Negociar o no con Hamás

Yemeli Ortega (EFE)
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Israel se divide entre quienes apuestan por entregar a los milicianos 6.000 presos palestinos a cambio de liberar a 240 rehenes y los que se niegan a ceder a la presión de los extremistas

Negociar o no con Hamás - Foto: Manuel Bruque

En su masivo ataque contra Israel hace más de tres semanas, Hamás se llevó un valioso botín: al menos 240 personas que mantiene cautivas y espera poder canjear por miles de prisioneros palestinos. ¿Negociar o no negociar con el grupo islamista? Esa es la cuestión que divide a Gobierno y sociedad israelíes.

Aloni Emilia, de cinco años, Adar Yafa, de 85, Bibas Kfir, de nueve meses, Regev Itay, de 18 años... la lista de rehenes incluye a soldados y sobre todo civiles de todas las edades y 28 nacionalidades. Todos ellos fueron capturados y llevados a Gaza por los más de 2.000 milicianos que se infiltraron en suelo hebreo el 7 de octubre durante un ataque que incluyó lanzamientos de cohetes, asesinatos y agresiones contra los habitantes de las aldeas aledañas al enclave palestino.

Vivir sabiendo que tus seres queridos están en manos de Hamás «es un calvario que no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo», cuenta Itzik Horn, un judío de origen argentino de 71 años cuyos hijos -Eitan de 37 años y Yair de 45- fueron capturados en la aldea de Nir Oz. «Para mí ya no hay día, no hay noche, hace semanas que no duermo», añade.

Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Al Qassam -brazo armado de Hamás- exigió el sábado pasado la libertad de todos los presos palestinos en cárceles israelíes a cambio de la libertad de los rehenes, una propuesta que Tel Aviv ha rechazado, al menos oficialmente. De hecho, el jefe del Consejo de Seguridad Nacional judío, Tzachi Hanegbi, insiste en  que «Israel no negociará con un enemigo al que prometió borrar de la faz de la tierra», mientras que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, sostuvo el domingo a los familiares de los rehenes que la oferta de Hamás es solo parte de su «guerra psicológica» y que no es factible.

Pero el jefe del Mosad, David Barnea, viajó a Catar el fin de semana en una misión secreta para discutir la posibilidad de un acuerdo para liberar a los rehenes, según varios medios.

En escaladas anteriores, Doha ha negociado entre ambas partes y y la semana pasada, Hanegbi apuntó que la intervención catarí en aspectos humanitarios de la actual guerra ha sido «crucial». 

«Si me preguntas a mí, yo negocio con el diablo, yo quiero a mis hijos» de regreso, dice Horn, con la voz quebrada. «Que liberen a 10.000 o 20.000 palestinos, a mí que me importa», recalca este director escolar retirado.

Natali Matmon, cuya madre -Ofelia Roitman de 77 años- fue secuestrada por Hamás en el kibutz de Nir Oz, coincide con él: «Yo quiero que les den todo, que la devuelvan a ella y a todos hoy, ahora».

Un 40 por ciento de los judíos en Israel está a favor de la liberación masiva de prisioneros palestinos a cambio de los rehenes, y un 45 por  ciento está en contra, según una encuesta del Israel Democracy Institute.

Valor estratégico

Matmon hubiera querido que el Ejército no iniciara su incursión terrestre en Gaza, como hizo el viernes pasado, hasta que todos los rehenes estuvieran liberados. «Pero nadie me preguntó», señala esta maestra, obligada a escapar de su hogar, cercano a la frontera.

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, rechazó considerar cualquier alto el fuego, mientras el Ejército bombardea la Franja sin cesar y sus tropas terrestres han alcanzado prácticamente la capital del enclave palestino, dejando más de 8.500 muertos y 21.000 heridos, de los cuales el 70 por ciento son niños, mujeres y ancianos. 

Entre tanto, historias estremecedoras de los cautivos van y vienen. El pasado lunes, Tel Aviv anunció el rescate de su soldado Ori Megidish y el asesinato de la joven alemana-israelí Shani Louk, cuyo cuerpo, inconsciente y semidesnudo, fue exhibido en una camioneta junto a milicianos armados.

Además, Hamás publicó el mismo día un vídeo que muestra a tres mujeres israelíes secuestradas en el que una de ellas implora a Netanyahu: «Libéranos ahora, déjanos volver con nuestras familias».

Desde el 7 de octubre, Hamás ha liberado a cuatro rehenes -dos estadounidenses y dos ancianas israelíes-, mientras que Israel ha arrestado a más de 1.200 palestinos en su territorio así como en Cisjordania y Jerusalén este ocupados por sospechar que tengan vínculos con las milicias. Además, unos 5.300 árabes están encarcelados en Israel desde antes de la guerra, según la Autoridad Palestina.

Horn, que fue desplazado de su ciudad Sderot, fronteriza con la Franja, asegura que los rehenes «dejarán de tener un valor estratégico si Israel no acepta negociar bajo ningún punto de vista».

De su lado, Matmon opina que no todos los rehenes serán liberados: «Si Hamás entrega a todos los rehenes, entonces Israel los mata a todos (los milicianos) y ya está. No van a hacer eso».