25 años de ambiente familiar entre alumnos

Patricia Vera
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La Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva celebra este año su XXV aniversario con diversas actividades • El precio y la calidad es la clave de su atracción

Ángel Fernández y Natalia Sánchez, valdepeñeros y estudiantes de Lenguas Modernas, han cambiado su dormitorio por una habitación triple y la comida de casa por un buffet. Son los herederos de los más de 4.200 estudiantes que han pasado por la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva en sus 25 años de existencia. Llegan con una mochila de sueños e incertidumbres y se ven obligados a convivir con desconocidos, de ahí que el ambiente familiar y cercano de la residencia sea tan importante. Han tenido suerte, son cientos las solicitudes que cada año llegan para optar a una de las alrededor de 40 plazas libres de las 180 posibles. Llegan con dudas, pero pocos abandonan, según la directora del centro, Pilar Gómez.

En el curso 1990-91, Gómez fue la encargada de dirigir un centro que empezaba, alojada en el antiguo hospicio, con pocos recursos y muchas obras que hacer. Entonces, y durante un par de años, solo dieron servicio a 90 alumnos, que pronto se convirtieron en los 180 actuales. En una primera fase, se adaptó el edificio: se mantuvieron exteriores, se aprovecharon estancias y se 'cortaron' las grandes habitaciones para configurar individuales, dobles y triples.

Dotada de todos los servicios, puede optar las plazas cualquier universitario, con prioridad para los de la provincia y las situaciones sociofamiliares «complicadas». Para la selección, se tiene en cuenta la renta y el expediente académico. La cuota mensual es de 283 euros (pensión completa), pero existen reducciones por situaciones especiales. El precio y la calidad de los servicios son los factores decisivos por los que esta residencia, la única de titularidad pública sin gestión externalizada, es de las más demandadas, según Gómez.

En esta circunstancia reside principalmente su valor, opina David Triguero, vicepresidente de la Diputación Provincial. «Es una apuesta de la Diputación porque las competencias serían de la Junta o del Ministerio de Educación», afirma a La Tribuna. «Es una apuesta por lo público, es la más económica de toda la región y gracias a ello muchos pueden estudiar», afirma, sin dejar de mencionar las becas. Por ello, descarta una subida de tasas en los próximos presupuestos.

profesionales. Como puntos fuertes, apunta Triguero, los buenos profesionales en los servicios y la renovación continua de las instalaciones, por lo que no se prevén inversiones pero si continuar con la «conservación y optimización». Ángel Fernández, reticente a esta aventura en un principio y encantado dos meses después, da fe de ello. «Me dijeron que me viniera a la Santo Tomás, que es donde mejor se come», bromea. Su compañera Natalia muestra el lado opuesto: «Quería venir para conocer gente nueva, hay mucho contacto y muy buen rollo», afirma. Los dos llegaron por referencias de amigos o familiares, lo que demuestra el poder del 'boca a boca'.

En estos 25 años, la residencia ha cambiado poco, pero la sociedad, mucho. Gómez afirma que la evolución les ha obligado a actualizarse. La tecnología es una de las claves. «Era rarísimo que antes un estudiante tuviera un ordenador», recuerda, «y poco a poco fuimos incluyendo una sala de informática con internet por cable y ahora por wifi en todas partes». Académicamente, opina Gómez, el nivel es más elevado, ya que la continuidad en la residencia esté condicionada por los resultados, excepto el primer año de adaptación.

Y si han cambiado los medios y los estudios, ¿también los alumnos? Son algo más niños que hace 25 años pero tienen más conocimientos de cualquier ámbito. Los jóvenes son distintos, pero la situación es la misma: para muchos, es la primera vez que salen de casa solos y tienen que aprender a gestionar su libertad. Por ello, la residencia se vuelca fuertemente, como lo lleva haciendo más de dos décadas, en poner en marcha actividades integradoras.

Abierta a la sociedad, en estos 25 años la residencia ha acogido todo tipo de actos, en una apuesta que «ha venido creciendo»», según Triguero, hasta «convertirse en un espacio cultural de referencia». No podía ser menos en su aniversario. Con financiación de la Diputación, se celebrarán concursos deportivos, de selfies, de marcapáginas y de camisetas a nivel interno, así como uno de ilustración. En febrero y marzo, habrá unas jornadas organizadas por el departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha «sobre el edificio y la sociedad de entonces y ahora». Y, posiblemente en el mes de mayo, se reunirá el mayor número de posible de antiguos alumnos y sus familias. Entonces, la magnitud del sentimiento de unión y hermandad a lo largo de 25 años será visible