De protagonistas a un papel secundario

M.R.Y (SPC)
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Más allá de Vox, JxCat y PNV pueden tener la llave de la gobernabilidad para Feijóo, mientras que a Sumar se le tienen que juntar los independentistas para revalidar a Sánchez

Santiago Abascal pierde escaños, pero supera la treintena mientras que Yolanda Díaz debuta con un dato que empeora las cifras de Unidas Podemos. - Foto: EFE

Un bloque de derechas y otro de izquierdas. El primero, con PP y Vox; el segundo, con una coalición entre PSOE y Sumar. Estaba claro que tanto el partido de Santiago Abascal como la plataforma de Yolanda Díaz iban a ser determinantes para configurar un Gobierno conservador o progresista. Pero, tras las elecciones, las formaciones consideradas secundarias, con menos de una decena de escaños, se antojan determinantes para que unos u otros puedan conformar un Ejecutivo.

A pesar del importante salto del PP con respecto a la cita de 2019, y al casi empate del PSOE con su resultado de hace cuatro años, la debacle de Vox -con casi una veintena de asientos menos- y la discreta aparición de Sumar -que, con respecto la unión de la quincena de los partidos que concurrían juntos sacó siete representantes menos-, nada está claro después de estas generales, tras las que nuevamente independentistas vascos y catalanes y partidos de representación regional tendrán la llave para evitar una repetición de los comicios.

A la suma de PP y Vox se añade casi sin miramiento el único escaño del UPN. E, incluso, no se descarta el posible respaldo de una Coalición Canaria que no duda en cambiar de derecha a izquierda en función de sus intereses. En ese caso se llegaría a los 171 escaños, cuando la mayoría se sitúa en 176.

Pero para que Alberto Núñez Feijóo pueda ser presidente del Gobierno, a los populares se les presentan unos incómodos socios de legislatura. Los rupturistas de JxCat ha sido la única formación secesionista que no ha descartado a lo largo de la campaña unirse a los conservadores, algo que sí han desechado ERC o Bildu. El pacto que ya forjó José María Aznar con CiU podría servir como antecedente. Eso sí, entonces, la formación que lideraba Jordi Pujol no tramaba un referéndum independentista ni tenía políticos prófugos de la Justicia. Pujol barría beneficios para Cataluña. Los de Puigdemont quieren que Cataluña ya no forme parte de España, y tanto PP como Vox han incidido en que no permitirán una consulta secesionista e, incluso, Abascal llegó a augurar una «escalada de la tensión» la región aún mayor que la vivida con el órdago independentista de 2017.

El voto a favor de JxCat podría no ser necesario, pero sí una abstención, a la que tendría que unirse entonces el apoyo u otra abstención del PNV, otro partido que no ha dudado en virar hacia la derecha o la izquierda en sus respaldos al Gobierno central en función de las cesiones que le den desde Madrid. Eso sí, en esta ocasión los jeltzales han cargado con más fuerza que nunca contra, no solo Vox, sino también contra el propio Feijóo, al que han acusado de una radicalización.

Cambios de parecer

Las cuentas también las echan en Ferraz, donde saben que el PNV y JxCat son determinantes para sus intereses. El PSOE cuenta con el apoyo de Sumar, pero podría reeditar los pactos de legislatura con Bildu y ERC. Una alianza que esta vez tendría exigencias mayores, puesto que en ambos casos exigen la celebración de una consulta secesionista. También podría añadir al único representante del BNG. Los jeltzales, que ya apoyaron a Pedro Sánchez en la recién terminada legislatura, no tendrían ningún problema en sumar con el bloque progresista. Entonces, serían 172 escaños, por lo que los de Puigdemont volverían a ser determinantes: o se abstienen, o dan el Gobierno a la derecha.

Eso sí, la llegada de Feijóo a la Presidencia del PP acerca al PNV a los conservadores, puesto que al líder popular le une una fuerte amistad con el lendakari vasco, Íñigo Urkullu, forjada durante su etapa como jefe del Ejecutivo de Galicia. También hay quien apunta que el bloque jeltzales tiene que empezar a distanciarse de EH Bildu, su principal rival de cara a los comicios autonómicos en Euskadi dentro de un año. De ahí que los nacionalistas puedan dar una sorpresa y distancie su postura de unos socialistas que, además, dependen también de los abertzales si quieren mantener la Presidencia de Navarra.

Es hora de las calculadoras, de los pactos, de las llamadas, de las concesiones. Algo en lo que los españoles ya no tienen nada que hacer. Todo depende de los políticos que han elegido en estas últimas elecciones generales.