Debajo del hule de la mesa camilla, en la caja de los hilos o de las galletas. Allí esperaban las fotografías familiares desde hace décadas hasta que llegaron las redes sociales para devolverlas a la vida, para volver a poner en boca de todos los nombres y las historias que amenazaban con caer en el olvido. Eso pensaron Juan José Moya y David Córdoba, dos cuñados daimieleños aficionados a la fotografía que el día de Todos los Santos de 2012 coincidieron en que había que aprovechar el poder de la modernidad para hacer perdurar la memoria. Crearon Daimiel en el recuerdo, un grupo de Facebook que poco después de su segundo cumpleaños suma 3.531 miembros en una población de menos de 20.000 habitantes y «entorno a 4.000 o 5.000 fotos subidas», según Moya. «Empezamos subiendo cosas nuestras, añadimos a unos amigos, esos añadieron a otros y en pocos días superamos los mil miembros», recuerda Moya.
Más allá de las estadísticas, Daimiel en el recuerdo ha conseguido salir a las calles y penetrar en las casas, especialmente en las de aquellos que ni imaginaban que existiría alguna vez algo como internet y que ahora piden a sus hijos y a sus nietos que les pongan «eso de las fotos» para recordar los paisajes y las caras de su juventud. «Hay que ver cómo tienes de enganchado a mi padre», cuenta que le dicen por la calle.
Allí pueden subir sus fotos familiares o de eventos, algunas con fecha y descripción precisa y otras desde el más absoluto desconocimiento. «¿Alguien sabe quién es esta persona?», «¿Y esta calle?» son preguntas habituales que no tardan en ser respondidas gracias a las interacciones. También hay peticiones. Moya cuenta que una chica solicitó una foto de un mural en el que aparecían unos pinos, pero nadie parecía tener fotos. Él mismo fue a buscar a gente que vivía en la zona. «Como conozco a todo el mundo, fui preguntando y conseguí que me mandaran algunas», contesta.
El grupo también ha propiciado reencuentros. «Una muchacha que había ido al colegio conmigo pero que luego se fue a Valencia y no ha vuelto a Daimiel vio una de las fotos y empezamos a recordar: terminé pasándole el contacto de personas con quien se juntaba y poniéndola al día de qué había pasado con otros», rememora con satisfacción. Y es que el ser humano disfruta con la añoranza de lo que ya se fue y la fotografía es el medio idóneo para sentir que se respira de nuevo el polvo de las calles, que se estrena de nuevo aquel vestido de feria o que se recorre las habitaciones de aquel edificio que ya no existe. Gracias a la imagen, se conocen costumbres perdidas y se percibe cómo la modernidad ha corrido más rápido que el tiempo.
Juan José Moya y David Córdoba están pendientes del móvil todo el día para aceptar o no las actualizaciones. Ha sido tanto el éxito que se han visto obligados a filtrar y a mediar.
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