Alfonso Goizueta

Alfonso Goizueta

@alfonsogoizueta

Doctor en Relaciones Internacionales y finalista del Premio Planeta 2023


García-Page sigue siendo del PSOE

10/06/2025

Son muchos los dirigentes socialistas que alzan la voz contra Pedro Sánchez. Conceden entrevistas asegurando que el partido atraviesa su momento más delicado desde la democracia, diciendo que este arrastre de las siglas les pasará factura, insistiendo en que lo que debe hacer Sánchez es convocar elecciones antes de que el daño vaya a más. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, incluso aseguraba hace unos pocos días en un periódico nacional que lo que más le preocupa no es la podredumbre que ha salido, sino la que está por salir. De todas las esferas se alaba su sinceridad, se le aplaude, se desea que el PSOE volviera a un cauce como el que predica él. El grado cinismo es, sin embargo, superlativo y lo peor es que nadie parece darse cuenta. A estos dirigentes contrarios al sanchismo lo único que les importa es el partido -las siglas bajo las que concurren a las elecciones y se juegan el sueldo-. No hacen balance del daño que está causando el PSOE a la democracia española. Si lo hicieran, actuarían en conciencia: reconocerían que el actual secretario general ha pervertido de tal manera los valores políticos y éticos de la socialdemocracia que ellos no puede seguir perteneciendo a su misma organización. Pero no lo hacen. Jamás abjurarán del PSOE, así se convierta, como estamos viendo, en un aquelarre de fango, corrupción y prácticas mafiosas. Alfonso Guerra y Felipe González, que han sido de los líderes históricos más vehementes contra el sanchismo, aún reconocen una y otra vez que han votado a Pedro Sánchez y que nunca podrán coger una papeleta que no sea la del PSOE. De igual forma el presidente castellanomanchego.

No hay vida fuera del PSOE. Los «críticos» sufren por lo que Sánchez le hace al partido -les duele más que lo que le hace a la democracia española- pero se resisten a dejarlo atrás. Nunca tendrán la valentía para rebelarse, si es que tan terrible les parece, lo que hace el secretario general. La única forma de hacerlo -de hacerlo de verdad, claro- sería renegar del PSOE, denunciarlo como un partido traidor a los valores de la socialdemocracia, abonado a las peores prácticas de la guerra sucia, y fundar un nuevo partido de auténticos valores socialdemócratas. No. Eso nunca. El partido por encima de todo. Sánchez pasará y ellos heredarán. Y una vez asentados en el trono, nunca hablarán mal del predecesor, porque todo es historia del partido, y el partido es sagrado. Esa es la perniciosa mentalidad que corrompe a la izquierda española: no hay más izquierda que el PSOE. Así como la derecha ha ido mutando a lo largo de la democracia, abandonando al partido central cuando éste perdía contacto con el valor político que representaba, el binomio izquierda-PSOE se ha mantenido inmutable. No es un síntoma de fortaleza ni de cohesión ideológica, sino de tragaderas de sus dirigentes.

Que en el momento más delicado de nuestra democracia, cuando el Gobierno de la Nación y el partido que lo sustentan han traspasado todas las líneas rojas de la decencia, los famosos «críticos» se limiten a llevarse las manos a la cabeza en alguna que otra entrevista, llamando la atención sobre la gravedad del asunto sin mover un dedo, sólo puede clasificarse como una abyecta cobardía. ¿Qué ha hecho Emiliano García-Page, único presidente socialista autonómico con mayoría absoluta, por reconducir el rumbo de su partido, por salvar a la democracia española de la corrosión de Ferraz? Absolutamente nada. «No puede hacer nada, Sánchez lo controla todo, los barones han perdido todo el poder»; son los argumentos que podrían esgrimirse para explicar su inacción política. Pero, ¿rige Sánchez sobre su conciencia?, ¿qué hay de su inacción personal, sin duda la más simbólica y valiosa?, ¿le es soportable esta situación? Claro que sí. La única preocupación que tiene es que el partido sufra semejante degradación a manos de este secretario general que para cuando llegue el siguiente (es decir, él) haga falta una década, o más, en la oposición antes de recuperar el poder.

Decía Edmund Burke que lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada. García-Page, González, Guerra, Lambán… son en teoría los hombres buenos de la izquierda; y no están haciendo nada. En el fondo, son iguales que Pedro Sánchez, en tanto que no hacen nada por ser distintos.

 

#TalentosEmergentes