El último recurso

Hilario L. Muñoz
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El peso, la terapia, las visitas y las salidas con la familia durante el fin de semana son las claves que componen el día a día de los pacientes en la Unidad de Trastornos de Conductas Alimentarias del Hospital General de Ciudad Real

El último recurso - Foto: Tomás Fernández de Moya

Un día en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria comienza pronto, a las 8 de la mañana, cuando todas las pacientes antes de entrar en la ducha deben pesarse. Esta es la primera medida de control que se realiza en la UTCA con el objetivo de «no defraudar con el peso» y evitar que beban agua mientras se asean y aumenten unos gramos. Además, la vigilancia busca impedir que se provoquen alteraciones electrolíticas que puedan conllevar otras consecuencias para la salud, ya que se trata de pacientes a las que les pueden faltar 10 ó 20 kilos para tener su peso mínimo. Por último, el control de baño tiene también la condición de evitar los vómitos o que tiren comida, dos aspectos claves en la recuperación, argumentó Luis Beato. 

«La hospitalizacion es el último recurso, si no conseguimos recuperar a la paciente aquí, no lo vamos a conseguir en otro espacio». Por este motivo, la intención es tener el control de la situación y, de hecho, el jefe de Psiquiatría del hospital apuntó que «a veces agradece el paciente que haya alguien que le pare porque está desbordado por su enfermedad».

El día en la unidad continúa tras el desayuno, cuando las pacientes cuentan con tiempo libre unos 20 minutos que pueden emplear en pasear por el jardín, el interno con el que cuenta la unidad. Este paseo se ha introducido nuevo, ya que hasta recientemente, tras el desayuno se iniciaba la terapia. Esta cambia cada día y hay jornadas en que es con psicología, otras veces con enfermería o con voluntarios para trabajar. De forma simultánea se van realizando además entrevistas individuales con los psiquiatras, los psicólogos y las enfermeras. Al concluir la mañana llega el momento de la comida y del reposo en la habitación aunque se les permite andar por el hospital. 

Las pacientes tienen tiempo libre por la tarde en las que se pueden dedicar al desarrollo de manualidades o al estudio y al concluir el día pueden tener tiempo para visitas o salir a dar un paseo, incluso, fuera del edificio, aunque no fuera del recinto hospitalario.  «Algunas no tienen salidas porque están más débiles y salen al patio de día con enfermería, tras la merienda». El final del día es la cena y algo de tiempo para ver la televisión, estudiar o leer. 

«El objetivo es que el fin de semana salgan o tengan permisos porque es importante que lo que van aprendiendo lo pongan en práctica», apuntó Beato, como una muestra de que se va rotando en el desarrollo de estos horarios. 

En cuanto al móvil, el psiquiatra apuntó que el problema se encuentra en las cámaras, por hacer fotos a otras pacientes. «En un tiempo dijimos móvil sin cámara» pero ahora se ha impuesto que haya horario, «cuando salen de paseo» pueden usarlo sin tomar imágenes. 

familia y proyecto. Hay que tener en cuenta, apuntó Beato, que los pacientes que llegan a la unidad de Ciudad Real además de perder peso suelen haber perdido su proyecto académico o el profesional. Además provienen de ambientes familiares que están viciados por el desarrollo de la enfermedad, por lo que al final se trata de trabajar desde muchos enfoques. En este sentido, en la unidad no solo se trabaja con la paciente sino que toda la familia forma parte del proceso de recuperación. Lo normal, por ejemplo, es que haya permisos terapéuticos o comidas familiares fuera de la unidad como una prueba de fuego ya que «en la unidad todos van a comer y recuperar peso» pero el objetivo es normalizar.

A esta labor con la familia, otro de los aspectos claves de la unidad, es la conexión con otros servicios hospitalarios como endocrinología o una consulta de enfermería. Beato señaló que las claves de la unidad se encuentran en elementos sencillos como el ingreso en psiquiatría y no en medicina interna y que sean los encargados de ese servicio quienes se acerquen a las pacientes. En este sentido, en un hospital con un servicio abierto, el endocrino puede dar unas pautas de alimentación pero será difícil su cumplimiento para lograr el peso. En Ciudad Real, «los endocrinos pueden trabajar con más garantías». 

Por este motivo, Beato apunta que al inicio de la unidad se criticó que se atendiera en psiquiatría a estos pacientes o que fuera una unidad cerrada porque se creía que las pacientes iban a boicotear el buen funcionamiento. De hecho, «en algunos sitios se han montado y ha sido un fracaso», apuntó, algo que en Ciudad Real no ha ocurrido fruto de una labor conjunta de los profesionales con los pacientes y la implicación de todas las áreas de servicio.