Cómo afronta el presidente de la Federación de Hostelería de Burgos que su ciudad se juegue la posibilidad de ser la cabeza visible de la gastronomía española?
Con mucha ilusión pese a tener un competidor muy importante como Ciudad Real. Al final, no solo se trata de valorar los recursos gastronómicos y agroalimentarios, puesto que este nombramiento también puede tener una incidencia clave en la proyección nacional de Burgos.
¿Confía en las posibilidades de Burgos ?
Sí, pero creo que igual que lo harán los hosteleros de Ciudad Real. Estoy convencido de que somos dos ciudades con empuje y con fuerza. De hecho, cualquier de las dos tendría la capacidad para ser una gran representante de la cultura gastronómica española. Ciudad Real es un muy digno adversario.
¿Cuáles son las armas con las que Burgos quiere terminar decantando la balanza a su favor?
Burgos tiene tres componentes en este caso: el primero gastronómico gracias a una hornada de buenos cocineros que, además de bordar la cocina tradicional, están desarrollando una nueva cocina que está resultando muy atractiva y que tiene mucho fundamento. Después, tenemos un volumen de productos muy importantes para poder desarrollar esa cocina; y la tercera, también unida a la gastronomía, es el turismo. Puedo decirle que tanto Burgos como su provincia tienen un contenido cultural y patrimonial muy importante que es atractivo para completar la oferta, le hablo del Camino de Santiago y Atapuerca, entre otros.
¿Y los puntos flacos?
Yo creo que uno de los puntos flacos que hemos tenido en Burgos puede ser la ausencia de comunicación hacia el exterior. Puede que ser que algunos no nos conozcan, quizá pasa igual con Ciudad Real, y tenemos que movernos y acudir a los foros nacionales para que el posible cliente se plantee venir a nuestras ciudades.
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