Aterrizajes de lujo

Ana Pobes / Ciudad Real
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La provincia es una de las zonas con más aeródromos privados de España • El cierre del aeropuerto de Ciudad Real empuja a propietarios de fincas a ampliar sus pistas de aterrizaje como la de El Castaño, de Emilio Botín, y La Nava

Aterrizajes de lujo

No hay muchas en España. Quizá una docena, pero Ciudad Real es una de las provincias de España que cuenta con un mayor número de aeródromos privados. Según la información recogida por Aena, el proveedor público de servicios de tránsito aéreo en España, la provincia cuenta con siete aeródromos privados, incluido el aeropuerto de Ciudad Real, el primero de carácter privado a nivel nacional y que tras inaugurarse en 2008 cerró sus puertas en la primavera de 2012. El resto, se tratan de pistas privadas utilizadas exclusivamente por los propios propietarios de las fincas y, en momentos determinados, por sus invitados. Y es que, cuando una finca cuenta con un aeródromo es porque el dueño posee un avión y busca viajar con mayor comodidad. Son utilizadas por unos pocos privilegiados. Aunque también sirven para dar respuesta a otras aficiones como la caza.

El reclamo del negocio del sector cinegético en la provincia fue el que mantuvo el tráfico aéreo del aeropuerto de Ciudad Real en los últimos meses, antes de su cierre, al operar solo vuelos privados en el aeródromo. Con una sola pista de 4.000 metros de longitud y 60 metros de anchura, estaba concebido para dar servicios a vuelos nacionales e internacionales y para que aterrizara el mayor avión del mundo, el A-380. La pista, con capacidad para realizar 20 operaciones a la hora, ha llegado a registrar hasta 65 vuelos en un fin de semana, la mayoría de ellos de carácter privado y relacionados con la actividad cinegética. Aeronaves, la mayoría de ellas jet privados, que tuvieron como origen y destino hasta una docena de países como Francia, Reino Unido, Portugal, Suiza o Italia, entre otros. Así el pasado año, en la época de caza (desde primeros de octubre hasta el 7 de febrero), se registraron en el aeropuerto capitalino 389 vuelos dedicados exclusivamente al traslado de cazadores. El helicóptero de la Casa Real, con Don Juan Carlos de ocupante, fue uno de sus ilustres, pero también lo hicieron los príncipes de Gales, Guillermo y Enrique, que pasaron unos días en la finca ‘La Garganta’, del duque de Westminster, ubicada en pleno Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Todos ellos, con la práctica de la actividad cinegética como objetivo.

Los últimos pasajeros que utilizaron las instalaciones, lo hicieron en vuelos privados tras la marcha de las compañías comerciales. Hoy, un año más tarde del cierre de la pista, algunas de las fincas privadas de la provincia que cuentan con aeródromo se han visto obligadas a ampliar sus instalaciones para poder aterrizar sus aviones de mayor capacidad. Es el caso de la finca El Castaño, con 11.000 hectáreas y propiedad de Emilio Botín. Ubicada en el término de Luciana, su Ayuntamiento ha iniciado los trámites para poder construir esta nueva pista de aterrizaje en un suelo calificado como rústico de reserva. La gestión, según comentó su alcalde, Dionisio Vicente González, obedece a la solicitud que han presentado los propietarios de la finca para ampliar el actual aeródromo, que pasaría de ocupar una longitud de 900 metros a alcanzar los 1.500 metros. Además del aeródromo, la finca cuenta con diez torres de vigilancia y un importante número de venados, jabalíes y corzos hacen el resto para ofrecer el marco perfecto.

Pero también existen fincas cuyo principal fin y atractivo es la comercialización del aprovechamiento cinegético. La finca La Nava, en Torre de Juan Abad, es ejemplo de ello. Se trata de la única finca con pista de aterrizaje que existe en la provincia con esta finalidad tras el cierre de la actividad de La Calderera, gestionada por Cacerías Azor y que ubicada en Valdepeñas contaba también con aeródromo exclusivo para clientes.

El aeródromo de La Nava sirve como complemento a su oferta cinegética, principalmente el ojeo de perdiz, que atrae a numerosos cazadores procedentes por ejemplo de Centroeuropa, Estados Unidos o Sudamérica. Finca en la que se vende caza y que para poder utilizar la pista se necesita la autorización de la propiedad. Solo se admiten vuelos de grupos de gente que hayan comprado esa cacería, ya que el aeródromo, denominado La Perdiz, se dedica exclusivamente al turismo con fines cinegéticos.

Construido hace doce años, los propietarios decidieron en mayo ampliar el campo de vuelo para dar cabida una pista de 1.530 metros de longitud y así albergar aviones ligeros con capacidad no superior a las 19 plazas y con una frecuencia semanal inferior a los diez vuelos.

Las operaciones desarrolladas en los últimos años en La Perdiz han sido de transporte de clientes para sus instalaciones. Según el Boletín Oficial del Estado (BOE) con fecha del 6 de junio de 2013, hasta agosto del año pasado se registraron 32 vuelos en los que se transportó a 164 pasajeros. Cifra superior se logró alcanzar en 2011, año en el que 283 pasajeros llegaron hasta la finca a través de 51 vuelos. Aunque 2008 y 2010 fueron los años en los que mayor número de vuelos albergó la pista con 74 y 66 operaciones.

La ventaja de estas pistas es que pueden construirse en poco tiempo, ya que el plazo de construcción suele oscilar entre dos y tres meses, pero el trámite de las licencias conlleva más tiempo. Aviación Civil suele tardar en torno a un año en concederlas. Antes hay que presentar el pertinente estudio de impacto medioambiental en el que se tienen en cuenta distintos aspectos como la fauna, sus dimensiones o su ubicación, pues muchas son las fincas que se encuentran en parques naturales. Desde la delegación de los Servicios Periféricos de Agricultura en Ciudad Real comentan que la mayoría de los propietarios de este de tipo de fincas solicitan la ampliación del aeródromo para poder aterrizar aviones de mayor capacidad. Así, en la actualidad, según las mismas fuentes, existen dos aeródromos en la provincia en trámite de conseguir la ampliación.

 

Latifundios generadores de empleo indirecto y de numerosos jornales fijos

La actividad cinegética, según los datos que maneja la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, supone unos ingresos del orden de 600 millones de euros al año, 6.572 empleos fijos y más de 1.600.000 jornales al año. La existencia de grandes fincas de propietarios con alto poder adquisitivo contribuye a que la región pueda llegar a contabilizar esos números.

La caza es una actividad básica en la economía, pues muchos son los pueblos de la provincia que viven buena parte de la misma, además de que es la actividad más importante para la conservación del medio ambiente. Las fincas de reconocidos y prestigiosos personajes del mundo de la banca o de la más alta sociedad lleva aparejado una gran fuente de ingresos, no solo para la localidad en la que se ubican sino también para la provincia y la región. Su existencia conlleva un gran número de puestos de trabajo y de jornales fijos al cabo del año. Así por ejemplo, además de las personas fijas que hacen las funciones de guardas, se suman también los caseros de la viviendas, los tractoristas o los jardineros, pues suelen ser casas con grandes espacios ajardinados. Personal fijo que se complementa con otra serie de empleos indirectos con la contratación de rehaleros, postores, taxidermistas, cárnicos o servicio de catering para la celebración de cacerías. «Servicios que suponen una cantidad de dinero importante de ingresos», tal y como comentó a La Tribuna el presidente de Atica C-LM, Juan Caballero.

Pero contar con estas fincas en la provincia implica también generar otra serie de ingresos provenientes de la compra de comida para alimentar a los animales de la finca, el abono o la adquisición de productos agrícolas. «Aspectos que al fin y al cabo repercuten también en la comarca».

Lo normal, es que los propietarios de estas grandes fincas no vendan cacerías y que sus infraestructuras sean utilizadas por gente que ellos mismos invitan. Su superficie suele ser muy variable superando generalmente las 3.000 hectáreas y disponiendo de infraestructuras de muy alto standing.

Aunque tan solo seis cuentan con aeródromo, son muchas las que disponen de helipuerto o pistas de tierra para poder aterrizar sin ningún problema. Todo un mundo de alternativas en las que el abanico se abría con la llegada del aeropuerto de Ciudad Real en 2008. Ahora, después de su cierre, los forasteros que vienen motivados por el mundo cinegético optan por el aeropuerto internacional de Barajas (Madrid), donde son recogidos por los organizadores de las cacerías. El AVE es otra alternativa. El problema: únicamente se permite transportar el arma y no la munición.

Éstas son distintas vías de transporte que cada año atraen a un gran número de cazadores procedentes de distintos lugares internacionales, principalmente rusos, belgas, franceses y portugueses. Motivados por todo tipo de piezas, vienen a la búsqueda de cacerías donde poder cazar un gran número de animales o grandes trofeos. La cabra montés es la pieza favorita de los rusos, aunque el ciervo, el jabalí y la perdiz también son otros reclamos cinegéticos para los cazadores extranjeros. Pero no solo buscan la calidad en las piezas, sino también en cada uno de los servicios, desde el hospedaje hasta la comida. Su estancia suele ser de  tres días y están dispuestos a pagar en torno a 3.000 euros solo por un día de cacería. Sin duda, terrenos que valen millones, no solo por su precio sino también por su riqueza económica y laboral.