Voluntarios reservados a los ejércitos

A.M.
-

Albacete aporta el uno por ciento de los reservistas, una figura que cubre necesidades puntuales de las Fuerzas Armadas

Desfile militar en la Base Aérea de los Llanos, en la toma de posesión del coronel Guillermo Cavo Muñoz. - Foto: Rubén Serrallé

Es una de las fórmulas para vincularse a las Fuerzas Armadas sin ser militar. Hombres y mujeres con una importante y significativa experiencia profesional que aportan al Ejército español, de forma voluntaria y temporal, sus capacidades, habilidades y conocimientos, en las diferentes misiones que llevan a cabo las Fuerzas Armadas, en el cumplimiento de la función que la Constitución les asigna a las mismas y como respuesta a los compromisos asumidos por el Gobierno.

Son los reservistas voluntarios, una figura que se regula en la Ley 17/1999, de Régimen de Personal de las Fuerzas Armadas, y con la que todo español puede ejercer el derecho constitucional de participar en la defensa de su país.

La provincia de Albacete aporta, aproximadamente, el 1% del total de reservistas voluntarios que en la actualidad están disponibles para cubrir las diferentes necesidades de las Fuerzas Armadas, incluso en misiones en el extranjero.

Dependiendo de las bajas que se produzcan en un año y de las necesidades de los Ejércitos, el Boletín Oficial del Estado publica una convocatoria anual para el proceso de selección de un promedio de cien plazas, a las que pueden presentarse ciudadanos con nacionalidad española de entre 18 y 57 años para las categorías de oficial y suboficial, y hasta los 54 años en caso de optar a las categorías de tropa y marinería. Al cumplir los 58, estos voluntarios pasan a ser considerados reservistas honoríficos.

El teniente coronel Juan Pérez García, del Negociado de Reclutamiento de la Subdelegación de Defensa de Albacete, sitúa los antecedentes históricos de esta figura en las milicias concejiles del siglo XI, unas reservas -fuerza no permanente y con misión de apoyo específico a los ejércitos-, que se movilizaban por los concejos o municipios ante situaciones de peligro o para emprender alguna campaña militar.

En el caso de nuestro país, el reservista voluntario sigue el modelo francés, del cual guarda una especial similitud, pues esta especie de cuerpo o colectivo «está constituido por personal voluntario que permanece en situación de disponibilidad para integrarse, si fuera necesario, en las unidades militares existentes». Con esta fórmula, las Fuerzas Armadas pueden complementar sus capacidades en determinadas áreas y puestos, suplir carencias de determinados especialistas y, en caso de necesidad excepcional o crisis, generar más fuerzas.

Para poder ser reservista voluntario, basta con tener el título de graduado escolar o el segundo curso de ESOo sus equivalentes aunque, eso sí, sólo se podrá acceder a la categoría de tropa.

Si se quiere ser suboficial u oficial, habrá que acreditar la obtención del título de Bachiller, en el primero de los casos, y del primer ciclo de educación universitaria, carreras superiores o graduado universitario, en el segundo. Por eso no es extraño que entre los reservistas voluntarios se encuentren profesiones de todo tipo que pueden tener una analogía a las Fuerzas Armadas: médicos, juristas, policías, sanitarios, informáticos..., en definitiva, «lo que más necesitan las Fuerzas Armadas son personas que complementen los conocimientos que ya tiene el personal de los ejércitos», matiza el teniente coronel, quien añade que son cada uno de los tres, Armada, Tierra y Aire, quien comunica al Ministerio de Defensa su demanda respecto a las necesidades de reservistas voluntarios.

proceso de selección. Volviendo a la convocatoria de acceso y ya para todas las categorías, los aspirantes a ser reservistas voluntarios no pueden tener antecedentes penales, deben acreditar «buena conducta ciudadana», no estar privado de derechos civiles y, según la normativa, «no haber sido separado mediante expediente disciplinario del servicio de las administraciones públicas, ni hallarse inhabilitado con carácter firme del ejército de la función pública.

En el caso de cumplir con los requisitos que se exigen, los aspirantes se enfrentan a un proceso de selección que consta de tres partes, la primera de las cuales consiste en un concurso donde se comprueban y valoran los méritos militares, académicos (títulos y nivel de idiomas) y generales (experiencia profesional). Es en la segunda fase cuando los futuros reservistas deberán pasar por un reconocimiento de su aptitud psicofísica y, en el caso de superarlo, les quedará una tercera fase en la que tendrá lugar la orientación y entrevista personal para conocer sus preferencias en cuanto a los destinos.

Pero aquí no queda la cosa. Una vez que el aspirante ha superado el proceso de selección, el Ministerio de Defensa realizará dos periodos de formación: la militar básica y la militar específica al puesto que va a ocupar. Al finalizar ambos periodos formativos, los alumnos adquieren la condición de reservistas voluntarios y son promovidos al empleo de alférez -en las plazas de categoría de oficial-, sargento -en la categoría de suboficial- y soldado -en la tropa-. En un principio, estas personas firmarán un compromiso inicial de tres años con las Fuerzas Armadas. En este periodo inicial -posteriormente se va renovando por otros tres años, hasta que el reservista cumpla la edad máxima-, el voluntario puede ser llamado en cualquier momento para prestar servicio en las unidades, centros u organismos del Ministerio de Defensa, ejércitos y cuerpos comunes de las Fuerzas Armadas al que esté adherido. Igualmente y si las necesidades lo requieren, pueden incluso ser reclamados para participar en operaciones en el extranjero o en misiones de mantenimiento de la paz y de la seguridad.

Un periodo de trabajo o activación que durará en función de las necesidades de las Fuerzas Armadas y de la disponibilidad del reservista, porque no será lo mismo tener que viajar al extranjero para una misión, lo que puede durar entre cuatro y seis meses, que realizar labores administrativas o logísticas en cualquier unidad o centro militar. Lo que sí se tiene que cumplir, sea como sea, es un mínimo de un mes de voluntariado al año.

Para facilitar su presencia en aquel puesto para el que es reclamado, en el que cumplirá el mismo horario que sus compañeros, la unidad y el reservista tratan de alcanzar un acuerdo para que su presencia en el Ejército coincida con sus vacaciones en su trabajo habitual.

Mientras están en sus puestos de trabajo civiles, es decir, inactivos por Defensa, este colectivo depende de las subdelegaciones de Defensa de la provincia donde tienen su domicilio habitual. No es de extrañar que ante la presencia de la Base Aérea de Los Llanos de Albacete, muchos de los reservistas voluntarios albacetenses -ese uno por ciento a nivel estatal- escojan las unidades y centros vinculados con esta infraestructura militar, si bien no todos ellos eligen esta cercanía.

LOS PERFILES. En esta provincia y en función de los voluntarios inscritos en la Subdelegación de Defensa de Albacete, el 46% tiene estudios de Bachillerato, un 30% son universitarios y un 24% han sido admitidos con el Graduado Escolar.

Respecto a la presencia de ambos sexos, un 13% de estos reservistas albacetenses son mujeres, cinco puntos menos que a nivel nacional, donde el 32% de los reservistas voluntarios son trabajadores por cuenta ajena, el 24% trabajan para la Administración General del Estado, un 18% para otras administraciones, un 16% son autónomos y sólo un nueve por ciento no tiene actividad laboral alguna. Otro dato importante es que la edad media de todos ellos es de 43 años.

Unos datos que, en opinión del teniente coronel Juan Pérez, muestran el potencial y la influencia del reservista voluntario dentro de la sociedad que, con el factor de la experiencia profesional que aportan, «nos demuestra la buena calidad del tipo de reserva existente actualmente en nuestras Fuerzas Armadas».