El vertedero más abismal del planeta

D. Peláez (EFE)
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El enclave más profundo de la Tierra no logra escapar de la amenaza de la basura, que pone en peligro la vida de las especies del Pacífico

El vertedero más abismal del planeta

El punto más profundo del planeta, casi 11 kilómetros por debajo del nivel del mar en la fosa de las Marianas, es un enclave inhóspito y casi inaccesible para la humanidad. Pero no para su basura.

Investigadores de la Agencia Japonesa para la Ciencia y Tecnología Marino-Terrestre (Jamstec, por sus siglas en inglés) han identificado, fotografiado y grabado durante tres décadas algunos de los residuos generados por la actividad humana que han terminado en lo más profundo del Océano Pacífico.

En el abismo de Challenger, el enclave más penetrante en toda la corteza terrestre con más de 10.000 metros de profundidad, estos científicos encontraron restos de bolsas de plástico y un tablón de madera de origen artificial. Más cerca de la superficie, pero todavía varios kilómetros por debajo del nivel del mar, descubrieron objetos tan inauditos como chanclas, una zapatilla, una mochila deportiva, varias ruedas de automóviles, un vehículo de bomberos de juguete o la cabeza de un maniquí, dentro de la cual vivía un organismo marino.

Desde la agencia señalan que, pese a que en esa profundidad no es muy habitual la presencia de seres vivos, ha sido frecuente encontrar organismos que habían incorporado los plásticos como parte de sus hábitats, lo que pone en peligro su delicado ecosistema.

Para la líder del trabajo de investigación La huella humana en el abismo: treinta años de grabaciones de los restos de plástico en la profundidad del mar, Sanae Chiba, lo más sorprendente es que la mayoría de los residuos son productos de un solo uso. «Mucha de la basura fue encontrada en los 80 o en los 90 y ya ha comenzado a afectar a los ecosistemas y al medio ambiente», explica en la sede de Jamstec, en la localidad costera de Yokosuka, al sur de la bahía de Tokio.

Cuando comenzaron a grabar sus primeras inmersiones mediante vehículos submarinos no tripulados y pilotados desde la superficie, su objetivo era estudiar la geología y la composición de los seres vivos de ese ecosistema.

Posteriormente, el creciente interés global por el cuidado del planeta les llevó a revisar los vídeos y fotografías de años anteriores, realizadas sobre todo en el Pacífico, para localizar imágenes de puntos de basura que en su momento pasaron más desapercibidos y crear la base de datos.

Chiba resalta con preocupación la dificultad añadida que supone que esos desperdicios se descompongan en microplásticos, partículas menores de cinco milímetros cuyo impacto en el ecosistema submarino está todavía por determinar. «Una vez los restos de plásticos entran en el océano y se descomponen en pequeñas partículas, son imposibles de recoger. Es muy difícil reducir (la basura ya presente) desde este punto, así que lo que tenemos que hacer es dejar de añadir más», aconseja.

Las estimaciones de los científicos indican que unos 45 millones de toneladas de plásticos han acabado en los océanos, pero solo se han encontrado hasta ahora unas 440.000 toneladas, algo menos del uno por ciento.

Dónde está el 99 por ciento restante es una de las grandes preguntas que se hace el equipo de Jamstec, que ya está organizando una nueva expedición para buscar un gran punto de acumulación de basura en el océano al sur de Japón.

Conciencia global 

«Creo que el mundo ya está cambiando. Se ha establecido mucha legislación en muchos países y espero que esa sea la dirección a la que vayamos en los próximos 10 años», reflexiona Chiba, que asegura que no quiere ser «tan pesimista» y espera que mostrar estas imágenes a los líderes mundiales podría llegar a hacerles más conscientes de la gravedad del problema.

Uno de los objetivos de estos científicos japoneses es reunir toda la información que han conseguido junto con la de otros investigadores, principalmente europeos y estadounidenses, quienes también se encuentran estudiando la presencia de vertederos submarinos por todo el planeta.

Así, con la cooperación multilateral buscan crear un mapa global con el que concienciar sobre la presencia de esta basura que la humanidad envió a lo más profundo de los océanos.