Lugares de parada y fonda

Rafael Cantero
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En Ciudad Real, con la llegada del ferrocarril y el consiguiente aumento de viajeros y comerciantes que venían a la ciudad, se abrieron diversos establecimientos de alojamiento de diferentes categorías con el fin de dar respuesta a sus necesidades

Lugares de parada y fonda

Alojarse ha sido una necesidad de la especie humana desde la antigüedad. Las personas siempre han tenido que buscar alojamiento mientras se desplazaban de un punto a otro lejano de su domicilio habitual. Las actividades económicas ligadas a la prestación de servicios de alojamiento han dado lugar a que la hostelería haya ido evolucionando desde antiguo hasta nuestros días. La historia de la industria hotelera se remonta a tiempos remotos a los que posiblemente ni nos imaginemos. Generalmente, la apertura y desarrollo de establecimientos dedicados al hospedaje y manutención ha ido parejo al incremento del tráfico de viajeros.

Hasta principios del siglo XX, con frecuencia, los antiguos establecimientos destinados a dar hospedaje y comidas dejaban mucho que desear en el sentido de que las condiciones del alojamiento y el servicio de comidas eran poco recomendable por tratarse de locales donde la higiene escaseaba y el menú resultaba impropio para estómagos delicados. A partir de este momento, empezaron a prodigarse nuevos lugares de parada y fonda donde hacían noche los comerciantes y viajeros en general. En estos nuevos establecimientos se había mejorado sensiblemente las condiciones higiénicas y de calidad del servicio. Las populares casas de postas, ventas y posadas empezaron a dar paso a las fondas, pensiones, hostales y hoteles. Estos nuevos establecimientos, herederos de las antiguas casas de postas de diligencias de siglos anteriores, se situaron en los centros de las poblaciones y lugares próximos a estaciones de medios de transporte, donde la demanda iba en aumento.

En Ciudad Real, con la llegada del ferrocarril y el consiguiente aumento de viajeros y comerciantes que venían a la ciudad, se abrieron diversos establecimientos de alojamiento de diferentes categorías con el fin de dar respuesta a los comerciantes y visitantes de distintas clases sociales que demandaban hospedajes y comidas.

Lugares de parada y fondaLugares de parada y fonda - Foto: Tomás Fernández de MoyaDesde que se inauguró la vieja estación de ferrocarril, la calle Ciruela, que era la vía que ponía en comunicación directa la estación de ferroviaria con el centro de la ciudad, se convirtió en una de las principales de la capital, estableciéndose en ella diversos negocios relacionados con el sector de la hostelería. En el tramo final de la calle estuvo, a principios del siglo XX, el bar Goya, un establecimiento muy popular y concurrido porque era punto de reunión de ferroviarios y de viajeros que llegaban o partían de la estación de ferrocarril. Este bar, aparte del tradicional chateo, también servía comidas. De igual forma, también fue muy concurrido, en la confluencia de la calle Ciruela con la ronda, una taberna y casa de comidas llamada La Verdad. Este establecimiento hacía las veces de cantina y en él hacían parada los viajeros en espera de la salida de sus correspondientes trenes. El bar estaba alojado en una casa de planta baja, tal y como se comprueba en la fotografía antigua. Con el transcurrir de los años y la adaptación de los negocios a los nuevos tiempos, este bar cerró sus puertas y sobre su solar se levantó un nuevo edificio de dos alturas donde se estableció la pensión-restaurante Cascorro. Esta pensión, de mucha popularidad, llegó a tener gran prestigio porque, además de ofrecer un buen servicio, tenía precios asequibles a todas las economías 

Con los años, la pensión Cascorro desapareció y dio lugar al establecimiento conocido con el nombre Noche y Día, negocio que resultó tan exitoso como anteriormente lo fue la pensión-restaurante Cascorro. Noche y Día estaba abierto desde la madrugada, dándose cita en él a los transeúntes y viajeros que esperaban la llegada o partida de su tren y a cazadores que se tomaban su café y correspondiente copa antes de partir para la jornada cinegética. El bar Noche y Día estuvo en servicio hasta el año 1980. Este edificio de dos plantas fue demolido y en su solar se construyó el actual edificio que forma la esquina de calle Ciruela con la ronda del mismo nombre.