Mirar hacia delante y nunca hacia abajo

Hilario L. Muñoz
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Eva Domínguez supo que tenía cáncer de mama aquel 13 de marzo en que media España pensaba en el estado de alarma y el confinamiento

Mirar hacia delante y nunca hacia abajo - Foto: Rueda Villaverde

Para todos si hay un día que marca este 2020 es el viernes 13 de marzo. Aquella jornada fue el inicio del periodo de confinamiento, con el anuncio de la declaración del estado de alarma y con la mirada puesta en los días que faltaban para que volviera una normalidad que nunca vino. Como muchos maestros, Eva Domínguez se encontraba en el claustro del colegio José María de la Fuente, dando los últimos retoques a lo que serían las clases virtuales, y a esos nervios por asomarse a lo desconocido del virus, unía la espera por conocer los resultados para saber si tenía cáncer de mama. 

«Lo primero que sentí fue que se me venía el mundo abajo». Esto fue lo que pensó al conocer la noticia y que tenían que someterla a una mastectomía aquella jornada. «Salí y me puse a llorar pero, en un momento, decidí que tenía que pensar que mi objetivo era curarme». Ese fue el momento de echarse encima el optimismo del que hace gala e iniciar con urgencia la búsqueda de un centro sanitario para que todo el proceso fuera lo más rápido posible. «Me fui a la ginecóloga y pedí citas para médicos antes de que se declarara el estado de alarma», cerrando cada aspecto para curarse de la enfermedad de la forma más rápida posible.

Finalmente, logró cita en la Fundación Tejerina de Madrid, donde fue operada a primeros de abril. «Era como ver una película del futuro, íbamos por la carretera solos» con un salvoconducto para que le dejaran entrar hasta el centro urbano. Aquella cita fue la primera de unas 25, tanto para la mastectomía como para la posterior reconstrucción; todo en estos meses de pandemia y con una operación en el momento en que las urgencias estaban llenas de COVID. 

Mirar hacia delante y nunca hacia abajo
Mirar hacia delante y nunca hacia abajo - Foto: Rueda Villaverde
«Yo estoy bien con un pecho o sin un pecho, lo que quiero es seguir haciendo mi vida y disfrutar de mi vida y de mis hijos», comenta Eva. Se trata de una manera de dar normalidad a la enfermedad, «como cuando tienes una apendicitis y cuentas la operación». En su caso, además, ha contado en este tiempo con el doble apoyo de Amuma y la AECC que le ofrecieron ayuda psicológico y también las prótesis si las hubiera querido. «Hay que ir mirando hacia delante y no hacia abajo», resume entre sonrisas.