Amigo Sancho, espero que al recibo de ésta te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
El pasado domingo el Manchego tampoco marcó goles en su visita al campo de La Fuensanta de Cuenca. Pero tampoco encajó, y por ello se trajo un punto, con la importancia que tiene el sumar en cualquier momento de la competición, y más a domicilio.
Para mí este partido tiene distintas pinceladas, quizás al margen del aspecto deportivo. En primer lugar, el cancerbero mancheguista Xisco pocos días antes estuvo nada más y nada menos que en la catedral del fútbol europeo, en el emblemático estadio de Wembley, defendiendo a su selección, Andorra.
Por otro lado, también me han animado, más que sorprendido, las manifestaciones del entrenador mancheguista, que reconoce sin paliativos, en un gesto que le honra, que a su equipo le falta fuelle en el último tercio del terreno de juego. Lo hace bien en el centro del campo y defiende bien, pero cuando llega la hora de la verdad, ese último pase y esa última recepción, no se llega con claridad para poder batir la portería del equipo contrario, y eso puede generar un pequeño trauma en los futbolistas de cara al futuro. Pero en vez de escudarse en las  clásicas excusas de la mala suerte, el balón al poste, o el otra vez será, identifica cuál es el problema y asume que se ve abocado a hacer un trabajo importante para darle la vuelta a la situación y conseguir que ese buen fútbol se pueda traducir en goles.
Ahora tiene una buena piedra de toque, el próximo domingo en Quintanar, en un complicado partido ante un rival que ya lleva seis puntos. Será difícil, aunque no imposible si se logra ese ansiado gol. Ánimo y a no bajar la guardia. 
Bueno, Sancho, nada más por hoy. Recibe un abrazo de este tu amigo que lo es.