«Da pena dejarlo después de tantos años porque esto me gusta»

M. E.
-

La relojería Rafer, en la calle Cruz, cerrará sus puertas después de 39 años de actividad

Rafael Fernández se dispone a cerrar la puerta de su relojería. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Después de 39 años arreglando relojes, cuando acabe el mes lo dejará. Rafael Fernández, más conocido como el relojero de la casita de la calle de la Cruz, tomó la decisión de poner fin a toda una vida dedicada al oficio. A sus 65 años se jubila, y asume, con pena, que con él su negocio desaparecerá. En la actualidad, con los smartwatch cada vez más presentes en las muñecas de los ciudadrealeños y la venta online, cada vez son menos los que se acercaban a su tienda buscando sus servicios, su habilidad, tu técnica, su precisión y su paciencia. Cada vez menos, pero aún siguen yendo clientes con relojes clásicos de pulsera o con relojes de pared, antiguos y con un elevado valor sentimental, e incluso algunos de fuera de la provincia, lo que dice mucho de la reputación de este 'cirujano del tiempo'.

Atrás deja décadas reparando relojes. Lo ha hecho desde niño, con solo 16 años, como ayudante de la histórica relojería 'La Exacta', que estuvo ubicada en lo que él llama «los portales tristes» de la plaza Mayor. Después de aprender allí el oficio y de perfeccionarlo con más conocimientos técnicos y actualizaciones, en 1984 abría su propia tienda, allí, en el mismo lugar donde el día 28 la cerrará, en el número 7 de la calle de la Cruz. La bautizó con el acrónimo Rafer, y desde entonces es conocida por todos como la pequeña relojería con un llamativo arco sobre la entrada. «Da pena dejarlo después de tantos años, porque esto me gusta, pero creo que ya ha llegado la hora», dice resignado, aceptando que también su propio cuerpo, a través de su pulso y de su vista, ya le estaba mandando señales en este sentido. Una profesión que exige mucha dedicación, como la de casi todos los autónomos, pero que ha honrado con orgullo, gusto y entrega. «Han sido 39 años aquí metido, trabajando, sin salir y sin vacaciones, salvo la semana de la Feria de Ciudad Real, pero me llevo muy buenos recuerdos. Me da pena, pero todo tiene un fin».

«Da pena dejarlo después de tantos años porque esto me gusta»
«Da pena dejarlo después de tantos años porque esto me gusta» - Foto: Tomás Fernández de Moya
Con el cierre de Rafer, encontrar un relojero en Ciudad Real se hace más complicado aún, pero lo asume resignado. No ha encontrado nadie que quiera continuar con su legado, y lo entiende, porque ya no es un negocio atractivo. «Me hubiese gustado traspasar la tienda, pero es complicado. Antes era un negocio que funcionaba, pero ultimamente la gente viene a cambiar las pilas y cada vez menos a reparaciones. Además, hay que conocer el oficio». Ahora piensa en aprovechar este merecido descanso, haciendo ejercicio, leyendo y disfrutando de la familia. El reloj de su tiempo seguirá funcionando, pero el 'tic-tac' sonará a un ritmo muy diferente.