Educar en pandemia

Belén Monge
-

El colegio García Lorca del pueblo de Uceda, en Guadalajara, afronta este curso con 40 alumnos más y con un proyecto de apoyo al pequeño comercio

Alumnos de quinto curso aprenden Naturales con los códigos QR. - Foto: Javier Pozo

Mientras cada vez hay más pueblos en Guadalajara donde por falta de niños la escuela desaparece, en Uceda, pese a estar ubicado en un entorno rural, el colegio García Lorca cuenta ya con 165 estudiantes, 40 más en este curso escolar, que bien podría deberse, al menos en parte, a los más de 400 nuevos residentes en el pueblo tras la pandemia. El crecimiento urbanístico ha conllevado que lo que hace más de una década fue un Centro Rural Agrupado (CRA) se haya convertido en un Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) con una riqueza intercultural difícilmente igualable, con más de diecisiete nacionalidades.

El cierre de la enseñanza presencial durante el confinamiento obligó al centro a adaptar proyectos y actividades a la nueva situación, pero el aprendizaje no paró. La ilusión, esfuerzo y trabajo de todo el equipo, desde la conserje, Marta Valcárcel, hasta con su director, Goyo Jara,  con la colaboración del AMPA y del Ayuntamiento y la Junta de Comunidades, ha hecho posible que el colegio, no solo resista sino que sea un ejemplo a seguir por su implicación en iniciativas tan gratificantes como el proyecto 'Kilómetros solidarios', convertido en 650 kilos de alimentos para las familias que más han sufrido la crisis del coronavirus.

Llegó septiembre y con él, el inicio de un curso atípico en un colegio preparado para enfrentarse a la nueva situación gracias a la implicación de los padres, profesores y hasta los propios niños, que parecen haberse adaptado muy bien. Los rostros sonrientes de los más pequeños -a quienes se les permite no llevar mascarilla- lo dicen todo. «Los niños se han amoldado estupendamente y para mí, estar con ellos, es la mayor lotería», afirma la profesora Elena García. Cada día, para acceder al centro, los peques y menos peques forman fila por edades en  la Cuesta del Gusano, el camino Bienvenidos o en la Puerta Parchís. Entran en sus aulas y cuando toca salir al recreo o al huerto que han creado, lo hacen por turnos, al igual que en el comedor.  

Los rostros de los peques del aula  de Infantil de Elena lo dicen todo.Los rostros de los peques del aula de Infantil de Elena lo dicen todo. - Foto: Javier PozoLaura Núñez da música. Reconoce que con la mascarilla la clase de flauta es complicada. «No podemos tocarla pero nos la ponemos a la altura de la barbilla, solfeamos y aprendemos la posición de los dedos para que cuando los niños vayan a casa, practiquen». Aitor, de cuarto curso, tiene el instrumento musical en la mano y aunque no puede tocarlo, está contento de ir al ‘cole’ porque dice que en casa se aburría. Y muy parecido le pasa a Pilar, a quien le costaba mucho seguir las clases no presenciales. Sin embargo, Rocío se muestra algo triste porque, al tener que mantener la distancia, no puede saltar con sus compañeras a la comba. Pero se ha recuperado algún juego casi olvidado como el teje.

El RinCOVID.En este colegio, donde en todos los rincones hay alguna iniciativa en marcha y donde prima el color y la complicidad, todos son conscientes de que tienen cumplir las normas sanitarias. Pero por si a alguno se le olvidase, dentro de cada aula hay una zona que han denominado RinCOVID, donde tienen equipo de protección de repuesto, y aparece el horario de organización de recreos y para lavarse las manos. «Todos está fluyendo muy bien» indica el director mientras visitamos las distintas aulas y proyectos. Mientras, el inspector de zona, Jesús Cabrera, resalta la labor que desde el punto de vista emocional realiza el profesorado.

«Los peques se han adaptado bien, lo tienen muy metido en la cabeza», señalan las profesoras Esther y Elena, pese a que reconocen cierta dificultad en clases como la Inglés. Bryan es de los más mayorcitos. Estudia sexto y aunque al principio llevó «fatal» el tener que ponerse la mascarilla, se ha acostumbrado. Iker fue muy guapo este día al colegio, tal vez porque sabía que La Tribuna iba a ir a visitar el centro para ver como se habían adaptado a la nueva situación. En su caso, reconocía que alguna vez se saltaba «un poco» la distancia, pero pocas veces. Ylo que para Denisa fue «un rollo» al principio de llevar la mascarilla porque respiraba mal, hoy está casi superado. «Cuando llego a casa y me la quito,  me siento rara», añade Nisrin.

El director en el aula de los niños de sexto de Primaria.El director en el aula de los niños de sexto de Primaria. - Foto: Javier PozoLos dispositivos electrónicos han llegado este año a las aulas de quinto curso. Puede ser que la Covid lo haya favorecido pero lo cierto es que todos los chavales tienen ya tablet y en el aula hay un panel interactivo. Se trata del proyecto Carmenta y el director se siente muy agradecido tanto a la Junta como al Ayuntamiento, por su contribución. Judit se sienta en primera fila y aunque al principio tuvo un pequeño percance -parece ser que perdió el dispositivo- todo está solventado y está muy contenta.

Códigos QR. La llegada de la Covid-19 ha supuesto, sin duda, que la era digital se haya adelantado en las aulas. Así, en la clase de Naturales de Rosario este año se repasa el tema de una forma diferente. La maestra muestra en el panel interactivo distintas respuestas a una pregunta y los alumnos tienen que acertar. Pero ahora lo hacen haciendo uso de unos códigos QR. Vemos como Rosario, tras preguntar al alumnado, hace un barrido con su móvil a los códigos que los alumnos levantan con el brazo en alto y las contestaciones aparecen en la pizarra interactiva. De esta forma, no solo se evita que toquen nada sino que se puede preguntar el tema del día a todos a la vez, afirma la profesora mientras la concejala de Educación, Eva Martínez, que nos acompaña en la visita, comenta entre risas: «los bachilleres antiguos nos lo hemos perdido».

El director subraya satisfecho y orgulloso que todo va «viento en popa» porque «los niños responden al mil por ciento» y convencido de que este colegio no tiene nada que envidiar a otros centros.

El ritmo no para en el García Lorca. Hasta el momento solo se han dado dos casos de Covid pero para la dirección lo importante es que si hubiera cualquier tipo de incidencia «todo está muy pautado», subraya Cabrera. Lo cierto es que el acróstico del colegio, resumido en los valores de unión, convivencia, educación, diversidad y amistad, que curiosamente llevan a las siglas del nombre del propio municipio, U.C.E.D.A, se da casi a la perfección. Su director y profesor de Educación Física no se achanta ante nada y eso ha llevado al García Lorca a tomar impulso. De hecho, Jara está convencidos de que si hubiese que pasar otro confinamiento, el proyectos Carmenta les abriría  un abanico nuevo. Pero esta es tan solo una de las que hay en marcha en un colegio en el que alumnos y personal del centro forman una gran familia.

Para esta Navidad, con el fin de potenciar el consumo en Uceda, han puesto en marcha el proyecto denominado Consume en tu pueblo. Los chavales están elaborando carteles con mensajes que se expondrán estos días en los comercios para que los vean los clientes.

Su próxima apuesta, potenciar el uso de la bicicleta para ir al ‘cole’. Es fácil que lo logren porque en el García Lorca los sueños se persiguen con ahinco y con entusiasmo, las barreras no existen.