Ayuda ante la pérdida

R. Santamarta
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Ocho de cada diez intervenciones del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de Apoyo Psicosocial de Cruz Roja Ciudad Real responden a muertes voluntarias. Los expertos calculan que por cada persona que se suicida hay otras seis víctimas

Miembros del ERIE junto a Protección Civil, Policía y la UME analizan una situación de emergencia. / - Foto: LT

La muerte es más dura asumirla que padecerla», aseguraba René de Chateaubriand, el fundador del romanticismo en la literatura francesa. Y cuando se presenta de una forma repentina e inesperada como un accidente, un homicidio, una muerte por violencia de género o un suicidio las reacciones de los afectados por la pérdida de ese ser querido son más intensas y dispares. Ahí es donde entran en escena los Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de Albergue Provisional, Apoyo Psicosocial y Búsqueda de Desaparecidos (actualmente en formación) de Cruz Roja Ciudad Real que, gracias al convenio firmado con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Las muertes voluntarias ocupan ocho de cada diez casos abordados por el ERIE de Apoyo Psicosocial cuyo referente en la provincia, el psicólogo clínico David Palomares, explica que «al día se quitan la vida en España diez personas, una a causa de la crisis económica». Y, según apostilla, «muchos familiares culpan al fallecido por la situación en la que se quedan». «La mayoría de las personas tenemos solución A o B a un problema, pero hay una minoría que opta por la C», argumenta.

Los expertos calculan que por cada persona que se suicida hay otras seis víctimas: sus seres queridos. «Nosotros llegamos en la fase de shock y nos vamos en la de adaptación», explica sobre la intervención de los voluntarios -cerca de 120- que conforman este equipo especializado de Cruz Roja. Así, tratan de identificar al familiar que está más entero a fin de obtener la información necesaria para poder prestar una ayuda de calidad porque «las motivaciones para el suicidio son muy diferentes».

No obstante, la situación se torna aún más complicada cuando la víctima es joven y, según asegura, «se están dando muchos casos de menores». En este sentido, le vienen a la cabeza dos casos recientes: el de una adolescente embarazada y el de un chico de 17 años. «Vemos también suicidios de personas mayores, pero la media de edad está en los 40 años», precisa incidiendo en la necesidad de apostar por un plan de acción coordinado. «El Consejo General de la Psicología ya ha puesto de manifiesta la necesidad de diseñar un protocolo de prevención y actuación», recuerda sin obviar la dificultad puesto que «la ideación suicida se lleva por lo general en secreto».

Palomares llegó a Cruz Roja hace unos cinco años. Empezó en el programa de Respiro Familiar, para descargar a los cuidadores de dependientes del estrés al que se ven sometidos por las continuas atenciones que estos precisan y romper con el aislamiento al que se entregan.  «Igual que tenemos derecho a una vivienda digna, creo que también lo tenemos a un bienestar psicológico», asegura Palomares.

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