Conectados a la vida

Soraya Lucas / Toledo
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Algunas personas con insuficiencia renal son trasplantadas y otras tienen que acudir a una unidad de hemodiálisis de forma ambulatoria para seguir viviendo.  Este pasado jueves se celebró el Día Mundial del Riñón y, por este motivo, La Tribuna ha querido conocer de primera mano el día a día de un enfermo renal crónico y qué mejor espejo que acudir a una de las clínicas de Asyter, que ofrece uno de los mejores tratamientos integrales para pacientes renales de toda España. Asyter es una compañía especializada en la asistencia y el tratamiento de los enfermos renales. En 2003 abrieron su primera clínica de hemodiálisis ambulatoria en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y en 2004 se adjudicaron el concurso del Servicio de Salud de Castilla la Mancha (Sescam) para la prestación del servicio de hemodiálisis en las localidades de Toledo, Talavera de la Reina (Toledo), Puertollano (Ciudad Real), Cuenca y Albacete.

Allí van los pacientes tres días a la semana y pasan unas cuatro horas ‘enganchados’ a una máquina que hace lo que sus riñones no pueden, eliminar todas las toxinas de su organismo y el exceso de agua. «Sacamos la sangre entre 15 y 18 veces y luego la retornamos al paciente», comenta a La Tribuna Álvaro Gumuzio, director general de Asyter.

Los riñones forman parte del sistema urinario y son los encargados de actuar como filtro para eliminar agua y los productos de desecho que genera nuestro organismo. Cuando los riñones no funcionan con normalidad, es cuando se diagnostica la Enfermedad Renal Crónica.

Esta enfermedad degenerativa pasa por diferentes etapas, hasta el estadio 5, donde la función del riñón tiene que ser suplantada por una terapia de reemplazo renal. Llegado a este estadio, existen tres opciones de tratamiento, explica Gumuzio: el trasplante de riñón, la diálisis peritoneal y el tratamiento de hemodiálisis.

Cuando el tratamiento elegido es la hemodiálisis, el paciente debe trasladarse a la clínica tres días por semana para recibir su sesión que aproximadamente dura cuatro horas.

Actualmente, conforme a los últimos datos aportados por el Sescam del año 2014, en Castilla-La Mancha hay 2.199 pacientes con enfermedades renales crónicas. La tasa de prevalencia en la población castellano-manchega es de 1.068,1 pacientes por cada millón de habitantes.

La tasa de incidencia en la comunidad autónoma es de 120,8 pacientes nuevos por cada millón de habitantes en el año 2014. Más de la mitad de estos pacientes (56,25%) ha podido ser trasplantado.

La mayoría de los pacientes que acuden a las clínicas Asyter tiene múltiples patologías que le impiden poder acceder a un trasplante. «No todos los pacientes que entran en un programa de hemodiálisis puede recibir un trasplante ya que tienen patologías asociadas que no lo recomiendan», explica Gumuzio.

Y es que la edad media de los enfermos tratados en Asyter es de 68 años y muchos de ellos padecen diabetes, una enfermedad que genera muchos problemas vasculares, añade.

El 38,02% de los enfermos renales de la región está en tratamiento de hemodiálisis y sólo el 5,73% realiza diálisis peritoneal (utilizando el peritoneo como filtro a través de un catéter abdominal fácilmente manejable). El paciente se trata en su casa o en su centro ambulatorio, detalla Gumuzio.

LOS HOMBRES SON MÁS PROPENSOS. Las enfermedades renales crónicas tienen mayor incidencia en los hombres (61,35%) que en las mujeres castellano-manchegas (38,65%).

De los nuevos pacientes en 2014, la mayor incidencia se encuentra en los enfermos de 64 a 75 años (344,4 por millón de habitantes) y de más de 75 años (308,4 por millón de habitantes). Ningún paciente nuevo diagnosticado ese año tiene menos de 14 años.

Por otro lado, más de la mitad de los trasplantes se realiza en pacientes con edades comprendidas entre los 44 y los 64 años (53,76%).

Por provincias, Toledo es la que registra más pacientes renales crónicos, con tres de cada diez enfermos (30,51%). Le siguen, con casi una cuarta parte de los pacientes, Ciudad Real (24,92%) y Albacete (23,37%).

Agua ultrapura. En todas las clínicas Asyter se realiza un proceso de doble ósmosis inversa para asegurar la máxima pureza del agua que se utiliza en los tratamientos de hemodiálisis, asegura su director general. El sistema de depuración de agua está duplicado para asegurar el suministro ante cualquier contingencia.

Asimismo, se efectúan controles diarios de la calidad de agua producida -se mide el cloro y la dureza del agua-, así como análisis microbiológicos (quincenales) y bioquímicos (trimestrales). «La planta de tratamiento de agua es el corazón de todas las clínicas», dice Gumuzio, que recuerda que el agua utilizada para el proceso de hemodiálisis tiene que ser «ultrapura». Para lograr esta calidad en el agua, «analizamos el agua a diario, se utilizan filtros de carbón, de arena y de celulosa; y cada circuito de distribución de agua está duplicado para mayor seguridad».

Y es que cada sesión de diálisis requiere 500 litros de agua. «Con el agua que se extrae de la ósmosis previa que hace la primera depuración se podría dializar, pero hacemos otra para garantizar que la calidad del agua que vamos a refundir al paciente sea perfecta», concluye Gumuzio.