Como óleo, sedas y lanas. Como base, lienzo de lino. Los tapices de la Catedral Primada de Toledo se encuentran en la fase final del proceso de restauración y conservación dirigido por la profesional Pepa Garrido, responsable de la restauración de estas piezas de incalculable valor que a principios de año podrán visitarse en el nuevo museo catedralicio que abrirá al público en el antiguo Colegio Infantes de la ciudad. Un edificio que se ha sometido a un complejo proyecto de rehabilitación para adecuar su superficie a salas de exposición permanente.
Cuando Pepa Garrido entregue los últimos cuatro tapices que aún están en el taller que dirige en un pequeño municipio de la Comunidad Madrid, se habrán cumplido unos doce meses desde que 21 de los tapices con los que cuenta la Catedral de Toledo salieran de la ciudad en busca de una nueva luz, la misma que esta profesional y su equipo ha devuelto a estos lienzos a través de las técnicas más minuciosas de restauración y conservación de textiles.
La Tribuna ha tenido acceso al taller de esta enamorada del patrimonio, como ella misma confiesa, para seguir paso a paso el proceso que aplica a la hora de restaurar estas piezas de grandes dimensiones -y mayor valor- que hasta ahora sólo podían disfrutarse unas horas durante la mañana grande de Toledo, la del jueves de Corpus Christi, ya que son los tapices con los que el Cabildo Catedral engalana las fachadas del templo metropolitano.
El proceso.
Cuando el taller recibe una obra para restaurar se viven momentos de emoción. Aunque no es la primera vez que estos profesionales se enfrentan a obras de la Catedral de Toledo, pues restauraron el ‘Tapiz de los Astrolabios’ datado a finales del siglo XV. Abrir sus instalaciones a estos lienzos pintados en hilo de seda y lanas de colores en el siglo XVI y XVII es un momento único.
«Es como parte de mi vida, estar entre obras de arte es algo maravilloso», comenta Pepa Garrido mientras se dirige a la zona de documentación, donde se realiza un estudio fotográfico de las piezas tanto a su recepción, como a la entrega. Documentar el tapiz es el primer paso de todo un proceso que puede prolongarse varios meses, según la complejidad de la intervención.
«Cada pieza tiene su propio proceso, después de documentarla hay que despojar el textil de los elementos ajenos a su concepción original», explica la responsable de este taller profesional y artesano único en España, incluso en Europa.
Los tapices, continua, llegan con forros pasados, remiendos de telas que perjudican la conservación, e incluso, puntadas de ‘urgencia’ que años atrás, y con la intención de preservar la obra, dieron parroquianas y feligreses, sin caer en la cuenta de que este tipo de intervenciones espontáneas desvirtúan y dañan los lienzos concebidos con fines decorativos.
Todo el proceso requiere de paciencia, no existe el tiempo, la labor del restaurador de tapices es cuestión de práctica y buena técnica, que se adquiere como Pepa Garrido a base de ver y ensayar antes de trabajar sobre una obra original. Una vez despojado de elementos ajenos, la pieza se introduce en una cubeta acorde a las dimensiones de los lienzos, que en el caso de la Catedral de Toledo superan los 4 metros de alto por 8 de ancho.
Sobre ellos, a través de un sistema de conducción de agua, se deja caer una lluvia jabonosa. Este proceso, tal y como explica la directora de la restauración, se repite hasta en dos ocasiones, y siempre, recalca, sin pausa para que la pieza sufra lo menos posible.
Con esponjas, cuatro técnicos de restauración van ‘masajeando’ la obra para fijar los cabos, a la vez que se absorbe el agua con la suciedad -normalmente polvo acumulado durante siglos- hasta que finalmente se extiende en una superficie plana a la espera del secado. Para que este proceso no se dilate en el tiempo, la sala de lavado cuenta a su vez con un sistema que mantiene una temperatura cálida y constante que favorece la evaporación de agua del lienzo.
La limpieza húmeda de los tapices requiere un gran conocimiento de las fibras y los tintes que se empleaban en la época para elaborar estas obras. No controlar estos matices puede desembocar, como añade Pepa Garrido, en que la pieza se destiña.
Conservación Preventiva.
En la actualidad en el taller se encuentran cuatro obras de la Catedral de Toledo, que comparten espacio con otros tantos tapices de instituciones públicas, privadas y religiosas a la espera de restauración. Una vez limpio y seco, llega el momento de la consolidación. La obra se sobrepone en un nuevo soporte, un lienzo de lino, al que se van fijando los hilos verticales del telar o urdimbres, siempre en paralelo. Una labor minuciosa que requiere de un gran cuidado.
La intervención que el taller de Pepa Garrido está realizando en los 21 tapices de la Catedral Primada consiste en la consolidación de las piezas, es decir, frenar el deterioro gracias a la conservación preventiva de los tapices. La fase que sigue a ésta en toda restauración de textiles, la reintegración del color con sedas y lanas que se tintan en el propio taller para jugar con el tono y acercarse al original, aún tendrá que esperar.
«Es muy importante la conciencia que se ha ido generando en los últimos años sobre la conservación del patrimonio», comenta Pepa Garrido, que comenzó a tener contacto con este oficio artesano a los 16 años, y que en 1995, tras el cierre de la Nueva Fundación de Gremios de Madrid, decidió emprender esta aventura empresarial, llegando a día de hoy como una reputada restauradora del patrimonio textil.
‘Salomón bendice a su pueblo’, ‘San Eugenio’, ‘San Eladio’ y ‘La Templanza’ son los cuatro últimos tapices que saldrán de este taller destino al Museo Colegio Infantes. Tapices y Textiles de la Catedral.