«La quinoa no tiene por qué ser mejor que los garbanzos»

M. E.
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Boticaria García estará el jueves en Ciudad Real en el XII Foro de Emprendimiento de la Cámara de Comercio.

María Ángeles 'Boticaria García'. - Foto: LT

Natural de Belmonte (Cuenca), se doctoró en Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid y posee los grados en Nutrición y Dietética y en Óptica y Optometría. Pasó siete años detrás del mostrador de una farmacia rural, en Villaescusa de Haro (Cuenca), pero en 2012, María Ángeles García García cambiaba de vida y hasta de nombre. Después de haber sido una "mamá bloguera", nacía 'Boticaria García', una divulgadora científica que cuenta con más de 700.000 seguidores en sus redes sociales y que ya se ha convertido en una voz y un rostro habitual en programas de radio y televisión de Antena 3, La Sexta y TVE. Además, colabora con medios escritos y ha publicado varios libros, el primero de ellos 'El jamón de york no existe', que suponía su consagración como divulgadora en nutrición y alimentación. Este jueves estará en Ciudad Real en el XII Foro de Emprendimiento de la Cámara de Comercio.


¿Cuál será su aportación en este foro?

Al ser un foro de emprendedores, les voy a contar cómo desde un pueblo de 500 habitantes, que es donde yo tenía la farmacia, abrí el blog y al final pues acabé pasando a los platós de televisión. Y fue gracias a la tecnología y a las redes sociales, por lo que intentaré explicar cómo puedes utilizar las herramientas tanto Internet como las redes sociales para crecer profesionalmente, que la gente deje de ver redes sociales como Instagram o TikTok simplemente como un entretenimiento, y que pase a verlas como un arma de trabajo.

María Ángeles 'Boticaria García'.María Ángeles 'Boticaria García'. - Foto: LT


¿Cómo empezó todo?

Yo siempre digo que yo fui madre bloguera antes que divulgadora sanitaria, como cocinero antes que fraile, pero aquello me duró año y medio, me aburrí un poco de hablar siempre de mis hijos, que era muy divertido, pero ya lo había contado todo. Un día mi madre me aconsejó que me centrara y que escribiera de lo mío, no de sus nietos, que para eso me habían dado unos estudios de farmacia y nutricionista. Y eso coincidió con que yo empecé a darme cuenta de que la gente en la farmacia iba ya con su diagnóstico del 'doctor Google' más o menos hecho. Entonces me di cuenta de que nos había salido cierta competencia a la hora de la credibilidad, y pensé que por qué no, y así abrí el blog de Boticaria García. Luego me propusieron escribir un libro sobre anécdotas de farmacia, y eso fue lo que prendió la mecha, porque eso me llevó a hacer 70 entrevistas en un mes y medio, y el libro se publicó en la segunda edición, y hasta hoy.

 

Con tantos seguidores a la espalda, hay que tener cuidado con lo que uno dice. ¿No es mucha responsabilidad?

Intento no pensar en ello, intento pensar que lo que yo hago detrás de una pantalla es lo mismo que hacía detrás del mostrador de la farmacia. Yo doy un consejo sanitario que tiene que ser riguroso y eso es lo primordial. Para mí la línea roja número uno es el rigor y que todo lo que yo diga esté muy bien documentado. Hay una responsabilidad con la salud de las personas, no es para que no me pillen a mí en un renuncio.


El escaparate de un influencer tiene que ser un emplazamiento publicitario muy apetitoso para las grandes empresas. ¿No surgen conflictos de intereses entre la ética y el dinero?

Cuando uno tiene muchos seguidores en redes sociales, es muy tentador hacer publicidad, y los más seductores suelen ser los menos saludables y lo que yo puedo ganar en tres meses, lo puedo ganar en dos días haciendo una cosa. Entiendo que es difícil no sucumbir a eso, pero si lo haces al final tu credibilidad y los mensajes que viertes están en tela de juicio.

 

Sería matar la gallina de los huevos de oro.

Es más una cuestión interna de ética y de ser consecuente y coherente. Estamos tan acostumbrados a ver que todo el mundo hace publicidad de cualquier tipo, que nada extraña, con sociedades científicas o deportistas que anuncian productos que no son saludables. El mundo es marketing y cada vez es más difícil identificar cuál es una fuente rigurosa y cuál no lo es.


¿Qué tres consejos básicos le daría a los lectores para tener una alimentación sana?

El mensaje principal es que la buena alimentación empieza en el carro de la compra. Lo que no tienes en casa no te lo comes. Eso es lo fundamental. A la hora de hacer la compra, si algo te parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente es que no sea verdad. Además, a los productos que te prometen un montón de bondades hay que darles la vuelta y mirar cuántos ingredientes tienen, qué cantidad de azúcar, qué cantidad de sal... Hay que saber algo de etiquetado nutricional, unas nociones básicas.

Y en tercer lugar yo digo siempre que tienes que comer como la bandera de Portugal, mucho verde y mucho rojo. La mitad de la ingesta deben ser frutas y verduras, un cuarto cereales integrales y un cuarto proteína saludable, como las lentejas de toda la vida, la del pollo, la del huevo y la de los frutos secos. Las reglas son sencillas pero el problema es que nuestros platos no se parecen a eso ni de broma. El problema es que el mundo está montado con un marketing que nos atrapa.


¿Cuál es el bulo alimenticio que más ha combatido?

El de las carnes procesadas, que realmente están clasificadas por la OMS como posiblemente carcinogénicas. Son capaces de convencernos con reclamos de marketing. Todo el mundo piensa que comer fiambre de pavo es saludable cuando en realidad no lo es. Sigo empeñada en que la gente le dé la vuelta al producto y vea qué porcentaje de carne tiene eso realmente, o qué porcentaje de pescado tiene una barrita de surimi, por ejemplo. Tengo una cruzada contra la etiqueta de 'natural' porque realmente 'natural' en el BOE no significa nada. Yo prohibiría los alimentos que no sean saludables.

 

Entonces, mejor brócoli que fiambre.

Yo soy fan del brócoli porque realmente el brócoli, como otros muchos alimentos, tiene compuestos antioxidantes, que es ideal para el estrés que tenemos. Las frutas y las verduras no son buenas solo porque tengan pocas calorías o porque tienen muchas vitaminas o porque tienen fibra, sino porque tienen antioxidantes y los antioxidantes regulan y nos van a ayudar a equilibrar ese estrés que tenemos, esos radicales libres. Obviamente, no pasa nada porque te comas hoy un donuts, pero de manera sostenida en el tiempo los alimentos ultraprocesados que no son saludables provocan reacciones de oxidación y de inflamación. Yo creo firmemente en que una alimentación en la que hay algo prohibido no va a funcionar. Tú tienes que ser libre de, si te apetece, hoy llegas a casa y quieres cenar lo que quieras, pues te lo cenas, pero que en tu día a día lo que haya sea saludable.

 

La quinoa, el aguacate, las algas, las bayas de goji, la espelta... ¿Los superalimentos dan lo que dicen que dan?

Depende. El concepto de superalimento es como el jamón de york, o sea, que no existe como tal. La quinoa no tiene por qué ser mejor que un garbanzo, aunque su proteína sea más completa.¿Cuál es el problema? Que estos alimentos actúan como lavadoras de conciencia para luego permitirnos sumarlos a otras cosas más insanas.


¿Cómo podemos realizar una compra saludable sin dejar medio sueldo en el intento?

Se pueden seguir unos consejos básicos, como puede ser aumentar el consumo de legumbres, que es la proteína más barata y saludable que vamos a encontrar, tirando más lentejas, incluso de bote, en conserva, que son perfectamente saludables. También se pueden consumir más huevos, que son muy ricos nutricionalmente, aunque tienen muy mala prensa y se dice que solo se pueden tomar tres a la semana, pero eso está desfasado; no hay ningún problema en tomar uno al día, pero lo que no podemos hacer es tomar huevos fritos con chorizo todos los días. También debemos valorar mucho más los ultracongelados, que también tienen mala prensa: las alcachofas, los guisantes, las judías verdes y también el pescado. Mantienen sus propiedades y son más baratos que los alimentos frescos, siempre en el caso que apriete el bolsillo. Y otro consejo importante es disminuir el consumo de alcohol, que es lo que más sube el gasto.


¿Renunciar al aceite de oliva virgen por su actual precio es entendible o es un sacrilegio?

Realmente estamos en una situación un poco crítica por su precio y podemos optar al aceite de orujo de oliva, que no tiene nada que ver ni desde el punto de vista nutricional ni gastronómico, pero sí conserva algunas de las propiedades, sobre todo los ácidos grasos monoinsaturados. Es más barato que el aceite de girasol y es una mejor opción. Pero el aceite de oliva es una de las bases de nuestra dieta y es una pena tener que dejar utilizarlo por un tema económico


¿Y qué hacemos con nuestras migas, gachas, morteruelos, ajoarrieros…?

Nadie come morteruelo ni gachas todos los días. Tenemos opciones muy buenas en la tierra, como el mojete, por ejemplo. Yo tiraría más por las preparaciones de legumbres, que también son muy nuestras y las tenemos olvidadas. Yo creo que esos platos son manjares, y más para los que hemos crecido con ellos, y desde luego el problema no está en el morteruelo, el problema está en la palmera de chocolate que te comes todos los días y a la que no le pones tantos miramientos.


 

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