Quince meses después de penetrar descuartizado por los dinteles de la iglesia de Santa María la Mayor de Daimiel en un día nublado de noviembre de 2020, el órgano Stoltz recuperó ayer su sonoridad y su esencia con la inyección de aire en los 1.500 tubos que resonaron por primera vez tras salir del taller del matrimonio francés Magré-Grimaldi. El órgano romántico se adueñó del templo como si siempre hubiera sido ese su destino. A falta de importantes ajustes en el teclado y de afinación, este instrumento del siglo XIX es uno de los estandartes y atractivos de la parroquia y de la localidad.
El proceso para que las miles de piezas, teclas, tubos, secretos y tuberías encajaran no ha sido nada fácil. El desarrollo de reconstrucción y algo de renovación de diversas partes ha corrido a cuenta de Abráham Martínez, organero, natural de Sevilla y con una amplia trayectoria en restauración de este tipo de instrumentos, además de organista. Sus manos han sido las encargadas de cuadrar el difícil puzle que no hubiera sido posible sin voluntarios de la parroquia, especialmente Sergio y Manuel, que han estado desde el principio del proyecto, junto a otras personas que componen la comisión del órgano.
Ayer fue uno de los momentos claves para poner en marcha una joya del siglo XIX que ha recalado en Daimiel gracias a la tenacidad de sus párrocos, Luis Eduardo Molina y Valentín Sánchez, por dotar a la iglesia de un instrumento acorde a su historia y la pasión por la música que existe en la localidad.
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El primer llanto del Stoltz - Foto: Rueda Villaverde
El primer canto del órgano Stoltz de Daimiel - Foto: Rueda Villaverde
El primer canto del órgano Stoltz de Daimiel - Foto: Rueda Villaverde
Martínez espera que en unas semanas quede totalmente ajustado y listo para que suene como la primera vez cuando este instrumento se instaló a finales del siglo XIX en una iglesia cercana a París. El aire, impulsado por un motor, se escurría por los fuelles y secretos -pieza que distribuye el aire- y tubos de forma unísona. Es como si llorara, como si fuera un recién nacido. «Una vez que se ajusten los cables que van unidos a las teclas y se instalen las electroválvulas de los registros, el Stoltz recuperará su canto original», confirmó el organero Martínez. Después formará parte de la liturgia diaria de la parroquia, así como de la escuela de música de Daimiel, que albergará un curso de organista. Y debe ser también «un punto de encuentro para futuros conciertos y eventos importantes que celebre la parroquia», aventura el sevillano. Es una nueva musicalidad «distinta al de Torre de Juan Abad» y única de Madrid para abajo. «Sólo hay un par de este tipo de órganos en el norte de España. Es una suerte que Castilla-La Mancha cuente con una pieza de estas características».