El ser humano sabe y reconoce lugares, posiciones, recorridos y trayectorias, y además almacena esa información en la memoria como recurso para futuras necesidades. Los galardonados este año con el Premio Nobel de Medicina, John O’Keefe, y el matrimonio formado por May Britt Moser y Edvar I. Moser, son los descubridores, precisamente, de ese sistema de posicionamiento, una especie de GPS interno en el cerebro que permite al hombre orientarse espacialmente.
El premio internacional fue concedido ayer al estadounidense John O’Keefe y a los noruegos May-Britt Moser y Edvard Moser por «el descubrimiento de un sistema de posicionamiento, un dispositivo interno en el cerebro que nos hace posible orientarnos en el espacio», según informó ayer el Instituto Karolinska en Estocolmo.
«Los hallazgos de estos tres científicos resolvieron un problema que ocupó a filósofos y científicos durante siglos: ¿cómo hace el cerebro para crear un mapa del espacio que nos rodea y cómo podemos dirigir nuestro camino a través de un entorno complejo?», explicó el instituto.
El galardón está dotado con 870.000 euros, de los cuales la mitad serán para O’Keefe, mientras que May-Britt Moser y Edvard Moser reciben un cuarto cada uno.
«Es un premio para un descubrimiento básico de cómo funciona el cerebro», indicó Göran K. Hansson, secretario del Comité.
40 AÑOS DE TRABAJO. En 1971, O’Keefe descubrió los primeros componentes del sistema de navegación en el cerebro al realizar experimentos con ratas. Un tipo de neuronas en el área del hipocampo se activaba cuando una rata se encontraba en un sitio determinado de un espacio. Otras neuronas diferentes trabajaban cuando el animal se hallaba en otros lugares del mismo entorno.
O’Keefe concluyó a partir de sus experimentos que estas células de orientación formaban una especie de mapa de la habitación. De esta manera, se puede almacenar el recuerdo de un ambiente.
Más de tres décadas después, en 2005, el matrimonio Moser halló otros componentes clave para la orientación. Los Moser mapearon entonces conexiones en el hipocampo cuando las ratas se movían en un espacio cerrado y hallaron un patrón de actividad en el cercano córtex.
Ciertas células se activaban cuando la rata pasaba por varios sitios ordenados en una grilla hexagonal. Cada una de estas células se activaba siguiendo un patrón espacial único y, colectivamente, estas «células en red» constituían un sistema coordinado que permitía el desplazamiento espacial, determinaron los Moser.
Estudios recientes muestran que estas neuronas también existen en los seres humanos.
Juntas, las investigaciones de O’Keefe y los Moser muestran «una base celular de una función cognitiva superior».
En los pacientes que sufren el mal de Alzheimer estas neuronas son de las primeras que se destruyen, lo que explica por qué los enfermos se desorientan.