Miedo escénico. A pesar de sus 35 años de carrera profesional, Maribel Verdú asegura que cada vez que recibe un nuevo proyecto tiene más pavor. A punto de cumplir 49, la actriz, que vuelve al teatro y está a punto de estrenar película y una serie de televisión, reconoce que las nuevas propuestas le dan angustia. «Lloro y no sé por qué», revela.
La madrileña estrenó en 2016 Invencible, de Torbin Betts y dirigida por Daniel Veronese, y tras una gira por toda España, recala ahora en el Teatro Alcázar de Madrid, donde estará hasta el próximo enero para concluir ya sus representaciones.
«Acabamos en Reyes y esta es la última oportunidad de ver Invencible, que ofrece hora y media de entretenimiento y genera mucho debate», detalla la actriz.
La obra, una comedia sobre dos parejas de distinto nivel económico que tienen que «interactuar», no ha perdido en estos tres años un átomo de vigencia porque sigue estando «de rabiosa actualidad» las diferencias entre clases sociales «y la decepción que provocan los políticos, que llevan engañándonos tanto tiempo».
A la actriz le gusta hacer teatro «un año» entero porque no quiere compaginarlo con nada, ya que la escena ofrece «rutina, orden y tiempo libre». «Sabes que la obra empieza a una hora y termina 90 minutos después, no como en los rodajes, donde las esperas y parones son la tónica», detalla.
En breve, el 18 de octubre, se estrenará en salas, tras pasar por el Festival de Sitges, su última película, El asesino de los caprichos, de Gerardo Herrero, que rodó entre octubre y noviembre pasados.
También llegará a las pantallas, pero de televisión, la serie No te puedes esconder, una producción de Telemundo que ha grabado a comienzos de año y en la que interpreta a una «dura» inspectora.
Esta producción es su regreso a la pequeña pantalla, el medio en el que debutó con 13 años con El crimen del capitán Sánchez, tras 16 años ausente, ya prepara otra en la que hará de abogada.
En el futuro quiere seguir haciendo personajes fuertes, ilusionarse con todo los papeles y, sobre todo, «tener un poquito menos de miedo». «Cada vez tengo más. Me gustaría relativizarlo pero no puedo. Luego empiezo a hacerlos y se me pasa, pero...», confiesa.