La hostelería de Ciudad Real, la más afectada en 2021

Hilario L. Muñoz
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La asociación provincial señala que hay municipios con dos meses de cierre por COVID y pide ayudas si hay nuevas medidas

Una de las terrazas de la plaza Mayor de Ciudad Real. - Foto: Rueda Villaverde

En plena escalada de contagios entre los jóvenes, ya hay comunidades autónomas que se han apresurado a cerrar el ocio nocturno, como Cataluña, y ya hay una propuesta para estudiar si se regresa a algunas medidas como el toque de queda. Se trata de una situación ante la que los hosteleros de la provincia de Ciudad Real reclaman que no se apliquen por igual en todos los territorios y que, de ser necesario regresar a los cierres y las restricciones, haya ayudas desde el inicio, como en Valencia, donde hay miles de euros previstos para cada establecimiento cerrado por la pandemia. Así lo remarca la Asociación Provincial de Hostelería y Turismo, cuya gerente, Cristina Miranda, dijo que cualquier medida sería «hiperlesiva» para un sector que «viene sufriendo desde hace más de un año una penalización injusta».

En concreto existe un documento que permite medir lo que ha supuesto el COVID para el sector, al menos en el año 2021. Se trata de una bonificación para la tasa fiscal sobre juegos de suerte, que ha publicado la Junta de Comunidades, y que dictamina una reducción del precio a pagar en función de los días que haya estado cerrada la hostelería y las salas de juego, entre enero y junio. Se trata de un documento objetivo, de la propia administración, y que señala que la hostelería de la provincia de Ciudad Real ha sido la más afectada por los cierres en 2021. En concreto la normativa dicta de forma general que los establecimientos de hostelería han estado 30 días cerrados y 39 los de suerte. La cifra implica dos días más de cierre que en Albacete y Toledo; y cuatro más, que en Cuenca y Guadalajara.

Además hay 21 municipios donde este cierre ha sido todavía de más duración en la hostelería, según el documento del Gobierno regional, con una media de 39 días y 13 en los que los salones de juego han tenido que cerrar más jornadas, con una media de 51. De entre ellos destacan dos municipios donde se ha duplicado el número de días cerrados, son Socuéllamos y Valdepeñas, que han estado casi dos meses cerrados entre enero y junio, 56 y 58 días. También destaca Manzanares, con 50. El dato es mayor si se observa los salones de juego, con 78 días cerrados en Socuéllamos. En el caso de la capital el cierre, según el documento del Gobierno regional, ha afectado 42 días a la hostelería y 51 a los salones de juego.

«Estos son los días de este año, a los que se suman los del año pasado», dijo Miranda, quien señala que este documento puede ser “una hoja de ruta” para reclamar ayudas en los municipios, ya que se trata de un documento objetivo en cuanto a los cierres, y pidió medidas similares en ordenanzas municipales, que podrían suponer otra línea de ayuda para sectores claves, como los hoteles o casas rurales, a la hora de abonar el IBI, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que en esos cierres no se incluye el ocio nocturno, que abrió hace dos meses.

Nuevas medidas

De cara al futuro, desde la asociación provincial, Miranda reclamó que no haya una aplicación general de las medidas, porque, por ejemplo, «en Castilla-La Mancha, a la vista está que lo hacen bien». «Los datos son de los mejores de España», señaló. De hecho, Ciudad Real esta semana tiene la menor incidencia de todo el territorio, según los datos del Carlos III.

En este sentido, desde la Asociación Provincial de Hostelería apuntaron que es necesario realizar un control de los establecimientos y, si hay algún local que incumple la normativa, sancionarlo como viene ocurriendo. Igualmente piden un control de otras actividades que pueden llevar al contagio como puede ser el botellón, «es una actividad lesiva, no solo para el colectivo hostelero, sino para las personas», dijo Miranda. Ya hay de hecho consistorios que han sacado bandos, como Torrenueva, señalando la prohibición de botellones en su municipio. Por último se pide un control a los propios establecimientos, recordando medidas como la necesidad de que no haya clientes de pie, que los grupos sean como máximo de diez, así como se pide al cliente que «lo haga fácil al empresario», que no es el encargado de poner estas normas.