Javier del Castillo

Javier del Castillo


Bloqueados

25/07/2023

El verano poselectoral, después de los resultados de este 23-J, se presenta entretenido. Volvemos al lío y a la incertidumbre. La gobernabilidad de España comienza a ser un problema serio y de largo recorrido.
La victoria de Feijóo, con 136 escaños - 47 más que en las anteriores elecciones -, no le garantiza ser investido presidente del Gobierno, mientras que la derrota de Sánchez, que logra 122 diputados, dos más que en noviembre de 2019, sí podría garantizarle su continuidad en Moncloa, con los apoyos de Sumar, Bildu, PNV, ERC, Junts per Catalunya y BNG. 
Cataluña, una vez más, vuelve a ser decisiva en la política española. La victoria del Partido Socialista en ese territorio, siempre agradecido con quienes le tienden la mano, tendrá que ser ahora ratificada con los votos del prófugo Puigdemont y del indultado Junqueras, previo pago de los aranceles y exigencias de ambos. También pasarán por la ventanilla de reclamaciones Bildu y PNV, exigiendo su correspondiente botín.
Y, mientras tanto, el partido más votado seguirá en la oposición, aunque tenga 14 diputados más que el segundo. Somos una democracia parlamentaria tan chulísima -como diría Yolanda, la planchadora – que nos permitimos alegremente estas contradicciones. Un país donde casi vale todo. Una democracia en la que los perdedores gobiernan, de manera legítima, pero pactando y cediendo con socios a los que preocupa más sus objetivos independentistas que los intereses generales de esta España en la que no creen.
A la vista de los resultados de este domingo, sin la mayoría suficiente del PP para gobernar, y con los dos bloques enfrentados, todo el mundo da ya por hecho que Sánchez será de nuevo presidente. Sus acuerdos contra natura y los atropellos perpetrados con la derogación de la ley de sedición y la reforma del delito de malversación, han sido amortizados. 
El PP se ha quedado de nuevo con la miel en los labios. Es posible que le hayan castigado los espectáculos montados con Vox en algunas comunidades y ayuntamientos. Quizá también ha habido un exceso de confianza, tras la victoria de Feijóo en el cara a cara de Antena 3. O igual, ingenuos ellos, llegaron a creer que las encuestas les aseguraban una victoria holgada.
Sea como fuere, la cosa ya no tiene remedio. El partido ganador no podrá formar gobierno, aunque haya sido el más votado. Salvo que Puigdemont vuelva a meterse en el maletero del coche y emprenda una ruta que no aparece en el mapa.