Abuelas, hermanas, madres e hijas: 23 mujeres protagonizan el séptimo calendario editado por la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama y Ginecológico (AMAC). Son 1.500 los ejemplares puestos a la venta, al precio de tres euros. La recaudación se destinará a mantener las actividades que ofrece la asociación a sus más de 600 socias en la provincia, entre otras la asistencia psicológica y las terapias de rehabilitación para tratar el linfedema, uno de los efectos secundarios que padecen las mujeres mastectomizadas.
Pero este almanaque tiene otra misión: hacer visible su mensaje. Prestando su imagen a cada uno de los meses del año nos cuentan que siguen ahí, al pie del cañón. Que han superado el cáncer, que pueden sonreír a la vida, recibir el abrazo de una nieta y abrazar a ese bebé tan querido nacido tras haber superado la enfermedad. Nos cuentan que es importante estar alerta, no bajar la guardia, nunca. Ni cuando no se tienen antecedentes familiares, como es el caso de una enfermera a la que una mamografía rutinaria le descubrió un tumor incipiente que se ha podido tratar. Ni cuando se pertenece a una familia golpeada por el cáncer, como es el caso de las Cortés, cinco mujeres unidas por lazos de sangre y por la lucha que mantienen contra la enfermedad.
Llegar a tiempo. «Tenemos que estar despiertas, en alerta y ser responsables de nuestra prevención», clama Llanos Sánchez, presidenta de AMAC, que pide a las mujeres que no se cansen de autoexplorarse, de acudir a las revisiones a las que son citadas a partir de los 45 años y de reclamar esa cita si por cualquier razón no llega. Llanos no deja de asombrarse, «en las charlas de prevención aún encontramos gente que nos dice que no van a las revisiones por si les encuentran algo malo, el mensaje es claro: si no te lo dicen es peor, no es lo mismo un tumor en un estadio uno, que en fase cuatro; de ello depende salvarse y tener calidad de vida».
Con este calendario, AMAC ha querido hacer especial hincapié en el cáncer hereditario y pedir a quienes tienen en su entorno personas enfermas especial vigilancia. En el Complejo Hospitalario de Albacete funciona desde hace cinco años una Unidad de Consejo Genético Oncológico, que a finales del pasado año llevaba ya estudiadas unas 400 familias de las que unas 50 presentaban una mutación de predisposición al cáncer, según los datos ofrecidos en el II Foro sobre cáncer hereditario que se celebró en octubre, promovido precisamente por AMAC.
hermanas sánchez
operar para prevenir
Llanos y su hermana Ángeles saben bien lo que es recibir este legado maldito. A Llanos se lo diagnosticaron hace casi cinco años y Ángeles lo superó ya hace 17.
Aunque sus estudios genéticos no han arrojado resultados concluyentes, -«la mutación del gen que produce este tumor no se conoce, aún queda mucho por investigar»-, lo que sí saben es que cinco generaciones atrás no han sobrevivido al cáncer. Su madre y su tía fallecieron de cáncer de mama, ella y su hermana lo han padecido y entre sus primas también hay afectadas. Unas 20 personas de su entorno familiar saben bien lo que es significa esta palabra. «Sé lo que es pasar por un cáncer como nieta, como hija, como sobrina, como hermana y en mis propias carnes, pero no quiero pasarlo como madre», nos cuenta Llanos. Por eso su hija, de 30 años, está ya en lista de espera para quitarse los pechos y así prevenir la enfermedad. No es que su hija sepa a ciencia cierta que vaya a tener cáncer de mama en un futuro, pero sí que sabe que «desgraciadamente» tiene muchas papeletas dada la trayectoria familiar. Y sí, aunque hoy el índice de supervivencia es muy alto si la enfermedad se coge a tiempo, «mejor si no tienes que conocerla», dice su madre.
Llanos se arrepiente de no haberse operado para prevenir cuando un médico se lo aconsejó. «Fue hace 20 años -relata-, entonces algunos médicos me dijeron que quitarme los pechos era una barbaridad y me arriesgué. No me sirvió de nada, porque al final, hace cinco años tuve que operarme y pasar por 16 sesiones de quimioterapia y otras 25 de radio que me habría ahorrado». Además, explica, la operación quirúrgica de extirpación y reconstrucción de las mamas es menos complicada cuando se hace por profilaxis, para prevenir, y la mujer no llega a verse mutilada.
Familia Lozano: seis mujeres unidas en una misma lucha
Las manos de las seis mujeres de la familia Cortés afectadas por cáncer de mama se estrechan en el mes de agosto. Cinco son hermanas que se ofrecen apoyo mutuo y encuentran especial fuerza en la energía de su sobrina Loren García, quien pese a tener el cáncer instalado ahora en los huesos, y tras haber superado un tumor en las tiroides y otro el pecho, «tiene tanta energía y es tan luchadora, que nos da fuerzas a las demás, es el espejo en el que nos miramos», relata Mari Loren, a quien le diagnosticaron cáncer hace casi cinco años.
Las Cortés empezaron a luchar contra el cáncer hace mucho. Su padre falleció de cáncer de próstata y una hermana de éste murió de cáncer de mama. La sospecha de que podría ser hereditario surgió cuando a una de ellas, Vicenta, con tan solo 37 años, le diagnosticaron el tumor y dos meses después se lo detectaron a otra, Adela. Eso sucedió hace ya más de 20 años, en 1993. A día de hoy, cinco de las siete hermanas que son han sufrido o sufren cáncer de mama, sólo dos de ellas no han heredado la mutación genética que las aboca a la enfermedad. Otros cuatro hermanos que son en la familia, han decidido no someterse a este estudio.
Mari Loren se extirpó los dos pechos para prevenir, «fue duro, pero ahora me alegro, lo importante es que te digan que estás limpia». En su caso, ha decidido no pasar por el trance de la reconstrucción. Hace ya cuatro años que se operó y se ha acostumbrado a su nuevo cuerpo, «me quiero como soy, tengo asumido que el físico no es tan importante, que lo vital es el estado mental que tú tengas», cuenta esta mujer que quiere ahorrarse las horas de quirófano y las molestias que conlleva implantarse una prótesis, «he decidido sufrir lo menos posible, aunque entiendo que la gente joven lo haga».
La dureza con la que el cáncer les ha golpeado les ha enseñado ésta y otras lecciones. Confiesa Mari Loren que ahora están más unidas que nunca, «nos necesitamos mucho» dice, y tratan de darse una a la otra ese optimismo vital necesario para superar esa enfermedad. «Tienes que luchar, no amargarte», proclama esta mujer y cita a sus hermanas como ejemplo, «hace ya más de 20 años que las diagnosticaron y aquí están, si se coge a tiempo puedes llevar una vida normal, sólo tienes que rodearte de buena gente, que te dé ánimos en el día a día y valorar lo que de verdad merece la pena, un abrazo, un beso, una palabra bonita... querer a la gente y tener la conciencia tranquila, lo demás no tiene importancia». Lecciones de vida.
Las mamografías, una prueba vital
Pero el cáncer no siempre es hereditario, ni mucho menos. Lo sabe bien M.C., otra de las protagonistas de este calendario. Su ejemplo sirve para demostrar lo importante que es la detección precoz y someterse a revisiones periódicas. «Soy enfermera y nunca me había notado nada», nos cuenta esta mujer, en cuyo entorno familiar cercano no hay afectados. Un 25 de julio, aún recuerda la fecha, de hace dos años se hizo una mamografía rutinaria, dentro del programa de detección precoz que invita a todas las mujeres a hacerse esta prueba cada dos años una vez cumplidos los 45. «Me la hice a las 8 de la tarde y al día siguiente me llamaron», cuenta M.C., que no dijo nada a su familia en todo el verano, «lo llevé con tranquilidad, dejé pasar las vacaciones y la Feria, y ya con el preoperatorio hecho lo conté». Confiesa esta mujer que «lo que más sufrimiento me causó fue tener que dar la noticia a mi madre y a mis hijos, a mi familia». Limpia ya de restos cancerígenos, está ya reconstruyéndose el pecho que le extirparon. Lo incipiente del diagnóstico le ha ahorrado tener que pasar por la quimioterapia y otros tratamientos. Le queda la tranquilidad de que el suyo no es un cáncer hereditario. «Esto es un trance vital que tienes que llevar lo mejor posible, se puede curar y claro que no lo vas a olvidar, pero debes tratar llevar tu vida normal», aconseja esta mujer que encontró en las mujeres de AMAC personas con las que hablar. «Te viene bien contar cómo te sientes a personas que no son de tu familia, porque con ellos hablas de otra manera», dice esta enfermera que se confiesa asombrada con la sensibilidad que muestra la población respondiendo a todas las convocatorias que hace la asociación.
Juani Martínez: autoexploración, un gesto importante
Jamás olvidará Juani Martínez el día de su santo de hace dos años. Se notó un bulto y fue al médico. En un primer momento le dijeron que no era nada patológico, pero después se confirmó que era cáncer. La experiencia de Juani enseña a las mujeres que deben autoexplorarse para detectar posibles cambios en su cuerpo. Al mes siguiente, Juani pasó por el quirófano, se extirpó el tumor y se sometió a quimioterapia y radioterapia. Cada seis meses pasa sus revisiones para asegurarse de que la enfermedad no vuelve a aparecer.
Juani, que no tenía ningún caso de cáncer en su familia, encontró en las mujeres de AMAC alguien con quien hablar, personas que le ofrecían su ayuda, que la llamaban por teléfono, que estaban ahí para escuchar, y comprender mejor que nadie, como se sentía, «lo necesitaba», confiesa esta mujer, que trató de sobrellevar la enfermedad con su mejor cara, «por mis hijos, no quería que me vieran baja de ánimo, aunque en todo momento eran conscientes de lo que me sucedía».
Aurora Clemente: el cuarto más frecuente en la mujer
Una hemorragia alertó a Aurora Clemente de que algo ocurría en su cuerpo que no era normal. «Sangraba bastante, fui al médico, me aconsejaron un legrado pero al final el ginecólogo me dijo que era mejor que fuese al hospital», relata hoy esta joven mujer que está todavía luchando contra su enfermedad, un cáncer de útero, el cuarto tipo de cáncer más frecuente en la mujer.
El 19 de marzo del año pasado le dieron los resultados, «te intentas hacer la fuerte con todo el mundo, pero lo pasas mal». «Sólo quieres que te operen pronto, que te quiten todo cuanto antes». Al fin, en abril pasó por el quirófano y ahora anda recuperándose de las sesiones de radioterapia y braquiterapia a las que se tuvo que someter.
«Lo pasé mal en el tratamiento», confiesa esta mujer, que encontró en la psicóloga y las socias de AMAC a personas «que me entendían, porque habían pasado por lo mismo que yo». Aurora está aún recuperándose. Lucha contra la enfermedad y frente a la administración, «ando de pelea con la mutua y la Seguridad Social, porque no estoy aún recuperada y quieren darme de alta». Su esposo y ella se quedaron en paro poco después de que le comunicaran el diagnóstico de la enfermedad, la empresa en la que trabajaban cerró por la crisis.