Feria cuestiona "la dictactura de la poesía comunicativa"

D. F.
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El poeta onubense demanda una mayor apertura de miras a otras experiencias en el ejercicio la literatura antes de acceder al Aula de Poesía de la Facultad de Letras

Feria cuestiona "la dictactura de la poesía comunicativa" - Foto: Rueda Villaverde

El poeta y escritor onubense Miguel Ángel Feria, fue el protagonista del Aula de Poesía de la Facultad de Letras, donde recitó ante los estudiantes parte de los poemas de sus dos primeros libros, El escarbadero y La consagración del otoño.

En una conversación con La Tribuna, Feria reconoció que hoy en día no hay una escuela dominante en la poesía española, pero al mismo tiempo rechazó que sea necesario establecer un canon poético pero sí que «cada poeta tiene su propio canon», pero es necesario «abrir mucho más las posibilidades de publicación a nivel de otras experiencias poéticas no mayoritarias».

Feria advirtió contra cierta lírica que está proliferando a través del recurso a las redes sociales «una poesía coloquial, una poesía directa, que procede del mundo de los jóvenes poetas de internet que nos devuelve a la dictadura de la poesía coloquial, de la poesía comunicativa y nos aleja de una experimentación profunda del hecho poético».

Feria cuestiona Feria cuestiona "la dictactura de la poesía comunicativa" - Foto: Rueda Villaverde

El poeta onubense, que también es traductor y crítico literario, explicó ante los jóvenes la historia de sus libros así como la intrahistoria de los propios poemas. Su selección para el recitado estaba formado «por los poemas de materialización más directa, los que generan un impacto mayor, porque no es lo mismo leer que escuchar poesía».

A pesar de ello Feria, que esta a punto de presentar su tercer poemario, considera que el poeta debe escribir para si mismo y pensando únicamente en la propia poesía, «es un grave error escribir pensando en el hipotético lector», sentencia.

El invitado de Jesús Barrajón y Asunción Castro, consideró que el hecho de tener una actividad como traductor es enriquecedor para su labor lírica, «como forma de conocer los recursos literarios y poéticos de otros autores y también en el replanteamiento de los recursos de tu propia lengua».