"Franco tiró la casa por la ventana con Eva Perón"

María Albilla (SPC)
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"Franco tiró la casa por la ventana con Eva Perón"

Sira Quiroga creció entre las páginas de millones de libros vendidos y la imaginación de más millones aún de lectores que vivieron con El tiempo entre costuras las venturas y desventuras de la joven costurera que acaba sirviendo como espía de los servicios secretos británicos en los años previos a la Guerra Civil. Han tenido que pasar 12 años para que María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964), la escritora que dio vida al personaje al que Adriana Ugarte puso cara en la pequeña pantalla, se adentrara de nuevo en él. Y así vuelve Sira (Planeta), convertida en  madre y en una mujer más madura, más libre que cambia su máquina de coser por las ondas de la radio.

¿Cómo ha sido su reencuentro con Sira después de 12 años separadas?

Pues inesperado. Después de la aceptación de El tiempo entre costuras constantemente me pedían una segunda parte, pero en aquel momento no quise hacerlo. Fue todo muy intenso y durante dos años de mi vida Sira estuvo omnipresente, así que llegó un día en el que sentí que nos teníamos que distanciar un poco.

Tengo entendido que se cruzó de repente en su vida cuando ya tenía otra historia avanzada. ¿Qué pasó?

Yo tenía otro plan para la que iba a ser mi quinta novela y la verdad es que ya estaba bastante encarrilada, pero voy mucho a Tánger (Marruecos) y cada vez que regresaba a España me quedaba el regusto de que aún había muchas historias que contar de aquellos días de oro del Protectorado. En uno de esos viajes decidí volver a escribir de aquello... y tenía que ser de la mano de Sira.

¿Y la historia a la que dio carpetazo?

Se va a convertir en otra cosa... pero no te lo puedo contar todavía. No se va a quedar en el cajón.

Sira es fruto de la pandemia... ¡qué tiempos tan complicados pero qué prolíficos para los escritores!

Sí... Ha sido un lujo poder disponer de tiempo sin interrupciones porque cuando paras, luego cuesta mucho volver a coger otra vez el ritmo. 

¿Cómo han cambiado ambas en todos estos años?

Sira ha cambiado mucho más que yo. Mi paso ha sido de los cuarenta y pico a ahora, un tiempo ya de madurez en el que poco puedes cambiar porque ya estás asentada. Para Sira sí ha sido un gran salto porque era una modistilla joven e inocente que da un salto mortal y ahora se consolida como una mujer más madura, se convierte en madre y va a sufrir enormes golpes que alterarán su vida, pero la vamos a despedir como una mujer plena y al mando de su propio destino.

Este libro sale con una tirada de 500.000 ejemplares y el listón muy alto. ¿Le imponen las cifras?

No quiero sonar vanidosa... pero por fortuna mis novelas anteriores han tenido también unas tiradas muy grandes y siempre he tenido el apoyo de los lectores, han sido muy cómplices. Así que hacer esto es un salto, pero un salto con red, no me asomo al vacío. Espero que me vuelvan a acompañar en esta aventura.

Sira ha pasado del taller de costura a la comunicación… Si la novela se desarrollara hoy trabajaría en espionaje industrial para una farmacéutica o alguna empresa así. ¿Se lo podría imaginar?

Me cuesta vincularla a un sector concreto, pero sería una mujer activa, perspicaz e inteligente. Muy al tanto de lo que pasa a su alrededor, pero con templanza. Poco impulsiva y nada trepa. Caminaría con firmeza para alcanzar sus objetivos.

Se adentra en los entresijos de los medios de comunicación de después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué le atrajo de aquel juego entre información y propaganda?

Durante la Segunda Guerra Mundial, los países implicados desarrollaron unas enormes armas de propaganda y usan la radio como el gran medio para esos fines. Ese mundo también tuvo una dimensión española porque se daban servicios a España y Latinoamérica desde Londres. Me interesaba su alcance y quiénes estaban detrás de los micrófonos, ya que solían ser exiliados españoles. Ahí encuentra Sira una manera de continuar en activo, de seguir siendo útil.

¿De donde viene el interés por los españoles trasterrados que aparecen en todas sus obras?

Mi propia familia se tuvo que ir a vivir a Marruecos. Primero mi abuelo, mi abuela con él, allí nacieron mi madre y sus hermanos... Yo misma he vivido fuera, he sido profesora en universidades americanas y he estado en contacto con gente procedente de muchas esquinas del mundo que vivían el desarraigo de una u otra manera. Me gusta explorar este mundo porque no hay un prototipo.

La primera parada de Sira es Jerusalén, un polvorín en aquellos años 40 y hoy. De allí salieron los británicos, pero quedó el conflicto...

Exacto. Tendemos a pensar que aquel es un conflicto polarizado por árabes y judíos, pero en aquellos años Palestina estaba bajo el mandato británico, el conflicto era un triángulo porque en el otro vértice estaba el imperio, que eran los que recibían los ataques de los judíos como objetivo prioritario y los que respondían a ellos con gran virulencia también.

¿Cómo le ha afectado su carrera de Filología Inglesa a la hora de escribir? Sus novelas tienen fuertes vínculos con el mundo anglosajón.

Mi vida ha estado siempre vinculada al mundo anglosajón. A su literatura como lectora, a su cultura, a su manera de ver el mundo... Valoro los contrastes entre unos y otros y me gusta explorarlos de una u otra manera en mis novelas.

¿Qué cuota deja a la moda esta vez? ¿Es un tema que le interese?

Me deja de interesar porque ya no va a ser la profesión de la protagonista. Al final vuelve un poquito... pero porque tiene una misión...

Me sigue interesando la moda en el sentido de cómo refleja la época, los cambios que se van sucediendo. Cómo la forma de vestir en los años de guerra, que era muy estructurada -casacas, faldas muy largas, ropa funcional que tiende más a lo cómodo que a lo estético- va cambiando a este nuevo mundo que aspira a recuperar el optimismo. Las siluetas son más marcadas, más sexys incluso, y no es un capricho, sino una respuesta a cómo evoluciona el mundo.

El tiempo entre costuras se desarrollaba los años previos a la Guerra Civil. Esta en los posteriores a la Segunda Guerra Mundial. ¿Los tiempos revueltos son buenos para una espía?

Después de la gran guerra emerge un mundo distinto que está en recomposición. Europa está arrasada, España ya había tenido su propio conflicto... son tiempos difíciles y aunque haya acabado la guerra no son tiempos de paz. 

Ahora Sira es madre, cría a su hijo sola y trabaja. Es una pionera, una mujer muy del siglo XXI…

En ese sentido sí que he querido reflejar a ese tipo de mujer que quizá es muy contemporánea, pero que las ha habido siempre. 

Está claro que mayoritariamente somos las mujeres del finales del XX y del XXI las que conjugamos el verbo conciliar, pero Sira también lo va a hacer. No se resigna a convertirse en una madre abnegada en exclusiva. Ella ha trabajado siempre, desde muy joven, ha montado sus negocios, ha colaborado con los británicos... Y por eso ahora hace un importante ejercicio de reconstrucción y de búsqueda de su lugar en el mundo.

Amor, venganza, dolor, conflictos… La vida, en los aspectos más emocionales, no ha cambiado tanto en casi un siglo ni se diferencia tanto entre ficción y realidad.

Hay aspectos consustanciales a la naturaleza humana y por años, décadas, siglos que pasen van a estar siempre. Pasiones, unas más elementales y otras más sofisticadas que siempre van a estar ahí... El amor, la traición, la amistad, la ambición, el espíritu de lucha, cada uno las aplica en su vida de una manera distinta, pero van a estar ahí.

Hablábamos de esa primera etapa en Jerusalén, pero Sira termina en Tánger. ¿Qué tiene esta ciudad para que le atrape tanto en lo personal como en lo literario?

Como te comentaba antes, es el mundo de mi familia, pero me interesan los años dorados de esta ciudad tras la Guerra Civil y la Mundial porque fue un nido de espías. Por allí bullía el dinero, empresas, no se pagaban impuestos... y atraía a personajes de todo tipo.

También pasa por un devastado Londres y un Madrid bajo el yugo de la dictadura franquista, donde la protagonista se cruza con una mujer carismática: Eva Perón. ¿Qué le atrae de este personaje?

La llegada de Eva Perón a España fue como el gran acontecimiento de 1947. El país de la posguerra estaba totalmente devastado, carecía de todo, había mucha represión y mucho hambre. El mundo había dado la espalda a España, las Naciones Unidas ni se plantearon ayudar a que el pueblo recuperara la democracia. El único país que le tendió una mano fue Argentina y Franco, en agradecimiento, invita al presidente Perón, que no pudo venir y mandó a su mujer, Evita Perón. Entonces ella era muy joven, sin formación de ningún tipo, pero ya elaboraba un discurso propio muy coherente a favor de los desprotegidos, de las mujeres y de los olvidados.

Apareció aquí como un rayo de luz en una España oscura y dejó al país impactado. Franco tiró la casa por la ventana con ella. Aquella visita fue una tragicomedia.

De nuevo, una novela con una importantísima labor de documentación detrás.

Sí, mucha, pero a mí eso no me importa porque es mi parte favorita a la hora de escribir una novela. Cuando tengo que sentarme a escribir llega el trabajo duro. Hasta entonces investigar, aprender, diseñar los personajes, decidir el esquema que voy a seguir... esa parte es fantástica.

¿Alguna vez se imaginó al crear hace una década a Sira que dejaría las aulas para solo escribir?

En absoluto. Cuando yo escribí El tiempo entre costuras era profesora en la universidad y tenía una vida plena, muy estructurada... Pensé que esto sería un añadido, un divertimento. No conocía a nadie en el mundo editorial y todo lo que pasó con El tiempo entre costuras fue una absoluta sorpresa.

En Sira vuelve a haber muchas mujeres fuertes y decididas... ¿Poderosas o empoderadas?

Todas tienen una función y una razón de ser. En el mundo en el que ellas viven se reivindican menos cosas que ahora, se asumían los roles con mayor facilidad.

Son figuras que yo sitúo en el pasado, pero claro yo escribo desde la perspectiva del siglo XXI. En cualquier caso, intento que no sean personajes anacrónicos, pero sí que las saco un poco del tiesto con cosas que en aquel tiempo no resultaban naturales.

¿Esta novela viene también con guión debajo del brazo?

Probablemente sí, en el futuro... Pero no tengo ninguna prisa ahora mismo... Mi preocupación ahora es que les llegue a los lectores y la hagan suya, que reconstruyan en su mente mis palabras, que esa es la magia de la literatura. 

El tiempo entre costuras funcionó muy bien, La templanza, que se estrenó hace unas semanas, también, Las hijas de capitán está ahora en proceso de guión, así que supongo que Sira acabará siendo una serie también.

¿Cómo espera que sean los encuentros con los lectores en estos tiempos de pandemia?

Todo va a ser distinto... Bueno, se buscan espacios más grandes, siempre con más distancia, medidas de seguridad... Iremos viendo. No tengo miedo a que me pueda contagiar. Estamos todos muy concienciados y tengo mucha tranquilidad.

Se va a reunir, junto a Dolores Redondo, incluso con lectores ciegos.

Sí, va a ser muy chulo y muy emotivo. Ya he tenido algún encuentro con la ONCEporque hicieron la primera parte en braille y es fantástico. Son una gente súper receptiva y demuestran que leer un libro no es solo que una letra vaya detrás de otra. Se puede disfrutar de muchas maneras.