Un año prófugo en Bruselas

SPC
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El expresidente de la 'Generalitat' Carles Puigdemont cumple 365 días fuera de casa desde que huyera de la Justicia española acusado de sedición, rebelión y malversación de fondos

Mañana se cumple un año de la llegada del expresidente catalán Carles Puigdemont a Bruselas, donde mantiene su objetivo de internacionalizar el procés viajando a diversos países de la Unión Europea (UE) y desde su residencia en Waterloo.

El político gerundense vive hoy en la que ha bautizado como Casa de la República, en una de las habitaciones del chalet ajardinado que utiliza también para sus reuniones, donde cocina, recibe a amigos y cada dos semanas vienen a visitarle su mujer, Marcela Topor, y sus dos hijas, explican fuentes cercanas al dirigente.

Puigdemont, que viajó a Bélgica con otros cinco consejeros de su Gabinete horas después de que la Justicia española anunciara una querella por presuntos delitos de sedición, rebelión y malversación de fondos contra él, vive en Bélgica como un ciudadano libre desde el pasado 19 de julio.

Fue entonces cuando el Tribunal Supremo retiró la euroorden contra él y renunció a juzgarle en España solo por el delito de malversación, como habían autorizado los tribunales de Alemania.

Precisamente, su detención en Alemania sucedió en uno de sus viajes por Europa, cuando el pasado mes de marzo trataba de volver a Bruselas desde Finlandia por carretera tras dar una conferencia en la universidad de Helsinki.

También ha visitado Copenhague, Ámsterdam y recientemente las Islas Feroe, aunque solo parte de sus visitas trascienden a la prensa, explican las fuentes.

En agosto, en su primera comparecencia en Bruselas tras su paso por Alemania, donde fue detenido, encarcelado 12 días y puesto en libertad, Puigdemont indicó que su viaje no acababa en la capital belga y que iría «hasta el último rincón de Europa» en defensa de la «justa causa del pueblo catalán».

El exgobernante no puede regresar a España, donde sería detenido automáticamente, hasta pasados al menos 20 años, tiempo que tarda en prescribir el delito de rebelión, aunque él espera que pueda variar su situación.

Su llegada a Bruselas en octubre del año pasado cogió por sorpresa a la prensa, que durante meses trató de dar con su paradero en un juego casi detectivesco con un enorme secretismo por su parte y su entorno, que aún hoy se mantiene, dado que sus convocatorias siguen siendo a menudo imprevistas.