El porcino se ha convertido en una de las actividades clave en el sector agrario. Frente a la situación provocada a finales de los años ochenta por la existencia de la peste porcina, que dejó a un sector diezmado y moribundo, el porcino se ha convertido en uno de los pilares del campo, tanto por su peso en el mantenimiento de la actividad del medio rural como por su papel en el aprovisionamiento de medios de producción, pasando por el trabajo en más de 2.000 mataderos hasta su peso en la exportación. Se trata del milagro del porcino ligado a un modelo de explotación integrada no exento de críticas que ha llevado a España a estar entre los cinco grandes productores del mundo; pero a la vez tampoco está exento de riesgos derivados de ese crecimiento rápido para atender las demandas coyunturales del mercado chino tras perder en 2018 parte importante de la cabaña por la peste, hoy en proceso de recuperación.
Desde la perspectiva del medio rural, el sector cuenta con un volumen teórico de unas 86.000 granjas. Se trata de una cifra muy lejana de las más de 200.000 de hace dos décadas con un predominio de micro granjas y donde las de mayores dimensiones, de acuerdo con la actual normativa de 2020 sobre la ordenación del sector, significan el grueso de la actividad. El sector supone el empleo en origen unas 150.000 personas, volumen que se multiplica por cinco si se considera su efecto sobre la actividad generada en toda la cadena.
En lo que afecta a la producción, en la última década el sector ha pasado de una producción de 3,3 millones de toneladas a la cifra récord de 2020, cuando se han superado por primera vez los cinco millones. A diferencia del conjunto de las actividades ganaderas, el porcino ha seguido el camino opuesto con un incremento del censo hasta superar los 30 millones de cabezas y el sacrificio de más de 50 millones. Estas cifras colocan a España solamente por detrás de los grandes líderes mundiales como China y Estados Unidos, superando a la producción de Alemania.
En términos económicos, el porcino se ha colocado ya como el segundo sector en el conjunto de la actividad agraria con un volumen de ventas en origen de unos 8.600 millones de euros, que representan el 15% de la Producción Final Agraria y más del 40% de la Producción Final Ganadera.
Para el conjunto de la actividad del sector agropecuario y de la industria agroalimentaria, la exportación, con un volumen superior a los 50.000 millones de euros, es una pieza clave. El conjunto del sector de la carne, con unas ventas en el último año de 3,5 millones de toneladas por valor de 9.200 millones de euros, es el segundo más dependiente de las ventas en el exterior, solo por detrás de las frutas y hortalizas. Del total de las carnes exportadas, a la cabeza se halla el sector del porcino con ventas en 2020 de 2,9 millones de toneladas por valor de 7.628 millones de euros, lo que significa más del 80%. En el primer trimestre de este año, sobre unas ventas de carnes en el exterior de 677.000 toneladas, 622.000, el 90% correspondían al porcino. España es el segundo país exportador de carne de porcino, solamente por detrás de Estados Unidos.
Un dato a destacar en el comercio exterior del porcino es su gran dependencia de las ventas al mercado chino, si se considera que en 2020 los envíos a ese país supusieron 1,4 millones de toneladas, el 48% de todas las ventas, con un incremento del 109% respecto a 2019, situación que se ha reforzado en el primer trimestre de este año, en el que, sobre una exportación de 622.000 toneladas de carne de porcino, el 90% (497.000 toneladas) tuvieron como destino el país asiático.
Junto a los éxitos del porcino en los mercados exteriores, uno de los riesgos más inminentes es el desarrollo rápido del proceso de recuperación de la cabaña china, que ha provocado una demanda masiva de cereales pienso en el mundo por la recuperación de más de 100.000 granjas y donde se barajan explotaciones de más de 25.000 madres con proyectos de hasta 82.000, macrogranjas de verdad. En España, de acuerdo con la reciente disposición sobre ordenación del sector, se contemplan techos de unas 2.600 madres y unos 6.000 animales de cebo.
Frente a este riesgo que puede suponer la recuperación de la cabaña china y la reducción de la demanda, desde la sectorial Anprogapor, con las industrias, se trabaja en la búsqueda permanente de mercados complementarios donde destacan, por razones de cultura, los países centro y sudamericanos, tanto para las carnes, como sobre todo para los productos elaborados. En todo caso, se estima que el futuro, con o sin el mercado chino, pasa por tener una producción eficiente y competitiva a nivel internacional para lograr la supervivencia ofreciendo calidad y seguridad alimentaria. Se considera además que en el comercio exterior dominan los acuerdos bilaterales donde se contemplan las condiciones de acceso a los mercados.
Junto a los riesgos en los mercados exteriores, el sector se enfrenta igualmente a las posiciones surgidas en el medio rural contra el desarrollo de granjas de elevadas dimensiones, aunque las mismas se hallen dentro de la normativa vigente, por razones de contaminación ambiental o de los suelos. Desde el sector se considera que las explotaciones actuales con tecnología avanzada no son las mismas que hace una década y se cumplen un buen número de nuevas exigencias sobre balsas cerradas, conservación de los purines o su utilización como nutrientes en las superficies agrarias de una manera ajustada para que no contaminen los acuíferos y mejoren los suelos. Desde la sectorial Anprogapor se apuesta por el diálogo con los habitantes de los territorios donde se traten de implantar las granjas y que se cree empleo directo e indirecto para lograr que los impactos sobre el medio ambiente sean los mínimos.