Maribel Gómez y Manolo Rodrigo han hecho el tándem perfecto. No solo en su vida personal, también en la profesional. Se conocieron de jóvenes trabajando en una céntrica pastelería, pero su pasión por la gastronomía les llevó a embarcarse en su propio negocio que llamaron Mabel, resultado de fusionar sus nombres a propuesta de un proveedor. Fue en el año 1985. Desde entonces han estado juntos al frente de un negocio, el suyo, al que se han dedicado en cuerpo y alma en dar el mejor servicio a los clientes. Esos, que hoy, se han convertido en amigos.
«Manolo siempre quería tener un bar, y me animó. Y yo, como en todas las decisiones que toma, le apoyé», comenta Maribel, quien, una vez más, ha vuelto a respaldar la decisión de Manolo de pasar a una nueva etapa, la de la jubilación. Será este mes. La decisión, reconocen, no ha sido fácil. Ha sido «muy meditada» pero llega el momento de «disfrutar». «Nos da mucha pena, pero todo tiene su edad y su momento», comentan con los ojos llorosos.
Cuarenta años abriendo la persiana de su bar, situado en la calle Alarcos, donde el secreto ha radicado en la «constancia, en continuar con una misma línea y en atender bien a los clientes». Pero también en su tapas y raciones basadas en «la cocina de toda la vida, la tradicional. La que me enseñó mi madre», apunta Maribel, quien asegura que «la base de la buena cocina es la sencillez», pero reconoce que también han intentado innovar. «Voy cambiando, introduciendo cosas nuevas», pero en las vitrinas nunca falta la oreja en salsa, el atún en escabeche, la tortilla, las mollejas, la ensalada de patata,... Todos platos estrella que han encandilado a los paladares más exigentes y que les ha llevado a ganar algún premio.
‘Mabel’ dice adiós tras 40 años - Foto: Rueda VillaverdeReconocen que ha habido «desavenencias» y «sin sabores», pero han sido los que menos. Atrás quedarán muchos recuerdos y anécdotas de clientes, que también han demostrado su fidelidad. «La gente se ha portado fenomenal con nosotros. Tenemos clientes desde el primer día que abrimos», comentan tras la barra del bar. Esa que dejarán en unas semanas para dedicarse a sus hobbies. Manolo se centrará en la botánica y en las manualidades, sobre todo en ese belén que «ocupa una habitación» y que seguro que «irá creciendo al tener más tiempo». Maribel posiblemente se apunte a la Escuela de Adultos y quizás, a yoga y a pilates.
Pero los dos tienen claro que ejercerán de abuelo de su nieto de trece meses. Y es que, la familia también ha sido un pilar fundamental en estas dos décadas. Padres de dos hijos, aseguran que «aunque no han querido dedicarse a la hostelería siempre han estado detrás» tanto en los buenos como en los malos momentos, como en la época en la que Manolo tuvo que pasar por quirófano tres veces en poco tiempo, o la crisis del año 2008 y que el hijo mayor «nos tuvo que financiar». «Nos dijo, no os preocupéis, que estoy yo aquí», comenta Maribel con orgullo. Fue uno de los momentos más duros, «mucho más que cuando llegó el COVID». La pandemia les obligó a adaptarse a las circunstancias y «dejamos de abrir por la tarde a excepción de los viernes». Aún así, a las 6.15 de la mañana, ambos están ya en el bar. Es el momento de preparar los ingredientes de las raciones y dar los primeros cafés de la mañana. Son otros tiempos, pues «ha habido épocas en las que solo nos faltaba quedarnos a dormir en el bar con jornadas de 20 horas». Ahora, llega el momento de disfrutar y de dedicarse a uno mismo. Llega el descanso bien merecido.