La salud mental del presunto homicida, ahora en la diana

Pilar Muñoz
-

Ante el Tribunal de la Audiencia de Ciudad Real dijo que no le importaba seguir preso y así va a continuar tras ratificar los magistrados la prisión provisional para el acusado de disparar y mata a un hombre que entró en su finca de la Atalaya

La salud mental del presunto homicida, ahora en la diana - Foto: Rueda Villaverde

Las declaraciones del presunto homicida del caso de La Atalaya ante el Tribunal de la Audiencia de Ciudad Real no han dejado indiferente a nadie y si hasta ahora el debate en la calle, redes y platós de televisión estaba en la legítima de defensa, tras la vista de apelación se ha suscitado la controversia sobre la personalidad del acusado o su estado de salud mental que podría haberse alterado a raíz de los hechos. Pepe Lomas, de 77 años, ha mostrado ante la Policía, la juez instructora y los magistrados de la Audiencia de Ciudad Real una calma que llama la atención, como también su preocupación por los árboles y el resto de vegetación de su finca Valdelobos de La Atalaya sin mostrar arrepentimiento o sentimiento para con la familia del hombre al que causó presuntamente la muerte tras dispararle con su escopeta la madrugada del 1 de agosto.

Lejos de pedir perdón y mostrar arrepentimiento, ha estado «desafiante» ante los magistrados del Tribunal de la Sección Primera de la Audiencia «diciendo que estaba muy bien en la cárcel, pero que me rieguen los árboles», señala el letrado Alfredo Arrién, que ejerce la acusación particular en representación de la familia del muerto.

El encausado dijo que no le importaba seguir preso y así va a continuar de momento como presunto autor de un delito doloso, disparar y matar a un hombre que entró en su finca del parque forestal de La Atalaya el pasado 1 de agosto.

El recurso interpuesto por su abogado contra el auto de prisión provisional y sin fianza ha sido desestimado. 24 horas después de que se celebrara en la Audiencia la vista de apelación (jueves 19 de agosto) se conoció la resolución: los magistrados ratificaron la medida de prisión provisional y sin fianza para el presunto homicida tras escuchar las alegaciones de las partes (acusaciones y defensa) y, sobre todo, al acusado.

En el auto dictado por la Audiencia se indica que existen «indicios claros» de un delito de homicidio doloso, sin descartar otras calificaciones como asesinato. Los magistrados señalan que «el mero allanamiento de una propiedad no justifica en el estado de derecho español una respuesta tan desmedida como la que realizó el acusado disparando sobre una persona que no parece que se hubiera percatado de su presencia, estando agazapada con una motosierra en la mano, causándole la muerte de dos disparos que contradicen claramente la afirmación del investigado de que los primeros disparos no los dirigió a la persona y sólo sí el tercero tras entrar en su vivienda para recargar su escopeta».

Podría haberse «atrincherado» en la parte habitada de la vivienda de la finca con su escopeta y haber llamado a la Policía, subraya el letrado de la acusación particular, quien añade que de ese modo «garantizaba su supervivencia, su patrimonio y el bien jurídico protegido de la víctima tampoco se iba a ver desamparado». Lejos de ello, según este abogado, «salió siguiendo el rastro de destrozos que se habían ocasionado en su propiedad, enfurecido, con una mezcla de sentimientos por lo que habían hecho, y disparó».

«Su abogado habla de miedo insuperable, pero el investigado con sus manifestaciones da a entender que no sólo no tenía miedo, sino que estaba provocando esa situación con la única intención de dar un escarmiento al que había allanado su vivienda», asegura la acusación particular. En cuanto al argumento más esgrimido por el abogado de encausado, la legítima defensa, «se disipa», a juicio del letrado Alfredo Arrién, quien considera que no se puede proteger bajo el escudo de la edad y culpar al intruso. «Se están juzgando hechos, no personas», dice respecto a los antecedentes policiales del fallecido.

El informe de las pisadas de las chanclas del acusado, según este letrado, revelan que no se acercó en ningún momento a la zona habitada, siempre estuvo en el corral, en el lugar donde se guardaban las herramientas. La proyección de la sangre en la pared es otra prueba que, a juicio de Arrién, le señala directamente. La escena del crimen es clave y la autopsia para el esclarecimiento de los hechos. Los muertos hablan, aseguran los forenses.