Algo más de tres décadas ha empleado el pintor albacetense Manuel González Núñez, Magnú, en poner negro sobre blanco los símbolos, signos y mensajes que, según su conclusión, Pablo Ruiz Picasso encriptó de una manera consciente en Guernica, la obra plástica más crítica con la guerra civil española y emblema de la paz.
Bajo el título Más allá del Guernica de Picasso. El enigma oculto del cuadro. Frases, signos y símbolos, Magnú ha escrito un libro en el que trata de explicar y documentar lo que se oculta tras el «mayor trampantojo del arte» que pintó el creador malagueño, «para engañar no al ojo, sino al cerebro», como según parece dijo el propio Picasso.
Aunque son muchos y sorprendentes los descubrimientos que ha logrado Magnú tras el peliagudo análisis del cuadro, lo que más llama la atención es que Picasso encriptara las frases OTAN sí y Pan sí a lo ancho de toda la obra, plagada de las asonancias de su poesía río surrealista que el propio artista escribió entre 1935 y 1954.
La duda que surge nada más conocer este descubrimiento de Magnú es fácil: ¿cómo puede ser que Picasso camuflara la palabra OTAN en una obra que pintó en 1937, cuando el Tratado de la Alianza Atlántica se firmó en 1949? La respuesta la tiene el artista de Fuente Álamo: el pintor malagueño fue gran admirador y amigo de Winston Churchill, de cuya boca conoció su propuesta de crear una liga armada de todas las naciones. «Picasso conocía la intención de Churchill de firmar un tratado con el apoyo de Estados Unidos para que tuviera mayor fuerza y contundencia que otros tratados anteriores», dice Magnú, quien asegura que, en el momento de crear Guernica, «Picasso no podía adelantar un secreto por su amistad con Churchill; prefirió esconderlo en el cuadro». La crisis mundial de octubre del 29 y otras situaciones de profundo calado con Rusia frenaron la firma de este tratado. Picasso, al saber de su importancia, guardó en su mente el dato, en especial las letras del tratado, OTAN: «Sus caracteres de imprenta, sus asonancias poéticas, aparecen repartidas por todo el Guernica como un gigante caligrama sostenido con la misma estructura figurativa de sus más objetivos modelos», apunta Magnú.
Deficiencias visuales.
Para este catedrático de Dibujo, la más popular obra que Picasso pintó en 1937, a raíz del bombardeo que sufrió este municipio vizcaíno, es «todo» en el arte de la comunidad gráfico-plástica, de tal modo que estos mensajes y símbolos encriptados no han salido hasta ahora a la luz por el déficit visual del ser humano ante el gran cúmulo de signos que contiene el gigantesco mural. Una deficiencia que nos impide ver más allá de lo que tenemos delante, que ha originado que parte del cuadro se nos escape y que lo que en él subyace «se pierda disfrazado por el caos geométrico».
Para Magnú, desde el principio se supo cómo se hizo el cuadro de Picasso, pues el pintor malagueño utilizó personajes muy propios de su trayectoria artística, con deformaciones expresionistas y cubistas en un escenario un tanto teatral, bañado por la luz de un interior y un exterior. No obstante, el catedrático albacetense sostiene que si Picasso hubiera revelado la información oculta en Guernica le hubiera cambiado la vida.
Para llegar a resolver este acertijo, Magnú ha necesitado todas las herramientas de la plástica, la semiótica y las matemáticas necesarias para abordar esta demostración, en la que trata de probar que Picasso escondió la frase OTAN sí, Pan sí y Paz sí. «Las dos últimas palabras -explica el pintor en su trabajo- se demuestran en las poesías de Paul Éluard, La Victoria de Guernica, publicada en 1938, y en la del propio Picasso en su poema de junio del mismo año cuando dice «relojes de arena llenos de ojos visto por el ojo de la cerradura los caracteres de imprenta».
Según Manuel González, Pablo Picasso colocó estas frases en Guernica preocupado, entre otros aspectos, por la negativa de su madre y de su hermana de exiliarse a Francia ante la posibilidad de que estallara la Segunda Guerra Mundial, ya que todavía no se había firmado ese Tratado de la Alianza Atlántica que se creía iba a tener más fuerza que el Tratado de Versalles.
El exhaustivo estudio al que Magnú se viene dedicando desde 1981 para demostrar «la piedra angular» del cuadro picassiano, se acompaña con una serie de calcos que enumeran las citadas frases, además de los signos y símbolos ocultos por otras figuras más visibles y conocidas, por ejemplo, ese caballo que relincha y ocupa el Punto Áureo de la composición, el sufrimiento a través de la expresión de su rostro, su cuello retorcido enfatizado por la lanza que atraviesa su cuerpo, una imagen que distrae al espectador de la realidad, de la proximidad de ese «corazón volcado» o «corazón de cabestro» que justamente ocupa esa zona del cuadro. «Es lo que ocurre en toda la composición de Guernica, nos alejamos del camino verdadero y solo vemos lo que Picasso quería que viésemos». Menciona también el toro, «de prestancia casi impasible, sustituto de Marte, ante el horror que sufren y muestran los restos de figuras de la pintura», así como un ave, tal vez una paloma, «que muy cerca de la cabeza del toro, sobre el ángulo de una mesa, arrulla hacia los cielos, del mismo modo lo hacen las mujeres con sus gritos que enmarcan la composición a ambos lados de la misma».
En opinión de Magnú, el toro representa a los nacionales, que le dan un par de hachazos al corazón volcado, mientras el caballo es la patria. Lo más curioso es que la única figura que representa al hombre, que aparece como un busto escultórico situado en la parte inferior izquierda del lienzo, podría ser un autorretrato de Picasso, por sus rasgos anatómicos del cráneo y la forma de sus grandes ojos, sensaciones que Magnú complementa con las señales quirománticas que aparecen dibujadas en la palma de la mano y en su muñeca, donde en la vida real el pintor malagueño llevaba tres líneas denominadas Brazalete de Jade por la quiromancia oriental y que representan la salud, el dinero y el amor.
Dibujos que llevaron a Manuel González Núñez a estudiar durante diez años diversos tratados de quiromancia, que le llevan a concluir que las ocho líneas que aparecen en la mano indican los cuatro hijos de Picasso y las cuatro mujeres más importantes de su vida, mientras el pentágono lo pinta como «símbolo de sensibilidad y Proporción Áurea».
Es en ese espacio del cuadro Guernica donde el pintor albacetense ha descubierto que uno de los brazos del supuesto autorretrato de Picasso, el que se encuentra con la palma de la mano abierta, tapa la silueta en negro de un avión que se encuentra en tierra. Igualmente, en el cuadro aparece un hacha que se confunde con el casco deformado del caballo, un símbolo que puede aludir al fascismo, «a esa fuerza totalitaria que se materializa con hachazos entre hermanos».
Seguimiento gráfico.
Magnú recuerda que Picasso comenzó el cuadro el día 11 de mayo de 1937, 16 días después del bombardeo de Guernica. Los primeros que le visitaron para ver el comienzo del lienzo fueron el vasco Juan Larrea y el toledano Alberto Sánchez, poeta y escultor, quien se interesó en el detalle del soldado con el puño en alto y le comentó al autor malagueño que esa actitud limitaba el mensaje universal de tan relevante obra, cuyo mensaje debería ser expandido en todas direcciones y aceptado por el público sin limitaciones. Así y teniendo en cuenta que Picasso le encargó a su amante Dora Maar hacer el seguimiento fotográfico de la evolución del mural, el pintor se permitió el lujo de ir eliminando lo gratuito para ir incorporando más simbología. Sustituyó, entre otras cosas, unas espigas por los caracteres de imprenta en la palabra Pan, lo que se entiende como «el pan de los exiliados».
Cuervos, flechas, cerraduras, sanguijuelas, cicatrices, banderines de paz, hachas, aviones, bombas, cuervos, relojes de arena… son revelados y analizados concienzudamente por el catedrático albacetense, que cierra su sorprendente publicación con un repaso a las ciudades en las que ha viajado el Guernica desde que fue depositado en el MOMA de Nueva York hasta su llegada en 1981 al Casón del Buen Retiro de Madrid, donde precisamente Magnú quedó tan impactado que decidió dedicar parte de su tiempo a la investigación plástica del cuadro.
Desde entonces, ha leído miles de libros y ha visitado archivos, bibliotecas, museos y blogs en internet, que le han posibilitado presentar ahora una serie de conclusiones que, según afirma, son indiscutibles porque sus hipótesis están contrastadas: «La obra puede tener muchas lecturas, pero que guarda un arcano oculto es demostrable».
Más allá del Guernica de Picasso verá la luz antes de final de mes con una primera tirada de 1.000 ejemplares que, según su autor, «están todos comprometidos», lo que le hace prever que esta publicación será «imparable» dado la «relevancia que tiene este descubrimiento».
Por cada 1.000 ejemplares que edite, Magnú deberá abonar 1.200 euros a la entidad Sucesión Pablo Picasso, Vegap en concepto de derechos de autor. Asimismo, parte de los beneficios que obtenga con la venta del libro los donará a la obra benéfica de la nieta de Pablo, Marina Picasso, que desde hace tiempo destina los beneficios de los picassos heredados a una obra humanitaria en Vietnam.