Pozuelo de Calatrava acogió ayer el Campeonato Internacional de lucha de brazos, una cita en la que tomaron parte más de 60 competidores llegados desde diversos puntos del continente. Un espectáculo que reclama mayor visibilidad, un deporte que confía en seguir creciendo a través de este tipo de pruebas. No en vano, el presidente de la Asociación Española de Lucha de Brazos, Lorenzo Villar, estuvo presente señalando que «cada son vez más los que se animan a probar».
Además, queda descartado el mito del músculo como único factor para ganar una lucha de brazos. «No sólo es fuerza ni tampoco técnica, es una mezcla entre ambas.», señala Villar, que añade que «se necesitan muchos años de experiencia para coger un nivel importante».
La psicología también cuenta. Las miradas de los contrincantes rara vez se cruzan, ni antes ni durante el combate, por miedo a dejarse intimidar. Los hay que buscan a su contrario, pero cuando los brazos y muñecas están rectos arranca una lucha que no tiene límite de tiempo. Hay combate fugaces y los hay verdaderamente exigentes con una carga de resistencia difícil de soportar para los no iniciados.
Bajo la precisión de los árbitros, dos de ellos italianos, nada se escapaba en un deporte que cuenta con unas normas exhaustivas.
Al final, felicitaciones y buenos deseos, y es que más allá del lógico orgullo de conseguir el triunfo, todos eran conscientes de que el hecho de participar en un campeonato es buena muestra de que la lucha de brazos tiene viabilidad y futuro.
Villar lo recalcaba: «Se trata un campeonato importante, tenían ganas en Pozuelo de hacer un torneo internacional con competidores que han venido desde Kazajistán, Bulgaria o Ucrania, entre otros puntos».
El club anfitrión, el Quijote Templarios, también llevó a cabo en la sesión matinal un campeonato ‘amateur’ en el que tomaron parte 25 personas. Y es que este evento, sin perder de vista su relevancia pecuniaria con 2.800 euros en premios, tuvo también mucho de pedagógico: dar a conocer la lucha de brazos.