Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


September in the rain

15/09/2021

Septiembre es siempre un mes típico de  inicios y propósitos. Realmente más años comienzan en septiembre que el uno del enero con las uvas, y  sabemos que las uvas de las campanadas nos las vendimian en septiembre de manera que para enero casi toda la cosecha está vendida. En septiembre comienzan las cosas importantes y terminan los amores de verano, que suelen ser, por otra parte, los más agradables para el  recuerdo aunque siempre dejen en la memoria un aroma inconfundible que nos conduce a la melancolía de aquello que inevitablemente fue hermoso al tiempo que fugaz.
En septiembre suele llover y es un llover, el septembrino, peculiar, a mitad de camino entre la tormenta estival y los aguaceros otoñales que humedecen la tierra y la preparan para el invierno. En los centros comerciales más acreditados suena sin parar el September In The Rain en cualquiera de sus versiones, aunque siempre sale ganando la del gran Rod Stewart, y últimamente también una reciente de Annie Lennox.
Claro que este año el agua ha sido un despropósito y ha dejado inundaciones brutales que poco tenían que ver con el regodeo melancólico, aquello que se cantó: ‘el final del verano llegó y tu partirás’. Lo de la DANA en tierras toledanas ha sido tan fuera de lugar que nos ha llevado a exclamar el ‘no ganamos para sustos’. Lo cierto es que la gota fría cayó y volvimos a comprobar como esta tierra lleva un año meteorológico para los anales de la historia con una nevada apocalíptica que nadie recuerda haber visto por estos lares;  Filomena se aposenta ya en la memoria colectiva como una distopia invernal que nos parece imposible que haya podido ocurrir por aquí. Y luego, una ola de calor que nos dejó tiesos a principios de agosto, y la reciente DANA que volvió a hacer saltar todas las alarmas. Algo está pasando en el clima y mucho tiene que ver la revolución climática con la permanencia y resistencia en olas sucesivas del virus que se ha convertido en nuestra calle de la amargura.
El Covid resiste y en este septiembre, cuando apenas estamos dejando atrás la quinta ola, ya algunos anuncian la llegada de la sexta con los primeros fríos. Tenemos la ventaja incomparable de la vacuna, que ya cubre ampliamente a más del setenta por ciento de la población pero que no es ninguna panacea  y el debate de la tercera dosis se abre paso en este mes a una marcha imparable. Es de momento el único remedio por más que no deje de resultar un poco triste, y hasta desasosegante, que el freno que tenemos a nuestro alcance es un atiborrarse a vacunas. De esta manera no vemos el momento de una liberación total, una vuelta a la normalidad añorada que  los más pesimistas ya hasta dan definitivamente por perdida
Debemos estar vigilantes para que un virus, que en principio no es ni más ni menos que un asunto de salud pública, no termine trastocando definitivamente nuestro acomodo en una libertad amplia y ponga contra las cuerdas los acuerdos básicos en los que nos hemos sostenido como país durante las últimas décadas. Lo hemos comenzado a ver en septiembre y nos adentramos en meses decisivos a partir de ahora. Si en lo sanitario las cosas van a mejor, ya no existirá la excusa de la excepcionalidad de la pandemia para hacer y deshacer.
No todo es negativo, y hay movimientos interesantes en la buena dirección en busca de redes de intereses conjuntos que difuminen y borren las dinámicas y las fronteras partidistas. En esa dirección positiva, los encuentros y reuniones, que continuarán en el futuro, entre comunidades autónomas que por su vecindad comparten criterios e intereses. El concepto de la territorialidad puede ser un antídoto de primera mano contra la polarización. Si Madrid hace frente común con Castilla-La Mancha vamos a salir ganando todos los ciudadanos que vivimos entre esas dos comunidades, y somos muchos, pero va a salir ganando igualmente toda España. Esos acuerdos pueden ser el inicio de una prometedora transversalidad construida desde los niveles autonómicos, a falta de grandes acuerdos de Estado.
Así que no todo pinta mal en este septiembre que podría ser el pórtico de entrada en la recuperación progresiva de una cierta normalidad que esperamos que sea lo más parecida a la que dejamos aparcada allá por marzo de 2020, cuando aporreó a nuestra puerta el virus que se ha llevado demasiadas vidas por delante y además ha puesto a nuestro país contra las cuerdas.  En el fondo sabemos que nada será igual, pero esperamos, desde este septiembre iniciático, que no sea mucho peor.