El ciclista alemán Marcel Kittel logró ayer imponerse al sprint en la última jornada del Tour de Francia en la que se festejaba el cierre de la edición centenaria de la ronda gala con una etapa nocturna que estuvo marcada por los festejos y los diferentes actos que sirvieron para celebrar la efeméride.

Así, el corredor británico Chris Froome (Sky) se proclamó de manera oficial vencedor del Tour. Froome entró en la línea de meta abrazado a sus compañeros de equipo. Mientras, el colombiano Nairo Quintana (Movistar), que finalizó a cuatro minutos y 20 segundos, y el español Joaquim ‘Purito’ Rodríquez (Katusha), que terminó la ronda gala a cinco minutos y cuatro segundos del vencedor, acompañaron a Froome en el podio en los Elíseos.

Sólido e inabordable en la bicicleta, tranquilo y modesto fuera de la carrera: Christopher Froome, el campeón del Tour de Francia en su edición centenaria, dejó su particular sello en la prueba más importante del ciclismo mundial.

Tan claro fue el dominio del británico en la ‘Grande Boucle’, que el escepticismo acerca de su rendimiento se tornó inevitable. Froome siempre evita comentar las comparaciones con el estadounidense Lance Armstrong, sancionado de por vida por doping tras ganar siete veces el Tour. Al igual que el estadounidense, el británico regresó al ciclismo tras una grave enfermedad.

«Soy humano», enfatiza Froome, de 28 años, que habla del «duro entrenamiento» cuando se le pregunta por las razones de su éxito. Lo cierto es que sobre la bicicleta, pese a sus 186 centímetros de altura, Froome asoma frágil, ya que pesa solo 67 kilos.

Sin embargo, el británico se apoderó del maillot amarillo ya en el primer ascenso a los Pirineos y se alejó de sus rivales casi convirtiéndolos en juguetes.