Un presidente de equilibrios

D. M.
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Miguel Ángel Valverde asume la inercia de una administración eficaz y el reto de rediseñar políticas e hilvanar un gobierno con Vox

Un presidente de equilibrios - Foto: Tomás Fernández de Moya

Miguel Ángel Valverde (Bolaños de Calatrava, 1970) es de esa clase de políticos que suelen hacer poco ruido. Pausado, equilibrado en sus gestos y en sus formas, ha ido escalando en su partido de forma constante y callada hasta convertirse en estos días en el centro de todas las miradas, porque sin entrar en sus objetivos, mañana, sobre el mediodía, se convertirá en el octavo presidente de la Diputación de Ciudad Real de la era democrática. Pocos vaticinaron la salida de José Manuel Caballero de la institución provincial. Ni él mismo lo vio venir tras ocho años donde ha querido dejar su sello en modo de gestión eficaz, intervencionista, de deuda cero y proyectos contra la despoblación, la digitalización y el recién inaugurado Ifedi como buque insignia de su legado.

Valverde, casado y con dos hijas, proviene de una familia tradicional de Bolaños. Su madre, maestra, muy querida en el pueblo, y su padre, autónomo emprendedor, seña e identidad de la localidad, han marcado una personalidad que, según le definen amigos y compañeros, es «divertido y familiar», con marcados valores familiares. Personalista en la gestión e incluso a la hora de publicar en sus perfiles de redes sociales, suele abrir las puertas de su despacho de Alcaldía a todos los vecinos.

Con Daniel Almansa como padrino político, el presidente del Partido Popular de Ciudad Real desde noviembre de 2020 ha cimentado su poder provincial -no sin ciertos equilibrios- en las distintas mayorías que ha obtenido en Bolaños en las tres últimas legislaturas hasta este mayo, donde la entrada de Vox ha dibujado un mapa de pactos a los que, de momento, no rehúsa. Es más, Valverde ha normalizado la entrada del partido de Abascal en todos los ayuntamientos de la provincia donde necesitaba el apoyo, menos en Puertollano, donde Miguel Ángel Ruiz ha hecho una especie de 'Guardiola' en Extremadura para gobernar con apoyos puntuales.

Ha rechazado cualquier pacto con el PSOE en Bolaños, donde gobierna con Vox, y en la Diputación, al ser segunda fuerza más votada municipalmente con once diputados, no le queda otro camino que hilvanar un equipo de Gobierno conjunto. Tiene interiorizado y normalizado el acuerdo por la necesidad del cambio en una institución que, a priori, suele ser de una de las menos batalladoras en clave política. Sin embargo, es de las más jugosas para rearmar los partidos y a los suyos. Totalmente saneada y con un gran reparto de fondos municipales, la Diputación de Ciudad Real sirve como atalaya para que los líderes políticos provinciales cimenten la base de las próximas estrategias electorales.

Sin embargo, no siempre sucede lo esperado. Al no ser de elección directa, la presidencia de la Diputación se juega en los partidos judiciales y a veces por un puñado de votos de localidades donde el giro es imprevisto, como pasó en Puertollano, y el empuje de Vox en comarcas como la de Ciudad Real. Esos ingredientes han dado un vuelco para el que Valverde va a tener que disponer de todo el tiempo disponible para lidiar con este mastodonte administrativo en personal, en recursos y consorcios, como el de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) y el Servicio Contra Incendios y Salvamento (SCIS).

Uno de los retos a tener en cuenta, sin duda, es Fenavin. La gran feria del vino español constituye en sí misma un faro y un referente nacional, comandada principalmente por un equipo técnico, con Manuel Juliá a la cabeza. La disyuntiva, en este caso, es si Valverde dará continuidad o el nuevo equipo de Gobierno implementará un giro. Será la primera vez donde la Diputación mirará al resto de administraciones de distinto color, al menos en la Junta, donde será también un buen termómetro para revalidar el apoyo regional. La experiencia pasada con Cospedal fue abrupta y torpe. Los asesores, en este tipo de casos de éxito como es Fenavin, suelen aconsejar que lo que funciona, no se toca.

Valverde tiene ante sí, también, el reto de dar un impulso a uno de los servicios que ha sido un dolor de cabeza para todos los gobiernos provinciales: el SCIS. Con una apuesta arriesgada por romper privilegios, con decenas de sentencias de por medio, y una propuesta sindical mantenida, este servicio encara una nueva etapa con una renovación y sustitución por jubilaciones de bomberos que aún hoy mantiene algunos pleitos en los juzgados.

apuesta por la diputación. Valverde, en su calidad de senador, ya defendió el papel de las diputaciones frente a otros partidos políticos. Sin ir más lejos, sus socios, Vox, en campaña, deslizaron más de un mensaje de eliminación por considerarlas «un gasto superfluo». Aunque los de Abascal siempre han puesto más la crítica sobre las autonomías -donde ahora no han tenido ningún problema a la hora de entrar en ellas-, también dispararon contra estas administraciones que el PP siempre ha considerado prioritarias por el apoyo que brinda a los pequeños pueblos. Como se ha hecho en los ayuntamientos, Valverde dará a las diputadas de Vox aquellas vicepresidencias donde se sientan más identificadas para no romper en exceso una inercia de tranquilidad de una institución que en los últimos ocho años ha sido un remanso de paz para que el que ha gobernado con el beneplácito, claro está, del PP, que era la oposición.