'Julián tejidos', el cierre de una institución

D. A. F.
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Julián Arévalo espera jubilarse a finales de agosto o primeros de septiembre y espera que aparezca alguna persona interesada en el traspaso «que ponga el mismo amor que yo»

‘Julián tejidos’, el cierre de una institución - Foto: Tomás Fernández de Moya

La tienda Julián Tejidos debería cumplir treinta años el próximo mes de octubre, pero el propósito de Julián Arévalo, su propietario, es para esas fechas estar ya disfrutando de su jubilación. De hecho, sus expectativas pasan por bajar la persiana por última vez en el local de la calle Ciruela de Ciudad Real a finales de agosto o primeros de septiembre.

Mientras llega el momento, Julián se esfuerza en liquidar el género y seguir dando atención a sus clientes.

El comerciante se retira tras 50 años de desempeño profesional, primero como empleado de un céntrico establecimiento y más tarde con su propio negocio, que primero estuvo en el calle del Tinte y poco tiempo después en la de Ciruela. «Enseguida nos dimos cuenta de que el local se nos quedaba pequeño», justifica aquella mudanza. Hace cinco años se produjo un segundo traslado al local actual, colindante del anterior.

‘Julián tejidos’, el cierre de una institución‘Julián tejidos’, el cierre de una institución - Foto: Tomás Fernández de MoyaSu clientela ha sido muy amplia incluso por gente de la provincia de Toledo. «Viene gente de Los Yébenes, Madridejos, Consuegra...» lo que le lleva a la conclusión de que para estos compradores, «Ciudad Real tiene un gran comercio, mejor que Toledo», sentencia.

Muchos de sus compradores son personas que desean vestir de forma exclusiva «y eso no es posible con el 'pret a porter'», señala.

Otro de los grandes referentes de su establecimiento son las ventas para las peñas de carnaval, tanto que la época de más actividad en la tienda es «de noviembre a enero», justo cuando se están preparando los disfraces. Todos ellos lamentan el anuncio de su retirada, así como los proveedores, de los que afirma que «son amigos».

Arévalo se jubila a los 71 años, con la idea de «disfrutar de mis hobbies, que los tengo, y viajar con mi mujer». Lo que sí le gustaría es que alguna persona se hiciese cargo del traspaso. «Me gustaría que fuera alguien que le pusiera el mismo amor que le he puesto yo», sentencia.