La macrogranja porcina supondrá el «final» de Las Tablas

Ana Pobes
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Desde la plataforma Stop Macrogranja Daimiel señalan que su instalación acabaría con el parque, a unos diez kilómetros, «tanto por mayor escasez de agua como por contaminación»

Los manifestantes, durante la movilización. - Foto: LT

«No vamos a aceptar que el aire y el agua de nuestro pueblo se contamine». Así de contundente se muestra Victoria Martín de Almagro, miembro de la plataforma Stop Macrogranja Daimiel, cuando se refiere a la macrogranja porcina que se pretende instalar en la localidad, a unos dos kilómetros de la población. Asegura que este tipo de infraestructuras «contaminan con nitratos las tierras y las aguas superficiales y subterráneas al tiempo que consumen una enorme cantidad de agua para el consumo de los animales y la limpieza», por lo que supondría el «final» del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel «tanto por mayor escasez de agua como por contaminación», argumenta.  

Un proyecto, recuerda, que se inició en junio de 2018 y en la actualidad está pendiente del informe de impacto medio ambiental,  «trámite que el promotor tiene que presentar antes del 24 de septiembre». Después se abrirá un plazo de alegaciones para su aprobación por parte de Medio Ambiente y será entonces cuando quede el trámite de la concesión de la licencia urbanística y de apertura de actividad, por lo que el proyecto «está muy avanzado» a pesar de que «todas las administraciones dicen apoyarnos», lamenta. Autoridades políticas como el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, el delegado de Desarrollo Sostenible, Fausto Marín, e incluso la oposición, el PSOE, «nos han mostrado su apoyo y rechazo a la macrogranja pero no entendemos por qué la macrogranja progresa sin que nadie lo haya parado». «Cómo es posible que siendo todos los políticos conscientes de los perjuicios de esta instalación les den todos los permisos y allanen el camino para su puesta en marcha», se pregunta Martín de Almagro.

La plataforma nació a finales del pasado mes de julio. Formada por vecinos «sin afiliación política ni ideología común», el colectivo persigue «defender a Daimiel de la ruina que conlleva siempre una macrogranja de este tipo». Y con ese objetivo, han llevado a cabo un calendario de manifestaciones y reivindicaciones con el que continuaron este fin de semana. Así, este sábado se manifestaron en coches en Daimiel y ayer, domingo, realizaron un pasacalles por las principales vías de la localidad bajo todas las precauciones anti-COVID. Pero a principios de septiembre también manifestaron frente a la delegación provincial de Desarrollo Sostenible. Una lucha con la que continuarán hasta evitar esta «barbaridad que ya ha arruinado muchos pueblos,   y por ello «nos estamos personando en el expediente como parte interesada, unos en calidad de propietarios y otros en calidad de vecinos de cara a que se nos notifiquen todos los trámites del expediente y poder recurrir si finalmente el proyecto se aprobara», argumenta en declaraciones a La Tribuna. 

Mesas informativas y recogida de firmas son otras de las acciones revindicativas. Así por ejemplo, en  abril del año pasado llegaron a reunir 1.470 firmas en apenas tes días, pero tras un parón el pasado mes de agosto  volvieron a retomar la recogida de firmas y a través de  Change.org se han recogido más de 5.000.   

llegan con «fuerza». Martín de Almagro, miembro de la plataforma vecinal, explica que una macrogranja porcina consiste «en una serie de naves en la que se hacinan miles de cerdos medicados y alimentados para que engorden desaforadamente». «No tiene nada que ver con una ganadería tradicional», puntualiza, al tiempo que señala que «generan enormes balsas de purines (excrementos de los animales) que contaminan el aire haciéndolo insano y maloliente». Por todo ello, argumenta, «nadie quiere vivir en un pueblo donde huele mal» y de hecho, continúa diciendo, municipios como Alcázar de San Juan han conseguido evitar su instalación gracias a las movilizaciones. 

Lamenta que las macrogranjas están llegando con «fuerza» a Castilla-La Mancha en los últimos 15 años. Fiel reflejo de ello, manifiesta, es que en Cuenca hay 33 macrogranjas porcinas distribuidas en 14 municipio en «zonas ya contaminadas por nitratos», por lo que confía en que en Ciudad Real se evite esta «proliferación», ya que sus instalaciones «acarrean enormes perjuicios y ninguna ventaja».