El estado golpista venció en Terrinches

Ana Pobes
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El alcalde de entonces, Agustín González San Millán, decretó el estado de excepción en la localidad. Fue juzgado por tales hechos y se le inhabilitó a siete años para el ejercicio de cargos públicos por la supresión de las libertades constitucionales

El estado golpista venció en Terrinches - Foto: MANUEL P. BARRIOPEDRO

Aquella tarde del 23 de febrero de hace 40 años, el alcalde de Terrinches, Agustín González San Millán, «acudió, junto a varios guardias civiles, a la iglesia y por megafonía decretó el toque de queda. La gente no podía salir de su casa a partir de las nueve de la noche. Esa noche, la gente de los dos bandos lo pasó mal. Sintió miedo y preocupación». Son las palabras de Nicasio Peláez, uno de los vecinos de Terrinches, quien a pesar de que por aquel entonces solo tenía doce años recuerda cómo repicaban las campanas del campanario de una localidad donde el golpe de Estado triunfó. El alcalde decretó el estado de excepción.

González San Millán fue elegido alcalde por primera vez en 1957, cuando por aquella época los alcaldes eran asignados a dedo por el Gobernador Civil. Su intentona golpista le convirtió en la primera persona juzgada en la Audiencia de Ciudad Real por la supresión de las libertades constitucionales en Terrinches durante la noche del 23 de febrero de 1981. Fue inhabilitado a siete años para el ejercicio de cargos públicos.

Años más tarde, Peláez se convirtió en regidor de la localidad bajo las siglas del PSOE. En declaraciones a La Tribuna, define a González San Millán, ya fallecido, como una persona «educada, coherente, trabajadora y constructiva». «Peleó mucho por el pueblo y consiguió para Terrinches el abastecimiento y saneamiento», señala al tiempo que recuerda el único episodio de confrontación que tuvo con él. El motivo, la Cruz de los Caídos. «Las obras de la iglesia obligaban a quitar esta cruz y trasladarla al cementerio. Por estos hechos, me llevó a juicio. El expediente se quedó en nada, pero la experiencia no fue agradable».

Hoy, cuatro décadas después, la confrontación entre los dos bandos de guerra apenas existe y el ambiente «está tranquilo y apaciguado».