Casi 6.000 miradas

M. Sierra
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El arte provocador de Miguel de Molina consigue despertar la curiosidad por la copla como arte escénico y se convierte en una de las exposiciones más vistas de los últimos años

Casi 6.000 miradas - Foto: M.Cieza

El pasado 13 de octubre cerró sus puertas la exposición Arte y provocación. La copla como género escénico que sobre el tonadillero Miguel de Molina (1908-1993), se hacía este año en el marco del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, de la mano de su fundación y el Museo Nacional del Teatro, y con miras a destacar no sólo a este artista, sino también el papel de la copla como arte escénico con derecho propio. La muestra bajaba definitivamente el telón de la 42 dos meses después de que la agenda teatral almagreña terminara, arropada por casi 6.000 visitas, (5.824), frente a las 3.187 que recibió la muestra que se organizó justo un año antes en el mismo escenario, el Espacio de Arte Contemporáneo que se levanta junto al Hospital de San Juan, que entonces se llenó con el legado de Simón Suárez, artista ligado al mundo de la ópera.

Colores, recuerdos, carteles, capítulos de la historia viva de este país de la que tanto se ha hablado en los últimos meses comprimidas en imágenes en blanco y negro capturaban al visitante desde la entrada donde era recibido por una foto de Miguel de Molina lanzando al cielo humo de su cigarrillo confirmando con cada gesto su orgullo por sentirse diferente en una época en la que la singularidad era contraproducente. Acompañada por una frase, que resume el escenario en el que le tocó vivir: «Yo llegué al mundo en una España en la que reinaba Alfonso XIII y en un Andalucía en la que quienes ‘gobernaban’ eran la pobreza, el hambre, los terratenientes, la ignorancia…». Aquellas primeras líneas confirmaban que ésta era una biografía que había que leer con detalle, porque más allá de hablar del artista, habla de su España.

La biografía terminaba justo en un pequeño y solitario camerino en el exilio donde se vio tan sólo por ser diferente. Una realidad sobre la que incidió Martirio, una de las madrinas de la exposición, el otro era Poveda otro grande de la copla, que visitó esta muestra «tan llena de teatro» en el mes de julio.

Sobre copla y teatro habló entonces la cantante onubense, quien incidió en su visita en el carácter escénico del género que de Molina reinventó. «Es uno de los más teatrales que se pueden concebir porque en la soledad del escenario se cuenta la historia de un pueblo o de una persona en apenas cinco minutos con todos los sentimientos que ahí caben».

Más de 300 piezas conformaban esta muestra que invitaba a los más mayores, como dijo Martirio, «a sentir la memoria de lo vivido» y a los más jóvenes a disfrutar de la historia de este país «a través de la música, de la moda, la tradición y la vanguardia», porque si por algo destacó el artista malagueño fue por adelantarse a su tiempo. Una exposición que «impacta» y «sorprende», como reiteraron en sus testimonios algunos de los visitantes, haciendo hincapié en el colorido armario de este «artista total», subrayaba una de estas visitas anónimas que incidía en lo moderno de sus diseños, «que perfectamente podrían estar en cualquier pasarela de moda actual». Una pasarela que no quedaría indiferente ante su amplia colección de botines.

La muestra vio la luz por primera vez en 2009, justo un año después del centenario del nacimiento de quien inmortalizó La bien pagá. Casi diez años después se reinventaba en un marco como el que le ofrecía el Festival de Almagro, pues de Molina no deja de ser un clásico, que terminó de dotar de magia este legado lleno de arte, pero también de provocación.