vea sin esperar una de Disney podrá disfrutarla.