Los seis etarras que permanecen encerrados en Herrera de la Mancha hacen «vida independiente, sin mezclarse con los presos comunes dando muestra de su envanecimiento, de su desprecio, de su casta. No han perdido perdón ni tienen intención. Herrera de La Mancha se levantó a últimos de los 70 en medio de la nada para confinar a presos muy peligrosos y de ETA. Se proyectó como prisión de máxima seguridad y se eligió a conciencia el lugar: un páramo a unos setenta kilómetros de Ciudad Real y 15 de Manzanares. En el 79 empezó a escribir una historia que pronto protagonizaron los presos de ETA. De 385 ha pasado a tener encerrados a seis. Ninguno de ellos ha reparado el daño causado con sus crímenes ni ha pedido perdón, aun cuando ésto le pudiera suponer beneficios penitenciarios. Los seis son presos clasificados en primer grado, están en el módulo 1, con los 'talegueros', muy a su pesar.