El programa Revelas de la Junta presta apoyo psicológico a 23 menores víctimas de abusos

Pilar Muñoz
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El agresor es el padre o padrastro del menor en una decena de los casos abiertos actualmente en la provincia de Ciudad Real, algunos «muy graves», según la psicóloga Raquel Velasco

La psicóloga del programa Revelas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha presta apoyo psicológico en la actualidad a 22 niñas y un niño que han sufrido abusos sexuales, la más pequeña de seis años y la mayor de 18.

En una decena de los casos el agresor es el padre o padrastro, indica a este diario la psicóloga Raquel Velasco Martín-Peñasco, quien junto a la abogada Concha Marín forman en Ciudad Real el equipo del programa Revelas-m de prevención e intervención en abuso sexual infantil, financiado por la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales en Castilla-La Mancha y totalmente gratuito.

En el último año y desde comienzo de 2015 se ha registrado un aumento en el número de casos y en la gravedad, quizá porque se denuncia más y porque el programa Revelas-m (de menor) se está «dando a conocer». Lamentablemente «los abusos» han existido siempre y han sido un tema tabú, pero de un tiempo a esta parte «se están destapando», señala Raquel Velasco, quien explica que muchos casos se dan dentro del ámbito familiar (padres, tíos y abuelos) o en el entorno vecinal y en menor medida en el colegio o instituto, siendo raro el caso del agresor desconocido por el menor.

En diez de los 23 casos de abusos sexuales los agresores eran los padres o padrastros, en ocho fueron vecinos y en los cinco casos restantes eran compañeros de colegio o instituto y sólo uno fue cometido por un desconocido.

También cada vez llegan a la consulta de la psicóloga más casos de víctima y agresor menores, de un niño de 11 o 12 años que agrede a niña de siete o ocho años.

 «Se dan muchos episodios en el colegio, niños que empiezan a realizar tocamientos, que se llevan a las niñas al baño, pero hay que saber diferenciar los tocamientos de la curiosidad sexual de los niños», explica la psicóloga, quien no obstante destaca la importancia de detectar a tiempo estas conductas y la necesidad de saber distinguir un hecho de otro.

Y, entrando de lleno en los casos más grave, Raquel Velasco cita el de un niño que están tratando desde 2012 y el de una niña de una familia desestructurada del campo de Calatrava cuyo padre está preso preventivo por esta causa.

 El estado de esta niña «es grave» por los abusos continuados duramente muchos años a los que presuntamente la sometió su padre, asegura la psicóloga.

Hay otros casos muy graves de niñas que las madres las han abandonado y están en centros de protección porque han sufrido abusos por parte de familiares y/o vecinos. «Han estado expuestas a situaciones de riesgo. Son niñas de 12 años que han pasado mucho, han sido multiabusadas».

Raquel Velasco también presta ayuda psicológica a un buen número de menores con discapacidad que han sufrido abusos sexuales. «Son víctimas más vulnerables» y presa fácil para el  agresor. Uno de los niños con discapacidad lo tuvo que  derivar a Madrid donde hay un servicio gratuito y especializado que prestar ayuda a niños discapacitados víctimas de abuso sexual.

La mayoría de los abusos se producen entre los 4 y los 8 años, y de 10 a 12 hay más niñas víctimas que niños, siendo el agresor sexual varón en el 99,9% de los casos. Denunciar no es fácil, sobre todo, si se trata del padre o un familiar cercano. Sin embargo, cuando el abuso se produce fuera del entorno familiar la mayoría de los padres acuden a denunciar, aunque hay otros que no lo hacen por miedo, represalias o por el que dirán porque viven en un pueblo pequeño.

Para Raquel Velasco, es «importantísimo» denunciar para evitar que el agresor siga haciendo daño a otros menores. Llegado a este punto de la charla, la psicóloga asegura que muchos niños llegan a su despacho en condiciones «terribles» por los abusos que han sufrido y hay que trabajar muchísimo para conseguir que salgan adelante. 

También se han dado casos de el denominado 'grooming', el delito de mayor impacto en el ámbito de los adolescentes. Mediante mecanismos de seducción el agresor busca el intercambio de imágenes. La psicóloga Velasco recuerda un caso bastante grave, el agresor quedaba con las víctimas a través de internet y les amenazaba para que le enviaran fotos desnudas.