Inventaron una criatura mitológica representada habitualmente como un caballo blanco con patas de antílope, barba de chivo y un cuerno recto en mitad de la frente al que hicieron protagonista de numerosas historias. En la Edad Media, fue considerado como un ser capaz de derrotar a bestias más fuertes físicamente que él, incluso a elefantes. Sus creadores, los antiguos poetas, jamás pensaron que ese animal podría relacionarse un día con las empresas tecnológicas punteras del siglo XXI. Pero ha ocurrido.
Fue en noviembre de 2013, cuando Aileen Lee, fundadora del fondo de inversión Cowboy Ventures, escribió un artículo en TechCrunch sobre el mundo de las startups. Y escogió un nombre con barniz onírico para bautizar a estas empresas. Las llamó Unicornio.
«El término recrea la Historia de las empresas tecnológicas que pasan de ser algo lejano y complicado a algo mágico, simpático, raro y potente», declaró Lee tiempo después para explicar la génesis del nombre elegido.
Lee acuñó el término Unicornio para referirse al exclusivo club de las empresas tecnológicas o startups que habían conseguido superar los 1.000 millones de dólares de valoración antes de salir a Bolsa y con la única participación de inversores privados.
Estas compañías, la mayoría con menos de cinco años de antigüedad, han cambiado la forma en la que viajamos, trabajamos, compramos o hacemos pagos, y tienen un gran potencial. Es decir, las startups en las que todo el mundo quiere invertir.
La revista Fortune publica una relación de los miembros de esta asociación de élite. Actualmente, la lista supera las 130 compañías e incluye a marcas reconocidas como Uber, Airbnb, Snapchat, SpaceX, Pinterest, Spotify y Dropbox.
Por países, Estados Unidos es el claro dominador, con 78 startups. Después, muy lejos, están China y la India con 21 y seis Unicornios respectivamente. En total hay 16 países representados, entre los que no está España.
MENOS MUJERES. Las Unicornio son compañías con equipos muy jóvenes, alrededor de los 34 años de media. No suelen tener mujeres al frente. Solo hay dos féminas responsables de estas firmas y no existe director general en el resto.
Aportan al mercado un modelo empresarial muy vinculado a las redes sociales y destinado al consumidor final. Tienen mucho protagonismo en los medios de comunicación, influencia en la cultura, arrastran mucho talento y tienen la capacidad de atraer dinero a un territorio. Son empresas que suelen basarse en una economía colaborativa que va muy por delante de la legislación actual. Rompen las reglas del juego prestando servicios muy novedosos que crean tensiones legales con los países, como se ha comprobado en los casos de Uber, dedicada al tranporte de viajeros, o Airbnb, que facilita alojamiento económico a domicilio.
Sin embargo, no todo es fortaleza, potencial y un futuro prometedor para las Unicornio. El temor, creciente en el último año, es que las altas valoraciones de estas compañías puedan contribuir a un nueva burbuja. No una sobreestimación del mercado de valores, como ocurrió en el año 2000, que fue más bien especulativa.
Para Forbes, su valor está inflado: básicamente se ha entrado en una espiral alcista de valoraciones calculadas mediante fórmulas perversas, de la que los fondos de capital riesgo no pueden salir si no quieren quedarse fuera. Pero esto no va a suponer una burbuja.
Los defensores de esta teoría mantienen que los inversores tienen cada vez más experiencia sobre la valoración de los proyectos tecnológicos y si alguna de las empresas no cumple las expectativas es menos probable que afecte al resto.
CONTRA ‘DINOSAURIOS’. Además, muchos contraponen las Unicornio con sociedades que califican como dinosaurios, las grandes compañías en las que las decisiones son mucho más lentas, su adaptación a las innovaciones más difícil de asimilar y que muchas veces tienen dificultades para retener talento.
Algunos, incluso, se atreven a esbozar un panorama prácticamente apocalíptico en el que la mayoría de las grandes corporaciones cotizadas sufrirán el impacto de la disrupción tecnológica a manos de unicornios, que lleve a los dinosaurios a desaparecer en una era del hielo económica.
Lo que es evidente, hasta ahora, es que son industrias que transforman mercados y desafían preceptos económicos. La pregunta es ¿serán sostenibles en el largo plazo?
Al igual que sucedió con la burbuja puntocom, de las Unicornio es probable que solo salgan victoriosas aquellas compañías que tienen un valor real y no uno simulado.